"

"
...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Calle de la MEMORIA


ESTAS EN LA PÁGINA : " CALLE MANUEL COSSIO", 
O PÁGINA DE LA MEMORIA

................

Lema de la página : A aquellos que no les alcanzó la Justicia en  vida, que les alcance en su reputación.
....................

“…………y así, estos hombres fueron en verdad, dignos de su ciudad. Porque para los hombres virtuosos, tumba es la tierra entera y no solo lo  señala una inscripción sepulcral en su ciudad sino incluso en los países extraños perviven en recuerdo que aún no ha muerto por estar grabado en el alma de cada uno mas que en algo material “ ( Pericles Oración Fúnebre)


SUMARIO

1.-Daniel Cossio villegas
2.-25 de mjarzo el verdadero dia de extremadura
2.- Las empresas que emplearon presos politicos en el franquismo
2.-Manifiesto 14 de abril 2o15
2.-"Los padres de la Transicion eran unos impresentables"
2.-"Con nosotros" .-Blas de Otero
3.-"Anales".-Jose Maria Alvarez
3.- lA NUEVE
4.-Las misiones pedagogicas de la Segunda Republica española
5.-Mary Harris Mother Jones
6.-Teresa Claramunt
7.- Los republicanos españoles de la Novena compañia 
8.-HOY COMO AYER , HOY MAS QUE AYER
9.-ASOCIACIÓN  DE HIJOS Y NIETOS DEL EXILIO REPUBLICANO
10.-Women Fighter in spain  1939
11.-ENTREVISTA A JOSE LUIS MARTIN RAMOS
A PROPOSITO DE SU LIBRO: " LA RETAGUARDIA EN GUERRA , CATALUÑA 1936-1937
12.-VIRGILIO LERET.-Una vida al servicio de la República
13.- La gesta de los guerrilleros españoles en Francia I
14.- Los maquis espàñoles en Francia
15.-35 aniversario de los últimos asesinatos de Franco
16.- Monarquia. Democracia. Memoria.- Por Cesar Castañon Ares.
17.-Mussolini, Hitler, Pio XII y Juan de Borbon felicitando a Franco
18.-El genocidio franquista
19.-Amado Granell, el heroe valenciano que liberó Paris

_________________________________________________________________________



En el ingrato país en que vivimos abundan los homenajes públicos que calles, avenidas,  plazas, parques y colegios, se otorgan- poniéndoles el nombre para su recuerdo-a multitud de vírgenes, miríadas repetidas hasta una saciedad intencionada de santos patrones, militares feroces,…cuando no a convictos fascistas, golpistas, represores del pueblo, sanguinarios perseguidores y generalísimos genocidas y sus cómplices. “Se dictan demasiadas leyes, se dan pocos ejemplos” decía Saint Just”. Peor aún es este caso: se dictan abundantes leyes, se dan  malos  ejemplos y se omiten  los de aquellos que en verdad “ fueron dignos de su ciudad” y merecen proponerse a la imitación e todos. El agravio del olvido es tanto mayor cuanto se trata de aquellos  cuyo comportamiento supuso un compromiso  en beneficio de los nuestros al que no estaban obligados por no ser españoles y , si se obligaron a si mismos, fue por considerar que eran de la patria común de la libertad, igualdad y fraternidad, de la República.

Entre ellos, Daniel Cosio Villegas. No hay plaza, ni calle, ni espacio público, ni placa alguna en España puesta en su honor ni colego o institución que lleve su nombre. Ese blog abre el modesto espacio público  virtual de su calle  “por razón del sentido común decente que dicta que “ es propio de bien nacidos  el ser agradecidos” y para reparar el agravio iniciando con él el capitulo del ejemplo de los excelentes y virtuosos. Es poca cosa. No poseemos los medios que su altura merece.




Daniel Cosio Villegas (Ciudad de Méjico 1898-1976)

En la memoria de muchos de nosotros, españoles, hay algunas imágenes plasmadas casi en la profundidad del subconsciente, tanto nos han sido habituales, y algunos nombres que nos siguen emocionando. Entre aquellas imágenes está, para los lectores interesados en comprender el mundo que nos rodea, la el logo del Fondo de Cultura  Económica de Méjico. Entre estos nombres que nos rememoran la fraternidad está los que significaron la acogida en Méjico de los republicanos españoles, el apoyo a su salida y su hospitalidad en el exilio, los niños e Morelia, la Casa de España, (luego Colegio de Méjico). De todo aquello Daniel Cosio fue uno de los promotores y arquitectos.

Economista, historiador, politólogo y ensayista mejicano. Secretario de la Universidad Autónoma de Méjico. Escritor, pensador, periodista. Fundador de Fondo de Cultura Económica de Méjico y de la Escuela Nacional de Economia. Realizó estudios de economía en la Universidad de Harvard, la Universidad de Wiconsin y la Universidad Cornel. Posteriormente recibió un master de la London  School of Economics  y     posteriormente de l´Ecole Libre de Sciences Economiques de Paris (actual Institut d´Etudes Politiques).
Su doctorado fue de Economía Agricola. Gracias a su iniciativa cuando era encargado de negocios de la embajada e Méjico en Lisboa, el Presidente Cárdenas trajo a Méjico gran número de exilados de la guerra civil española, y junto con ellos, fundó la Casa de España. Fueron los exilados más afortunados que en su desgracia e haber perdido la patria pudieron encontrar gracias a Cosio y a Cardenas otra, que generosamente se les ofreció.

Con razón es calificado de hombre sabio, adjetivo que aplicado a él cobra el verdadero significado de la palabra, no solo por la posesión de un saber, sino por su forma de vida comprometida por la cultura, la política, su ciudad y la nuestra.

Como pensador, escritor e historiador es conocido por sus obras: “El estilo político de gobernar” “ La constitución política mejicana” “ La sucesión presidencial” y  coeditor de la monumental “ Historia Moderna de Méjico de la que es autor de cinco se lo diez volúmenes de la obra “ Historia General de Méjico” e “Historia de la revolución mejicana”. La postura de sus escritos y de su propio comportamiento público fue la alguien libre, critico sin concesiones de la corrupción, autocrítico honesto y esclarecedor de la historia de Méjico, particularmente riguroso en esta tarea en la que deshizo tabúes de falsedades construidas dolosamente por cada gobernante de turno. Su obra es imprescindible. Su recuerdo entre los españoles es de los qe merecen tenerse “grabado en el alma de una manera mas que material” como reza la famosa oración de Pericles.

No obstante, a nosotros nos toca materialmente hacerlo. Y lo hacemos cambiando el  nombre de la centrica   estación del metro de Madrid de “Sevilla”, junto a la Puerta del Sol  para hacer de ella la estación “ Daniel Cosio Villegas”.


__________________________________________________________________________________________

a corrupción compulsiva del clan Franco

Mariano Sánchez Soler, experto en los negocios de la familia de Francisco Franco, analiza las tramas corruptas del franquismo y desmonta los mitos sobre la austeridad del militar
Austeridad, honradez, trabajo... Cuenta la leyenda que durante 36 años hubo una lucecita en el Pardo que nunca se apagaba. Francisco Franco, decían, trabajaba sin descanso, no tenía grandes vicios, no le importaba el dinero y era incorruptible. O el mito revisionista de la baja corrupción del franquismo comparada con la alta corrupción de la democracia. ¿Es así? Una pregunta pertinente al cumplirse (mañana) cuarenta años de la muerte del dictador y cuando la corrupción es el segundo problema del país según el CIS.
Las investigaciones centradas en la corrupción franquista escaseaban hasta hace pocos años, cuando llegaron los artículos del periodista Javier Otero y los libros del historiador Ángel Viñas ('La otra cara del Caudillo', 2015). La excepción que confirma la regla sobre la falta de investigadores tiene un nombre, Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954), escritor, periodista y autor de ensayos de referencia como ''Villaverde, fortuna y caída de la casa Franco' (1990), 'Ricos por la patria' (2002), 'Los Franco S.A.' (2003) y 'Los banqueros de Franco' (2005).
La doble confusión
“El mito de la austeridad de Franco se sostiene en una doble confusión. Por un lado, confundir las costumbres alimenticias de Franco con sus prácticas políticas concretas: el modo en que su familia se enriqueció. El otro error es creer que la falta de estudios sobre la corrupción franquista significa que no hubo corrupción franquista”, cuenta Sánchez Soler a El Confidencial.
“Los Franco estaban convencidos de que su actividad era lícita e incontestable en un país sumiso como España”, escribió Sánchez Soler en 'Los Franco S.A'. Un convencimiento en su propia impunidad que no tenía nada de subjetivo: estaba amparado por la ley. “Durante el franquismo, las conductas de tráfico de influencias estaban totalmente aceptadas, e incluso institucionalizadas, en la actuación de las Administraciones Públicas”, asegura en un estudio José Muñoz Lorente, profesor de Derecho Penal de la Universidad Carlos III. En otras palabras: si el tráfico de influencias no era delito, ¿por qué iba a ser algo malo la corrupción? De ese nivel de impunidad hablamos.
No es que la corrupción fuera importante durante el franquismo es que la corrupción salvó al franquismo en muchos momentos
En 'Los Franco S.A', Sánchez Soler cifró en medio centenar las empresas y sociedades anónimas "relacionadas, apadrinadas o presididas" por los miembros de la familia Franco. Según sus cálculos, el capital social escriturado del holding de la corte de El Pardo superaba los 100.000 millones de pesetas a la muerte del dictador. Al cambio actual y teniendo en cuenta la inflación estaríamos hablando de 6.815 millones de euros.
Buena parte de ese dinero fue conseguido gracias a la corrupción; es decir, con esa mezcla de tráfico de influencias, amiguismo y mordidas que acaba en malversación de caudales públicos. ¿Diferencias con la corrupción actual? Lo que ahora se hace en secreto para que no te pille un juez, antes se hacía a pecho descubierto. No es poca diferencia.
Puertas giratorias, ayer y hoy
Se ha escrito mucho en los últimos tiempos sobre las puertas giratorias de la democracia. O cómo los ex ministros se apoltronan en los consejos de administración de las grandes empresas del IBEX35. Una práctica tan cuestionable como poco novedosa: las puertas giratorias giraban a tal velocidad durante el franquismo que era casi imposible diferenciar servicio público de intereses privados.
El mito del tardofranquismo habla de un régimen regenerado a golpe de tecnocracia en los años sesenta, imagen idílica que casa mal con los demoledores datos sobre puertas giratorias aportados por Amando de Miguel en 'Sociología del franquismo' (1975). Entre 1961 y 1974, el 77% de los ministros y antiguos ministros del franquismo ocuparon cargos en los consejos de administración de las grandes empresas públicas y privadas: de los 83 ministros vivos, 64 habían pasado por la puerta giratoria; algunos de ellos, ¡tachán!, siendo todavía ministros (¿Quién dijo Ley de Incompatibilidades?).
“En el capital financiero español del franquismo, el aparato del Estado, la empresa privada y la pública constituían los vértices del mismo poder, sin fisuras, tan unidos como la Iglesia y el Estado… Como una mancha de aceite, la familia Franco llevó su poder intervencionista a todas las estancias del mundo financiero español. Las 'doscientas familias' que dominaron la economía española supieron sentar en sus consejos de administración a ministros, altos cargos del Movimiento, falangistas de la primera hora y adeptos al caudillaje personal del general Franco”, concluía Sánchez Soler en 'Los Franco S.A.'.
El hermanísimo
Otro de los grandes mitos de la época es que los verdaderos corruptos del régimen no fueron los Franco, sino los Martínez-Bordiú, o cómo la familia política del Caudillo mangoneó todo lo que pudo ante la impotencia del dictador. “No es que Franco hiciera la vista gorda a los negocios de sus familiares, que la hacía, es que maniobró para impedir que algunos de ellos fueran investigados y juzgados, lo que da idea de su conocimiento de los negocios del clan”, razona Sánchez Soler.
Son tantos los trapicheos de los Franco durante la dictadura que no es fácil resumirlos en un artículo, pero ahí van unos cuantos que basculan entre lo fino y lo grueso. La corte de los milagros.
Acabada la Guerra Civil, Pilar Franco, hermana del dictador, era una simple pensionista que ganaba 38 duros mensuales en concepto de viudedad, lo que no fue óbice para que en dos décadas lograra comprar una “residencia valorada en doce millones de pesetas; un piso para cada uno de sus diez hijos, una 'finquita' en Coruña y 'algunos títulos' en acciones bursátiles”, según enumera Sánchez Soler en 'Los Franco S.A'. ¿Ejemplo de la buena suerte en los negocios de doña Pilar? En 1957, su apoderado y ahijado le habló de la existencia de una fantasmagórica y enorme finca madrileña que podía ser inscrita a su nombre. Y lo hicieron. La finca, situada en la calle Antonio Casero y con 200.000 metros cuadrados, era en realidad propiedad del Banco Central, de Dragados y Construcciones y de varios particulares, detalle sin importancia, por lo visto, para los familiares del Caudillo. El escándalo fue tan gordo que acabó en los tribunales. ¿El resultado? Pilar Franco acabó siendo indemnizada millonariamente por el Estado franquista por la expropiación del terreno. Superen eso.
Franco permitió los negocios de sus familiares y maniobró para que no fueran investigados
El hermano del dictador, Nicolás Franco, estaba en varios consejos de administración; incluido el de Refinerías de Aceites y Grasas (REACE), que en los últimos años del franquismo se vio envuelto en “uno de los principales hitos criminales de la historia judicial española”, el caso REACE, o la misteriosa desaparición de 4 millones de litros de aceite de oliva de la oficialista Comisaría de Abastecimientos y Transportes depositados en los tanques de REACE.
Aunque el caso fue juzgado en 1974, el 'hermanísimo' se libró de pisar los tribunales, no así sus socios en REACE, algunos de los cuales murieron en circunstancias sospechosas durante el proceso. “Nicolás Franco apenas fue molestado durante las cuatro jornadas de juicio. Los intentos del abogado José María Gil-Robles, antiguo dirigente del derechista CEDA y viejo conocido del Caudillo, resultaron inútiles. Cada vez que trataba de llevar a declarar al hermano de Franco, el presidente del Tribunal cortaba de cuajo cualquier alusión a su nombre, cualquier referencia a tan ilustre apellido”, escribe Sánchez Soler.
Nicolás Franco recurrió a una “treta” tan “grotesca” como clásica para no comparecer en los juzgados: hacerse el enfermo/amnésico. Gil-Roblés llegó a mostrar al tribunal una foto del 'Hola' de esa semana en la que aparecía el amnésico... de parranda y en aparente plenitud de facultades. “Afortunadamente -dijo el letrado-, según prueba documental que adjuntamos, la recuperación de don Nicolás Franco ha sido rápida y ya hace vida ordinaria en el orden social. Si, por nuestra condición de cristianos, la noticia nos llena de gozo, nuestra condición de juristas nos obliga a insistir en su presencia aquí”, alegó un sarcástico Gil-Robles... en vano.


Nicolás Franco era tan innombrable como intocable, como comprobó en sus propias carnes el banquero Ramón de Rato, padre de Rodrigo Rato. El fundador del Banco de Siero era un hombre muy bien relacionado con el Régimen, aunque no tanto como para lograr que la familia del Caudillo pagara sus deudas: en 1967 ejecutó un crédito de 4,8 millones de pesetas a Nicolás Franco, cuyos bienes fueron embargados. Poco después fue el Banco de Siero el que fue embargado, con Ramón de Rato detenido por evasión fiscal.
Atentos a la resolución del asunto narrada en 'Los Franco S.A': “No tardó en comprender Ramón de Rato que procesar a Nicolás Franco por el impago de una letra había sido el mayor error de su vida. Y se dio por vencido; retiró la denuncia y envió la susodicha letra a Nicolás Franco, junto a una carta de disculpa en la que le indicaba que pagara la letra cuando y como quisiera. La respuesta de Nicolás fue contundente: 'Todos los españoles deben a mi familia gratitud. No pagaré la letra ni ahora ni nunca. Al hermano del Caudillo de España no se le molesta por cuatro millones ochocientas mil miserables pesetas'”. Amén.

El yernísimo
Cristóbal Martínez-Bordiú, Marques de Villaverde, se casó con la única hija de Franco (María del Carmen Franco y Polo) en 1950. A Martínez-Bordiú no le fue precisamente mal con su matrimonio. En las siguientes tres décadas, formó parte de los consejos de administración de 17 empresas cuyos capitales sociales, según Sánchez Soler, sumaban más de cuatro mil millones de pesetas. “Todas las sociedades anónimas que contaron con la presencia del marqués vieron crecer sus capitales y ganancias”, escribe el periodista.
Aunque los negocios le iban viento en popa, Cristóbal, popularmente conocido como 'el yernísimo', no descuidó su profesión de médico, hasta el punto de cobrar más de dos millones de pesetas mensuales como galeno durante 25 años, un sueldo superior al que recibía su suegro como jefe del Estado. ¿Cómo era posible? Muy sencillo: Martínez-Bordiú llegó a ocupar ocho altos cargos médicos simultáneamente, en lo que podría pasar por un chiste de 'La escopeta nacional', de no ser porque es cierto.
Para hacernos una idea del nivel de penetración empresarial de la familia Franco bastaría con analizar el caso de Construcciones y Contratas (CC), fundada por el ingeniero alemán Ernesto Koplowitz, que en 1962 murió en un accidente sin testamento y con hijos sin reconocer. La familia Franco jugó un papel clave en la lucha por su fortuna -dos mil millones de pesetas-, con Cristóbal Martínez-Bordiú colocado en el consejo de administración, desde donde ayudó a “cimentar la fortuna de las niñas Esther y Alicia [Koplowitz]”, como cuenta Sánchez Soler en 'Los Franco S.A'., donde califica a CC de “juguete en manos del clan de El Pardo”.
El nivel de impunidad, no obstante, se mide a veces mejor en la micro trama costumbrista que en la macro trama empresarial. Mariola Martínez Bordiú, una de las hijas del matrimonio entre Cristóbal y María del Carmen, se casó en la capilla de El Pardo en 1974. Nueve años después, al salir a la luz las deudas de Viajes Marsans, dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI), se supo que fue el Estado y no Mariola quien pagó las 700.000 pesetas que costó su viajes de bodas. Y eso que Mariola ha pasado a la historia como la nieta tímida y discreta del Generalísimo.
La vidorra fácil
“Lo que no cuenta el mito del desarrollismo es que el franquismo sobrevivió esos años gracias a la corrupción, al reparto entre los suyos del dinero generado por el boom económico. No es que la corrupción fuera importante durante el franquismo, es que la corrupción salvó al franquismo en muchos momentos”, cuenta Sánchez Soler a este periódico.
El historiador y periodista Ramón Garriga, autor de 'La saga de los Franco', lo explicó así: “Franco cultivaba la corrupción como norma política, partiendo del principio de que quienes colaboraban con el Régimen serían fieles mientras los asuntos del bolsillo marcharan viento en popa”.
“No queremos la vida fácil y cómoda; queremos la vida dura, la vida difícil, la vida de los pueblos viriles”, exclamó Franco el 17 de julio de 1939. Ahora sustituyan vida dura por vidorra fácil y tendrán una idea más ajustada a la realidad de lo que fue el franquismo para el clan Franco. Austeridad, el musical.

_________________________________________________________________________________________


25 de Marzo, el verdadero Día de Extremadura


Cinco de la madrugada del día 25 de marzo de 1936. Como por ensalmo, en 280 pueblos de Extremadura más de 60.000 campesinos se concentran “ provistos de azada y demás instrumentos propios para efectuar un deslinde” . Sin hacer ruido apenas, se juntan en las afueras de los pueblos y emprenden el camino hacia las 3.000 fincas señaladas. Se está gestando la ocupación de tierras más multitudinaria que han visto los tiempos. La Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FTT-UGT) ha aprendido de la huelga general derrotada en junio de 1934 y ha llamado a extremar la cautela, a trenzar contención y firmeza.

Un grandioso movimiento de labradores sin tierra, yunteros, braceros y jornaleros de toda condición, viene buscando la aurora, quebrando los albores de una nueva época. En el aire tiembla la imperecedera utopía campesina, el sueño centenario de la reforma agraria. “ Evitad los choques con las fuerzas del orden público. Pero ni un solo paso atrás. Aquí estoy y aquí me quedo” , esa es la consigna. Burros, azadas, arados, puños en alto, gritos de Viva la República: esas son sus subversivas armas. Una conmoción atraviesa Extremadura de punta a punta, como lo hacen el Tajo y el Guadiana. Ese día, ante el asombro de propios y extraños, está floreciendo en el campo extremeño la semilla sembrada durante años de explotación, regada con sudor y hambre.

El 25 de marzo ha triunfado. No hay guardia civil suficiente para detener tanto anhelo de justicia, tanta ansia de redención. Una larga resistencia de siglos se condensa en esa jornada de liberación. En Extremadura, desde tiempos inmemoriales, la tierra ha estado concentrada en manos de unos pocos. La Corona, la Iglesia, las Órdenes Militares, la nobleza, la burguesía, los dueños absentistas se han ido pasando de mano en mano la propiedad de la tierra al tiempo que oprimían descarnadamente al campesino, manteniéndolo justo en el límite de la supervivencia. Ahora, en esta primavera insumisa está cuajando la repulsa de generaciones de jornaleros al desafuero hecho ley, al despojo de los bienes comunales, a la mercantilización de la tierra, a la desamortización para gloria de la burguesía. En este marzo de esperanza resuenan las ocupaciones del sexenio revolucionario (1868-1874), el bandolerismo social, la asociación Germinal y el primer Congreso Obrero en la Torre de Miguel Sesmero (1901), los motines del pan, la represión a los rebusqueros, el caciquismo, Castilblanco, los 600 jornaleros extremeños encarcelados en junio de 1934, los incontables muertos, la paciente siembra de otro mundo posible sin explotación donde al fin puedan hermanarse las palabras Tierra y Libertad.

“ En Extremadura es donde los yunteros se habían convertido en el grupo campesino más politizado de España ” , escribió Malefakis. O lo que es lo mismo, más consciente, más organizado, más capaz de representar el interés general de la sociedad. La clase obrera campesina de Extremadura se hizo pueblo y le dio la vuelta a la vieja cantinela del extremeño domesticado; como recuerda Víctor Chamorro, donde ponía “ Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra (de arriba) ” ,  el pueblo inscribió un nuevo rótulo: “ Bienaventurados los bravos que se atrevan a defender su derecho a la tierra (de abajo), porque de ellos será un trozo de tierra arable, pisable, con la que combatir el hambre y con la que cambiar la vergüenza del hambre por la dignidad ” .

¿Cómo es posible que la inmensa mayoría de los extremeños y extremeñas desconozcan la mera existencia de esta fecha en la que, además, con toda seguridad participaron algunos de sus familiares? ¿Cómo se explica que este hito histórico tan trascendental en la historia de Extremadura y de España no sea objeto de estudio, al menos, en todos los Institutos de nuestra tierra? La respuesta está en el presente. El 25 de marzo quema. A pesar de que han pasado 80 años todavía levanta sarpullidos entre las clases dominantes. Y si quema es porque esa fecha resume la historia de Extremadura pero, sobre todo, porque interpela a nuestro presente.

Porque, ¿qué pasó después del 25 de marzo? Después vino la venganza de los señoritos,  el golpe militar, la sangre corriendo a borbotones en la Plaza de Toros de Badajoz, el plan de exterminio de todos los que habían osado participar en las ocupaciones y asentamientos. Como ha explicado magistralmente Francisco Espinosa, las ocupaciones campesinas, lo que él ha llamado la primavera del Frente Popular, son el vaso que colma los miedos y el afán de represalia de las clases dominantes. Por si quedaba dudas, Franco se instala en el Palacio cacereño de los Golfines el 26 de agosto de 1936 y es allí aclamado como jefe de Estado.

“ Hay que dar un escarmiento que llegue a la décima generación”, afirman sin rubor. La alianza de heraldos, caciques, tricornios y bonetes impone una represión brutal. La nueva situación “ supone tal abismo que sólo puede ser percibido como la materialización de un nuevo modo de vida creado específicamente para seres considerados inferiores y carentes de todo derecho ” .  Tras la derrota, vuelven el cortijo, el “a mandar que para eso estamos”, Azarías y Paco el Bajo, la humillación como cotidianidad para el campesino.

Y después del genocidio político, el genocidio social. Represión, colonización y emigración son las tres palabras que resumen los 40 años de dictadura en Extremadura. El Plan Badajoz lavaba la cara al régimen pero fortificando los intereses de los terratenientes. Y al pueblo llano se le condenaba a coger la maleta. Entre 1950 y 1977 emigraron de Extremadura 645.000 personas, es decir, el 45% de su población; de esos emigrantes, la mayor parte tenía entre 20 y 40 años. Este éxodo de miles de jóvenes hundió aún más en la pobreza y el subdesarrollo a nuestra tierra.

La transición democrática no hizo frente a las injusticias estructurales. El saqueo de Extremadura continuó por otros medios. Los herederos del orgulloso terrateniente de la autarquía se convirtieron al neoliberalismo o al social-liberalismo, pero eso sí, pasando a ser los principales beneficiario de las subvenciones comunitarias.  A pesar de los conatos de lucha popular (Valdecaballeros, movimiento obrero, jornaleros), las clases dirigentes pudieron renovar sus élites sin grandes trastornos. Y el sueño de la reforma agraria se enterraba con paletadas combinadas de PER, reconversión agraria y “feroces” amagos mediáticos de expropiación por parte de la Junta. Un nuevo clientelismo político que tomaba el relevo al veterano caciquismo, acompañaba a la modernización económica que, en lo fundamental, mantenía intactos los pilares de las relaciones de propiedad y de dominio.

Justamente una de las mejores expresiones simbólicas del gatopardismo en Extremadura, del que todo cambie para que nada cambie,  fue la fecha elegida como Día de Extremadura. “¿Se le ha aparecido al presidente de la Junta de Extremadura la Virgen de Guadalupe?” preguntó con sorna el diputado comunista Manuel Parejo ante el anuncio sorpresivo de la fecha impuesta por Ibarra. Mientras que en Andalucía se entronizaba el 28 de febrero, momento de afirmación del pueblo andaluz frente al gobierno central o en Castilla-León se elegía la referencia de los Comuneros de Villalar, en Extremadura se hacía coincidir el Día de la Comunidad con la tradicional peregrinación al Monasterio de Guadalupe, mezclando lo religioso y lo político, seleccionando así uno de los emblemas preferidos de los resignadores y del nacional-catolicismo.

Y llegamos a nuestros días. Hace unas semanas se hacía público que el jeque árabe propietario del Manchester City, Mansour bin Zayed, es el nuevo propietario de la Rusal, una finca de 8.200 hectáreas en el término municipal de Valencia de las Torres. Ya se sabe: en Extremadura la tierra sigue siendo “ para las ovejas, los caballos, las rehalas, los toros de lidia y los cerdos ajenos. Para el jornalero sólo tierra estrecha y la diáspora de sucesivas extremaduras trashumantes” (Víctor Chamorro).  Y mientras tanto, una nueva oleada de emigración se inicia en nuestra tierra.

Ante nosotros, una nueva acumulación de capital basada en el despojo de las clases populares a la que llaman neoliberalismo o austericidio. Pero ante nosotros también el despertar del pueblo, la posibilidad de un cambio real, por primera vez en décadas. Y es ahí donde brilla, como un recuerdo en un instante de peligro, la memoria del 25 de marzo. Una fecha que nos habla del orgullo, del empoderamiento y del coraje de un pueblo, que crea identidad extremeña.  Que resume la lucha de las generaciones de Extremadura contra la explotación, la servidumbre y el subdesarrollo. Que nos dice que ha de cumplirse “la voluntad de la Tierra que da sus frutos para todos”. El 25 de marzo es la Laguna de Ruidera de la historia de Extremadura, su momento más alto. Ese día germinó la semilla de la dignidad extremeña, regada por el esfuerzo diario y el coraje continuo de quienes no forman parte de la historia “oficial” de Extremadura.

Una luz cegadora llega hasta nuestros días. No es historia, es presente, es tiempo-ahora, es pasado de lucha en el que encender la chispa de la esperanza. Sí, “ existe una cita secreta entre las generaciones del pasado y la nuestra ” , como decía Walter Benjamin. Y en Extremadura la cita secreta inapelable entre las generaciones de oprimidos de ayer y de hoy se llama 25 de marzo. Ha llegado la hora de reclamar que éste sea el nuevo Día de Extremadura.

Eugenio Romero, diputado de Podemos y Manuel Cañada, excoordinador de IU, ambos militantes de los Campamentos Dignidad de Extremadura


Fuente. http://www.eldiario.es/eldiarioex/Marzo-verdadero-Dia-Extremadura_0_496250768.html

_______________________________________________________________-________________________


EMPRESAS QUE EMPLEARON PRESOS POLITICOS DURANTE EL FRANQUISMO

El franquismo llegó al extremo de usar presos políticos como esclavos. Fiel a la explotación económica de los vencidos como "botín de guerra". Había que "reconstruir" el país y... ¿qué empresas emplearon mano de obra gratuita durante la dictadura? La iglesia, el ejército sublevado e instituciones públicas. Pero no sólo. Entidades privadas de casi cualquier sector se beneficiaron del empleo de más de 400.000 reclusos en régimen limítrofe a la esclavitud. Algunas cotizan hoy en el IBEX 35, herederas de aquellas actividades primigenias o extirpadas de su germen económico.

Para sortear la muerte por hambre o enfermedad, plato diario en las cárceles franquistas, incluso había detenidos que solicitaban su traslado a batallones de trabajadores forzados. Banús Hermanos, San Román, Huarte, Agromán o Dragados y Construcciones. Estas compañías, y otras muchas, aprovecharon la oportunidad que ofrecía el entramado diseñado a lomos de presidiarios "para alzar sus imperios económicos durante la dictadura franquista". Unos redimían condena, otros obtenían réditos de otro modo impensables. Así reza en el marco de la querella argentina que María Servini de Cubría instruye desde el Federal 1 de Buenos Aires, a denuncia del grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía (RMHSA) de CGT. Y en la ley andaluza de memoria, que plantea hacer a estas y otras muchas empresas "copartícipes" de la "reparación" de esas víctimas.


"Botín de guerra" para los golpistas

"Ferroviarias como Norte, MZA, Renfe, constructoras como Entrecanales, San Román, Huarte o Banús, mineras como Duro, Babero, transformadoras de metales como Babcock & Wilcox, Astilleros de Cádiz, La Maquinista Terrestre". Una relación que el director científico del proyecto Todos (…) los nombres, José Luis Gutiérrez Molina, completa con "órdenes religiosas, ayuntamientos, confederaciones hidrográficas y diversas administraciones de Justicia o gubernativas". "¿Números? Más de 400.000 presos susceptibles de ser utilizados, en Andalucía más de 100.000", enumera. Los derrotados, "botín de guerra" para las fuerzas golpistas.

Eran "trabajadores, jornaleros y campesinos", en gran parte, y debían cargar con el "esfuerzo de la reconstrucción" del país. Una tarea abierta hasta 1956 que el coautor del libro El Canal de los Presos. Trabajos forzados: de la represión política a la explotación económica cuantifica en "al menos 800 millones de euros". "Desde el pequeño taller a la gran industria vasca, catalana o andaluza –cuenta Gutiérrez Molina–, no hubo sector industrial, comercial, agrario o de servicios que no contara, en mayor o menor número, con trabajadores esclavos".

El anteproyecto de Ley de Memoria Democrática de Andalucía señala (artículo 19): "Reparación por trabajos forzados. La Administración de la Junta de Andalucía impulsará actuaciones para hacer copartícipes de las medidas de reconocimiento y resarcimiento a las organizaciones que pudieron utilizar los trabajos forzados en su beneficio". El Gobierno autonómico, con el nuevo marco legal que reconoce la mano de obra esclava en trámite, no desvela aún cómo motivará la participación de las empresas implicadas.

La empresa 'Huarte', en el Valle de los Caídos.
Empresas implicadas que no reconocen el "abuso"

¿Quién debe responder por esos delitos? "En el caso de Alemania las empresas pagaron, pusieron la mitad del fondo de indemnizaciones y la otra la puso el Estado", compara el coordinador de RMHSA, Cecilio Gordillo, que declaró por videoconferencia en febrero ante la justicia argentina y sugiere "candidatos a ser convocados por la juez Servini". Caso de "Florentino Pérez, de Dragados y Construcciones (ACS), José Manuel Entrecanales, de Entrecanales y Távora (Acciona), Gonzalo Ferre, de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), Julio Gómez-Pomar, de Renfe y Juan Miguel Villar Mir, de Huarte (OHL)". Actuales responsables de empresas, "o sus antecesoras", señala, que nunca reconocieron el "abuso". Como publicó Financial Times Magazine en el año 2003.

eldiario.es/andalucia se ha puesto en contacto con estas empresas, que han declinado hacer declaraciones al respecto. "No haremos ningún comentario sobre ese tema", una respuesta repetida que se extendió en la mayoría de los casos al momento en que, en teoría, la ley andaluza de memoria les conmine a participar en el reconocimiento a los trabajadores forzados. En ningún caso se negó la participación de las "antecesoras" de estas compañías e, incluso, hubo solicitud de información a este periódico "para conocer un poco más en qué consiste todo eso".
En sectores como la minería y la construcción, los presos fueron "imprescindibles". "El número de pantanos inaugurados por Franco, sin la mano de obra esclava, hubieran sido muchos menos, lo mismo que las líneas férreas, carreteras o aeropuertos", relata Gordillo. Obras, también, como el Valle de los Caídos. Para administrar los campos de concentración convertidos en "empresas de trabajo temporal", el régimen creó –el 11 de octubre de 1938– el Patronato Central de Redención de Penas por el Trabajo (PCRPT).

En su organigrama cabían, describe Gutiérrez Molina, "funcionarios de prisiones, de prensa y propaganda, un eclesiástico, un contable, varios ingenieros, auditores generales de los tres ejércitos y de los organismos públicos que más trabajadores empleaban". Como el Servicio Nacional de Regiones Devastadas, empresas ferroviarias intervenidas, el Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas y la Compañía de Caminos de Hierros del Norte. Por cada día de trabajo, un preso redimía dos de pena. El Estado, que cobraba una cantidad a la empresa beneficiaria, pagaba un jornal –"aunque no siempre cumplía"– del que descontaba la comida y la ropa del recluso.

Empresas que solicitaron trabajadores forzados

En Franquismo y trabajo esclavo, una deuda pendiente, el investigador José Luis Gutiérrez Molina expone una relación de 90 empresas que solicitaron y les fueron concedidos penados como mano de obra forzada. Una treintena corresponden a organismos oficiales, once a la iglesia católica, ocho al Ministerio del Ejército y el resto a compañías privadas y una institución benéfica (Fundación Elorz).

Instituciones públicas que usaron presos: Secretaría General del Consejo de Estado, Astilleros de Cádiz, Consejo Superior de Protección de Menores, Sindicato Nacional del Espectáculo, Regiones Devastadas de varias provincias, gobiernos civiles, direcciones generales, ayuntamientos… además, entre otras, de la Fundación Generalísimo Franco y la Jefatura de FET de las JONS en Lérida.

La iglesia reclamó trabajadores esclavos para obras en parroquias, conventos y otros edificios de Madrid, Barcelona, Cuenca, Murcia o Valladolid. Como empresas privadas, aparecen relacionadas con la metalurgia (Múgica, Arellano y Cía., Babcock & Wilcox, La Maquinista Terrestre y Marítima, Talleres Mercier o Industrias Egaña), la minería (Carbones Asturianos, Minera Estaño Silleda, Duro Felguera, Minería Industrial Pirenaica o Minas de Sillada), la construcción (Sociedad Constructora Ferroviaria o Ibérica de Construcciones y Obras Públicas), agricultura, mecánica, zapatería, espartería y fábricas de muebles, cristal, guantes o alpargatas.

El propio autor, junto a Dolores Martínez, en El trabajo esclavo de los presos políticos del franquismo en Andalucía, repasan los campos de concentración y trabajo instalados en la región, con el número de reclusos que acogieron y las fechas en que estuvieron activos. Además, establecen un listado con la relación de obras en que intervinieron prisioneros, presos y penados en Andalucía entre 1936 y 1956. Una lista casi interminable "que no se ha estudiado a fondo".


Fuente. http://www.eldiario.es/andalucia/empresas-usaron-esclavos-franquismo_0_251975222.html
________________________________________________________________________________________

SIN MEMORIA NO HAY JUSTICIA

Por Miguel Angel Domenech



Nos hemos acostumbrado a evocar el imperativo kantiano de no servirse de la humanidad, en ninguna persona, como mero medio para ordenar moralmente  las relaciones con nuestros contemporáneos pero  hemos perdido de vista el pasado. Nos hemos mostrado dispuestos a condicionar nuestras relaciones con los vivos por las exigencias del imperativo, pero hemos olvidado que los muertos y los hombres del pasado siguen gozando del elemento de lo humano. Ellos también tienen sus derechos y generan deberes en nosotros. Para hablar  con ellos y de ellos sigue rigiendo el imperativo que obliga a no tratarlos como medios. El imperativo no sólo define el ethos del hombre activo, sino el imperativo del historiador.


Desde esta perspectiva, el historiador tiene la misma visión que tiene el Angelus Novus de Paul Klee. Un ángel que contempla una catástrofe que amontona incasablemente ruinas tras ruina  mientras vuela   sin poder detenerse ni recomponer el pasado, hacia el futuro empujado por una tempestad que enreda sus alas y le empuja. El progreso es esa tempestad.

Es la perspectiva de Walter  Benjamin cuando propone  la tarea de “cepillar la historia a contrapelo” porque “no hay documento de cultura que no sea de barbarie” y la de Catón   en “ victrix causa diis palcuit sed victa catoni”.

Desde esa actitud, al conceder derechos a los hombres del pasado, la historia contiene un ethos que rechaza utilizar el pasado para confirmar lo que ha triunfado en el presente impidiendo  la emergencia de la filosofía de la historia como progreso o como  historia de una providencia.   Ninguno está más cercano de un fin de salvación, ninguno puede ser utilizado para salvar a otro. Todos ellos están en función de la expresión de una libertad de la que no pueden separarse. Se trata del rechazo  de  cualquier afirma ción de progreso. Se acaba con el valor de aquella filosofía  que  pretende  utilizar a los demás para acreditar el privilegio de nuestro presente. Las víctimas del pasado  por si mismas, tienen un valor que no es el de su plusvalía  significativa  para los vivos

Si hay una filosofía de la historia, es esta: la que señala Benjamin también.  “hay una cita secreta entre  las generaciones pasadas y la nuestra y sion duda, entonces, hemos sido  esperados en la tierra. A nosotros, como cualquier otra generación anterior se nos ha dotado de una “débil fuerza mesiánica a la que el pasado tiene derecho”. Sin memoria de la injusticia, no hay justicia.

Esta perspectiva es la piedra de toque de una actitud verdaderamente categórica y desinteresada del principio de universalización de la moral: La reparación debida a los injustamente vencidos del pasado y la igualdad con ellos  porque es la actitud por la que en nada recibimos retribución ni premio alguno. El imperativo categórico viene a imponer también la capacidad de reconocer la humanidad por doquier.



También en relación con el pasado, como en relación con el presente, el imperativo tiene consecuencias anti-narcisistas, como ha señalado Blumenberg.  La misma inclinación que nos insta a saltarnos el imperativo categórico en la práctica, esa nos lleva a incumplirlo en la referencia a la historia. Contra el subjetivo “ moi et mon droit” se yergue el imperativo moral de la máxima de la  necesidad de exigencia de que “mon droit” sea susceptible de pasar el test de universalización  para que pueda ser objetivamente valido. Con esta extensión del imperativo categórico en el espacio y el tiempo  renunciamos  a una construcción de la subjetividad egoístamente centrada en nuestras propias obsesiones, incapaz de recordar la profunda afinidad y homogeneidad de lo humano. Los iguales no somos solo los presentes sino también los pasados.

Esa es la labor del historiador contra la historia que propone H. Arendt .  Lo que es, como lo que ha sido, no es lo que debe ser, y tras el acontecimiento de la realidad,  el historiador averigua la voz de los dominados que propusieron otro acontecimiento que pudo ser. La historia, la voz de los dioses es la de los vencedores, la del historiador, la de Caton.  Señala a este respecto, Arendt, que muy significativamente, la palabra historia, en griego quiere decir investigación  y que Homero era, en ese sentido, el primer historiador, el que “contaba”  historias. Siendo ciego podía  permitirse ir contra la autoridad de lo factico que supondría ver. No veía la historia, el invencible  acontecimiento, sino  que se imponía  el “contarla”, verla de otra manera a como parece patente y victoriosa a los sentidos.

Desde la empatía que resulta del imperativo categórico aplicado a los vivos y los muertos,  resulta vana “la pretensión de mostrar las cosas tal como realmente son” que denuncia  Benjamin . Ateniéndose a los hechos se construye una ilusión de aprehender la realidad cuando la realidad es mas que los hechos, más que la parte exitosa y emergente  de la realidad. Esta parte es la victoriosa  y que “manda” de la realidad, y  “los que en cada momento mandan son los herederos de los que alguna vez triunfaron”  



Se trata de denunciar, y  renunciar también un interés particular al que deseamos aferrarnos. Al  no desear imponer nuestro presente, producimos una ausencia soberbia  de suficiencia , ausencia humilde  que nos anima a reconocer las formas de lo humano en el pasado, el derecho al recuerdo que tiene el pasado por encima de la arbitrariedad del tiempo y del espacio con la obligación de “ no dar lo humano por perdido”. Sin esa humildad perdemos nuestra humanidad al mismo tiempo.


_______________________________________________________________________________________


Gregorio Morán: «Los padres de la Transición eran absolutamente impresentables»

Publicado por Antonio Yelo (*)

Leídos los libros de Gregorio Morán (Oviedo, 1947) no se entiende por qué aún no ha sido aupado por los medios de comunicación de nuestro país a la categoría de leyenda del periodismo de investigación como sí se ha hecho en los Estados Unidos con Seymour H. Hersh o Bob Woodward por poner solo dos ejemplos. Algo tan injusto e incomprensible tiene dos ventajas. La primera que el protagonista de esta entrevista sigue trabajando en lo que mejor sabe hacer, escribir ensayo periodístico. Y la segunda que continúa siendo una persona accesible que se caracteriza por la claridad con la que habla. Caiga quien caiga, Gregorio Morán se mantiene fiel a sus principios y sigue compartiendo con sus conciudadanos toda aquella verdad de la que tiene conocimiento. Esa suerte tenemos.

Gregorio Morán escribe desde hace veinticinco años una columna en La Vanguardia, «Sabatinas Intempestivas», ha trabajado también en Diario 16, Opinión y La Gaceta del Norte, rotativa de la que fue director. Tiene publicados varios libros sobre los temas más polémicos de los últimos cuarenta años de la historia de España de los que destacan las dos biografías sobre el primer presidente del democracia: Adolfo Suárez: Historia de una ambición (Planeta, 1979) y Adolfo Suárez: Ambición y destino (Debate, 2009). Se le sigue considerando uno de los más fiables expertos en un tema siempre controvertido: la Transición política española del franquismo a la democracia.

Me gustaría comenzar recordándole la dedicatoria de su biografía del primer presidente de gobierno de la democracia, Suárez. Ambición y destino (Debate, 2009): «A mi generación que empezó luchando contra la mentira que fue el franquismo y que luego acabó aceptando todas las demás». ¿Realmente toda su generación luchó contra el franquismo?

Se trata de un recurso retórico. De otro modo tendría que utilizar «yo y mis amigos» u otra expresión del estilo. ¿Toda mi generación luchó contra el franquismo? Pues no. Hubo una parte —no la más importante— que sí lo hizo, pero no la mayoría. Ahora se ha inventado una forma perfecta de meternos a todos que es aquello de la «oposición silenciosa». Me parece una fórmula preciosa para engañarnos a nosotros mismos. Mi abuela se murió sin saber que había pertenecido a la «oposición silenciosa» porque nunca había dicho absolutamente nada, ¿me entiende? Esto lo inventó un profesor cuyo comportamiento político y el de su familia fue el de una muy silenciosa oposición. Pero se puede decir que en la generación de los sesenta y los setenta era ya insólito encontrarte a alguien que fuera franquista. A partir del 68 o 69 ya no recuerdo que se dijera que «fulano es un franquista». Hablo del entorno generacional. Sí había algo significativo —aunque ahora se niegan a reconocerlo—. Sí había mucho Opus. Opus «opositor», que te vendía como una maravilla a Gonzalo Fernández de la Mora y al resto de los pensadores (o supuestos pensadores) del Opus. Luego todos esos que te querían convencer pasaron al PCE. Tengo, por ejemplo, un amigo, que tuvo importancia durante un tiempo en la política asturiana e incluso en Madrid, al que hace poco recordé que en aquellos tiempos, paseando por un parque en Oviedo, me dijo que estaba en la obra (el Opus) y que había que leer a Fernández de la Mora. Me lo negó. «¿Yo?, imposible», me dijo.

Conociendo lo que fue Suárez antes de llegar a presidente del gobierno: su poca formación, su falta de cultura, su incapacidad para aprobar unas oposiciones… ¿Por qué se le eligió para ser el primer presidente de la democracia?

Bueno, ahora resulta que Suárez tiene muchos padrinos. Además al estar mudo, sordo y ciego —podríamos decirlo así— tiene muchísimos más. Suárez es un sucesivo descubrimiento para cosas diferentes: Franco lo descubre como gobernador civil, otro lo descubre para dirigir la televisión, otro como secretario general de algo… Para la Transición el hombre que lo descubre —no hay discusión posible— es Torcuato Fernández Miranda. Lo que ocurre es que ya nadie se acuerda de este señor. El otro día me invitaron a la universidad Pompeu Fabra a hablar de la Transición y los chicos, nacidos en el 93, no tenían ni idea de quién fue Torcuato Fernández Miranda. Por eso la única figura que queda es la del Rey. El Rey como supuesto descubridor de Suárez. Además con esta última galería de pelotas… ¿Cómo se llama el que le hizo el famoso discurso a Suárez?

Fernando Ónega.

Fernandito, si. Conozco demasiado a Fernando Ónega como para leerme su libro, su última mentira [se refiere a Puedo prometer y prometo; Plaza & Janés, 2013, NdR]. No es que le hiciera ese discurso a Suárez, le hizo todos los discursos. Por orden siempre de Torcuato Fernández Miranda. Del mismo modo que hacía todos los editoriales del diario Arriba, de la Falange. Siempre por orden de don Torcuato. Y si fue cesado para realizar esa tarea, se debió a que un día se le ocurrió a Ónega publicar un editorial sin consultar con él. Es decir: era simplemente un plumilla. Un plumilla brillante, aunque también es verdad que no tenía mucha competencia. Bueno, sí, alguien había: en Arriba también publicaba Pedrito Rodríguez, otro gallego. Ahora nadie se acuerda de nombres como ese, pero en su día fue importante. No me imagino las boberías que ahora puede estar diciendo Fernando Ónega.

¿Y lo que Suárez hizo por el entonces príncipe Juan Carlos cuando era director de TVE, o cuando era gobernador de Segovia? ¿Y lo bien que gestionó Adolfo Suárez lo de la huelga de Vitoria o lo de la tragedia de Los Ángeles de San Rafael? ¿Todos aquellos servicios no influyeron en la decisión del Rey en favor de Adolfo Suárez?

Para el Rey aquello no fue significativo porque eran cosas que las hacían también otros. Quizá no tenían el talento que tenía Adolfo, porque Suárez era un seductor de serpientes. Ahora, que al Rey le llamaba la atención la predisposición de Suárez al servicio —para entendernos—, eso es obvio. En definitiva: el Rey sí sabía quién era Suárez.

Se ha dicho repetidas veces que el Rey y Torcuato no eligieron a Areilza o a Fraga, que en principio, y analizando los candidatos de forma objetiva, estaban más cualificados, porque no hubieran sido tan manipulables como Suárez. ¿Es eso cierto?

La decisión se tomó entre el Rey y Torcuato. El Rey no se distingue —y lo ha demostrado a lo largo de su carrera— por un talento político notable. En una sociedad normal —esto hay que decirlo así de claro— hubiera sido ya derrocado. Por todo tipo de motivos: irregularidades económicas, irregularidades personales, colaboración en el 23-F, etc, etc… Es decir que en su cartilla de servicios el Rey no puede presumir de sus méritos, no. Sus méritos son absolutamente para echarlo. Claramente. Por eso necesitó primero una sociedad española muy transigente y de alguien que le ayudara a orientarse en la política, algo de lo cual no tenía ni zorra idea. Y ese hombre era Torcuato Fernández Miranda, un profesional de la política al que conocí mucho, y en el que todos tienen un interés especial en eliminar de la película. Ónega por razones obvias, porque las servidumbres que le hizo no le gusta recordarlas. Y el resto porque los engañó. Torcuato los fue engañando a todos prometiéndoles a cada uno aquello que querían.

En su libro he leído que uno de los «utilizados» por Fernández Miranda fue José María de Areilza.

La forma en que engañó a Areilza fue magistral. Magistral e inédita en los estilos políticos que se manejaban entonces en España. Torcuato era un tipo con talento para el juego político. Se defendía muy bien a pequeña escala pero siempre con una visión estratégica. Veía más allá del corto y medio plazo.

¿Podríamos decir que Torcuato Fernández Miranda tenía un estilo británico de hacer política?

Sí, pero con un tono italiano, un tono andreottiano. Fue un hombre —también como Andreotti— que nunca tuvo ninguna preocupación económica. Me refiero a preocupación por quedarse con dinero. Al punto que me consta que al final de su vida tuvo que pedir ayuda al Rey porque no le llegaba el sueldo. Esa ayuda la consiguió de un forma un tanto rarita pero… la verdad es que no le llegaba.

Gregorio Morán para Jot Down 1

Usted habló con Fernández Miranda y verificó con él los contenidos de su primera biografía de Adolfo Suárez que fue publicada en 1979.

En la primera biografía de Suárez que escribí no cito tanto a Torcuato. En la segunda la situación había cambiado. La primera y la segunda tienen poco que ver. En la primera, Adolfo Suárez aún era presidente del Gobierno, acababa de ganar las elecciones de Marzo del 79 y era el intocable. Cuando hago la segunda (2009) es a partir de la foto inefable con el Rey (aquella en la que salen los dos de espaldas y el Rey le pasa un brazo por el hombro a Suárez) que es con lo que empiezo mi relato en ese libro. Las reacciones al primer libro fueron brutales. Mucho más brutales desde la izquierda que desde la derecha, lo cual es sorprendente. Santiago Carrillo llegó a decir que era «pornografía política». Entonces Carrillo estaba intentando formar la gran coalición para, de ese modo, entrar en el gobierno; el PSOE estaba muy radicalizado… Adolfo Suárez, sin embargo, reconoció años después que la biografía más objetiva que se había hecho de él en aquellos años era la mía. Porque luego, claro, cuando empezó su decadencia política, lo pusieron a parir.

Hay dos libros porque hay dos etapas. El hombre sigue siendo el mismo, lo que cambia son los entornos. Hay personas que me dieron información para la elaboración del primer libro a los que entonces no podía citar. Algunos de ellos, treinta años después, en el segundo libro, sí los pude citar con nombre y apellidos.

Una de sus aportaciones a la historia reciente de España es la descripción que hace usted en la biografía de Suárez de la votación —entonces secreta— que el Consejo del Reino hizo el 3 de julio de 1976 para elegir la terna que debía ser presentada al Rey para la elección de presidente del Gobierno.

Se ha dicho que fue Torcuato quien me facilitó esa información y no es cierto.

¿No va a desvelar, perdone que le interrumpa, cuál fue su fuente? Ya han pasado treinta y cuatro años.

No, nunca. Porque se quedaría todo el mundo tan sorprendido que parecería una charada. Y el tío —la fuente— se moriría del susto.

Perdone la interrupción. Por favor, continúe con el relato de su entrevista con Torcuato Fernández Miranda.

Sí, se lo voy a contar porque periodísticamente es muy bonito. Yo entonces era joven, audaz y temerario. Más que ahora, claro. En el proceso de comprobación de los datos que había obtenido, a todo el mundo —los que intervenían en mi libro— le decía lo mismo: «usted va a leer la parte que le corresponde antes de que se publique». Con lo que todos encantados. Y yo cumplí estrictamente lo prometido. Pero, como diría el propio Torcuato Fernández Miranda, era una trampa saducea. Porque yo les decía que lo iban a leer, no que lo iban a poder corregir. Ellos pensaban que iban a tener la capacidad de hacer lo que se hacía en el franquismo —y hoy aún más—, eso de «lo he leído, pero esto no me gusta y me lo tiene que cambiar y aquello quítemelo que no puede salir». No, no, yo les respondía que si hubiera errores los quitaría, pero eso no significaba que ellos pudieran corregir.

Con Torcuato fue terrible, fue terrible. La escena con Torcuato fue una de las más hermosas, periodísticamente hablando, de mi vida. Él estaba en su chalet de Somió, en Gijón. Estamos en verano del 79. Entonces Torcuato seguía siendo Torcuato. Tenía mucho poder. Además todo el mundo sabía que yo estaba escribiendo aquel libro. Había mucha tensión. Me presionaban para que enseñara el libro. Pero tenía claro que si lo enseñaba antes de que se publicase, se acababa el libro. Lara (el dueño de Planeta, editorial que publicó el libro), a mí me constaba, lo había dejado leer a algunas personas, pero todos disimulaban como si no lo hubieran hecho. Lara no quería meterse en más líos de los necesarios, por eso no permitió que circulase mucho el manuscrito antes de la edición. No quería verse comprometido a quitar una parte.

Voy a ver a Torcuato a Gijón, me acuerdo como si fuera ahora. Yo entonces estaba pasando una muy mala racha económica y la gente lo sabía. Las ofertas eran suculentas. Hubo un momento en que me decían que podía ganar más dinero vendiendo el libro que publicándolo.

Jaime Campmany, en un artículo de ABC de 28 de octubre de 1979 titulado «El parto de los montes», cuenta que se había leído el libro en una noche gracias al interés que el ministro Pérez Llorca tenía en que no se publicase. Y habla de ofertas de millones y muchas presiones.

Ofrecieron de todo. Le sigo contando mi visita a Torcuato. Entonces mis padres vivían en Oviedo, me fui a su casa y al día siguiente cogí el autobús y me planté en Somió, cerca de Gijón. Me había citado a las cuatro. Hay una cosa curiosa sobre Torcuato: lo vi tropecientas veces; pues nunca me ofreció ni un café. Es una cosa muy significativa. Yo era como del servicio. Era para él —así me veía— como lo fue Ónega en la época del diario Arriba. Nunca olvidaré las forma en que me recibió. Él, a veces, se refería a sí mismo en tercera persona, lo cual me llamó siempre mucho la atención. Decía: «entonces Torcuato Fernández Miranda dijo…» Era una cosa fascinante.

[En este momento Gregorio Morán interpreta delante del entrevistador su escena con Torcuato Fernández Miranda, como si de una obra de teatro se tratara, haciendo las dos voces].

—Torcuato: ¿Ya ha terminado el libro?

— Gregorio: Sí.

— Torcuato: Ah, muy bien, muy bien. ¿Y cuándo piensa usted sacarlo?

— Gregorio: Pues pienso sacarlo ahora en otoño.

— Torcuato: Muy bien, muy bien. ¿Y cuál es la parte que le interesa a Torcuato?

— Gregorio: Le he traído la parte que le había prometido: lo que tiene que ver con el Consejo Nacional del Movimiento, con el Consejo del Reino, las votaciones…

— Torcuato: Pues déjemelo y hablamos, no sé… Llámeme la próxima semana.

— Gregorio: No, no, está usted equivocado. Yo se lo traigo para que lo lea y luego me lo llevo.

Me miró con aquella mirada que tenía él y me responde con cara de pocos amigos:

— Torcuato: ¿Quiere usted decir que me voy a tener que leer esto delante de usted? Pero ¿no se fía usted de mí?

— Gregorio: Yo me fio de usted, pero el libro no se separa de mí.

Usted, entonces, sabía que tenía algo muy valioso, ¿verdad?

Sabía que tenía dinamita. Entonces se puso a leer —con una mala leche de la hostia— y yo allí enfrente, sin un mísero café. Y llega a la parte de las votaciones en el Consejo del Reino para lo de la terna y de muy mala hostia me pregunta:

—Torcuato: ¿Quien le ha dado a usted esto?

—Gregorio: Mire, yo se lo he traído para que lo lea, pero igual que a los otros no les he contado qué datos me ha dado, tampoco puedo decirle a usted quién ha sido el que me ha contado esto.

— Torcuato: De la lectura de este texto se desprende que yo hice trampa, porque aquí hay un voto que entra y sale.

Entonces le hice un gesto como diciendo: eso es problema suyo, no mío. Yo, desde luego, no estaba en aquella reunión del Consejo del Reino.

O sea, que él se da cuenta de que el texto refleja claramente el truco en la votación con el objetivo de favorecer a Suárez. Pero no lo reconoce ¿es así?

En público no, pero delante de mí sí. Yo, entonces le pregunto: «vamos a ver: ¿esto es falso o es cierto?» y él dice: «quién se lo ha dado». En ese momento comenzamos una conversación absolutamente surrealista en la que yo reitero mi pregunta «¿es cierto o es falso?», y él repite: «¿quién se lo ha dado?» y así estamos un rato. Yo le argumentaba que si él afirmaba que era falso tenía que quitarlo, pero si era cierto lo pensaba dejar en el libro. Y él: «¿Quién se lo ha dado?».

Pero él no lo niega en ningún momento.

No lo niega, no. No lo niega porque además era innegable. Yo tenía el manuscrito. Alguien de allí sacó los papeles. Él no lo niega, además, porque técnicamente la operación, la maniobra, era como un elogio para él en el sentido de lo bien que lo había hecho. Porque era una operación andreottiana, era una maravilla de operación. Ojo, una inteligentísima operación teniendo en cuenta que el resto de los presentes en aquella reunión era un personal del todo deleznable. Porque listos allí había dos o tres y eran en total, creo recordar, dieciséis consejeros. Los engañó a todos, los embaucó.

¿Realmente los engaña o los miembros del Consejo del Reino saben de antemano que tienen que incluir a Suárez en sus votos conscientes del poder de Fernández Miranda y de que el Rey estaba detrás? Torcuato —según se puede leer en su libro— había utilizado previamente a Miguel Primo de Rivera para convencer a su suegro, un Oriol y miembro importante del Consejo del Reino, de la necesidad de incluir a un político joven en la terna.

No. Porque tal y como lo había organizado Torcuato se vienen a dar cuenta de la jugada solo en la tercera votación. Hay uno de los miembros del Consejo que manifiesta extrañado que el nombre de Suárez sale continuamente en las votaciones. Pero no es hasta la tercera votación. Es entonces cuando se mosquean, cuando se comienzan a dar cuenta de que los están llevando al huerto. Porque además se van eliminando los nombre fundamentales. La trampa la hace Torcuato y en esencia es sencillísima: Torcuato tiene que conseguir que al menos uno de los quince miembros del Consejo no incluya en su terna a Federico Silva Muñoz, que era el más cualificado de entre los treinta y dos candidatos iniciales. Ahí es donde aparece la trampa. Porque, claro, ¿cómo iban a nombrar a Suárez si había unanimidad acerca de otro nombre? Tiene que romper esa unanimidad. Y eso es lo que más trabajo le cuesta. Organiza un cambalache que le sale perfecto. Por eso todos los miembros del consejo del Reino le odiarán de por vida. Porque los ha engañado.

Pero a mí aquella escena con Torcuato Fernández Miranda en su chalet no se me olvidará en la vida. Lo recuerdo mirándome como si estuviera pensando: «pero, y este hijo de puta, este pringado que además es de Oviedo…» Y yo le hago luego aquella crueldad asturiana que hoy la volvería a hacer. Aquello le ofendió terriblemente. Habíamos estado juntos sin salir de aquella habitación más de cuatro horas. Terminamos pasadas las ocho de la tarde. Entonces me dijo: «Bueno, ya estará contento. Este no es el libro que yo hubiera querido». Yo le respondí que claro, que era yo quien lo había escrito. Porque él pensó que yo iba a hacer de Ónega. Entonces yo le dije que tendría que llamarme un taxi. Aquello fue demoledor. «¿Cómo dice?», me preguntó. Pero es que yo no tenía otra forma de salir de allí, de Somió, en el culo del mundo. Eso de que yo, el pringado, después de hacerle aquello, le pidiera un taxi a él , el jefe de la banda… Se me quedó mirando de aquella manera y pocos segundos después le dijo a su mujer que pidiera un taxi. Se marchó entonces sin despedirse de mí.

En la mayoría de los libros sobre Adolfo Suárez se le describe como un hombre muy simpático, con mucho encanto. ¿Usted lo conoció personalmente?

Sí. La verdad es que era un hombre fascinante. En ese aspecto de las relaciones personales tenía mucho talento. Era un gran político en lo referente al regate en corto. En aquellos años se corrió la voz de que era un gran hombre. Cuando me entrevisté con él, me dijo que no había leído un libro completo en su vida y que, por ejemplo, sobre literatura no podía discutir con nadie porque no sabía. Era un hombre demasiado normal.

Gregorio Morán para Jot Down 2

Entonces, ¿cómo consiguió meterse en el bolsillo a Santiago Carrillo? En una entrevista que es de 2006 pero Público reprodujo en 2012, poco después de la muerte de Carrillo, este dijo: «Suárez vivió y actuó como lo que era, porque Suárez era hijo de los vencidos, no de los vencedores».

Porque eran iguales. Carrillo tenía una cultura mínima. Menos que mínima, diríamos ahora. A Carrillo le gustaban las películas de Luis de Funes, con eso se lo digo todo. Pero la distancia lo presenta de otro modo. Cuando escribió aquello de Eurocomunismo y Estado la gente decía que era un gran libro, de mucha altura ideológica. Y yo, cuando lo leí, me quedé turulato. Era una parida, una gran tontería. La mejor anécdota sobre los políticos de la Transición y la cultura es aquella en la que están cenando varios de ellos en el Palacio de la Generalitat invitados por Josep Tarradellas, el President. Entre los comensales se encuentra Antonio de Senillosa, un político ahora olvidado pero que tuvo mucho peso en aquella época. En aquel momento Adolfo Suárez era presidente del gobierno y en la cena se habla de la situación de España. Entonces Senillosa, que era un hombre muy arrogante, dice, dirigiéndose a Tarradellas: «Pero President, si tenemos un presidente de España que no ha leído un libro nunca». Tarradellas le respondió: «Y esa suerte tenemos, porque imagínese si además lee».

En el último libro publicado sobre Adolfo Suárez —Puedo prometer y prometo, de Fernando Ónega (Debate, 2013)—, en su página ciento veintiocho, después de describir lo bien que se entendieron finalmente Adolfo Suárez y Josep Tarradellas (entonces presidente de la Generalitat en el exilio), su autor, refiriéndose a la situación actual en Cataluña, opina: «nunca entenderé por qué se ha roto aquel entendimiento. Tiendo a pensar que en algún momento España y Cataluña perdieron aquellos hombres de Estado». ¿Es, a su modo de entender, real esa diferencia entre los políticos de la Transición y los actuales?

Ese tema me tiene ya harto. Ahora parece que los padres de la Transición fueron unos políticos acojonantes. Mire usted: los padres de la Transición eran absolutamente impresentables. Lo que pasa es que la cosa salió bien. Le pongo un ejemplo: Miguel Roca Junyent. Este señor consiguió arruinar prácticamente a todo el mundo que se implicó en la campaña política más derrochadora de la historia de España, que fue la de la Operación Reformista. Y todo para no conseguir salir elegido ni él. Solo sacaron un diputado en todo el país.

Cuando en 1976 Adolfo Suárez, que aún no era presidente del Gobierno, defiende ante las Cortes franquistas el Proyecto de Asociación política, pronuncia un gran discurso. En tu libro destacas un trozo que tiene mucho significado: «Pensar, a la altura de 1976, que la eficacia transformadora del sistema no ha sido capaz de fundar sólidas bases para acceder a las libertades públicas es, señorías, tanto como menospreciar la gigantesca obra de ese español irrepetible al que siempre deberemos homenajes de gratitud y que se llamaba Francisco Franco». ¿Qué opinión le merece ese fragmento?

Ese es un texto de Fernando Ónega dictado palabra a palabra por Torcuato Fernández Miranda. El texto es genial, fruto de la privilegiada mente de Torcuato. Adolfo Suárez, hasta que se celebra el referéndum sobre la ley para la reforma política de diciembre de 1976, no es más que una marioneta inteligente en manos de Torcuato. La ruptura se produce en enero. Cuando gana la consulta popular Adolfo Suárez decide: «ahora me toca a mí». Ya ha aprendido. Ha, por así decir, terminado el máster. Entonces es cuando se celebra en el palacio de la Zarzuela aquella comida del Rey, Suárez y Fernández Miranda en la que este último nota que está perdiendo pie.

Usted cuenta en su biografía de Suárez que después de esa comida, a la que había asistido también la Reina y las esposas de los dos políticos, y acompañados de la hermana del Rey, doña Margarita, y su esposo, que se incorporaron a los postres, pasaron a otra sala a ver una película. Entonces, cuando se acababan de apagar las luces —según su relato—, se oyó la voz de Suárez que decía: «¿Pero cómo no voy a estar agradecido a Torcuato? Sería entonces un malnacido».

Torcuato Fernández Miranda se indignó cuando leyó ese relato aquel día que lo visité en su chalet de Somió. «¿Quién le dijo esto?», me suelta. Y yo le pregunto: «¿Es mentira?». Y él: «No, no, pero es que yo ni me acordaba de la película. ¿Quién se lo contó?».

Claro, pero ocurre que en aquella sala solo había ocho personas. Los cuatro matrimonios.

Bueno, y el cámara que proyecta la película.

[Gregorio Morán se ríe satisfecho por el hecho de mantener sus fuentes en secreto, después de más de treinta y cinco años, y saber que muchos, entre ellos el entrevistador, quisieran conocerlas].

¿Qué significó para Adolfo el general Andrés Casinello en aquellos primeros años de la Transición?

Casinello había estado en los servicios secretos del almirante Carrero Blanco y luego a las órdenes de Arias Navarro. Andrés Casinello fue una figura importante de la Transición.

Se ha escrito que Andrés Casinello, en 1974, cuando estaba en los servicios secretos de Franco, facilitó los pasaportes a los socialistas —entre ellos a un joven llamado Felipe González— para acudir al congreso de Suresnes (Francia). Y que influyó sobre ellos para que tuvieran una actitud pacífica y negociadora durante la Transición.

Eso no me lo creo. Los servicios secretos de Franco tenían dos obsesiones: el PCE y Gil Robles. Cualquier conexión democristiana era más peligrosa —para los servicios secretos— que los socialistas. Al PSOE no le hacían ni puto caso. Es alucinante cómo se cuenta, pasados unos años, la historia. Mire, le voy a poner un ejemplo. Hace unos años conocí a unos chicos que iban contando que su padre, que tenía mi edad, era el encargado durante el franquismo de pasar por el puerto de Pajares, entre Asturias y León, a Felipe González. Yo me quedé de piedra. Según estos muchachos su padre facilitaba —como si hubiera en el puerto de Pajares una frontera muy vigilada por los cuerpos de seguridad— las visitas a los mineros asturianos de González cuando venía de Madrid. Yo he pasado por Pajares miles de veces y nunca ha habido allí ni una pareja de la Guardia Civil. Además, si la hubiera habido, no habrían conocido a Felipe. Pues ahora la gente va y se inventa la clandestinidad donde no la hubo. Yo asistí como periodista al XXVII Congreso del PSOE que se celebró en Madrid en diciembre de 1976. El partido aún no era legal. Pero ellos celebraron tranquilamente su congreso en un hotel madrileño. Allí vi a Olof Palme, a Willy Brandt a Altamirano, el chileno… Y la policía no entró a detener a nadie.

¿Es verdad que Andrés Casinello pasaba información sobre Arias Navarro a Suárez?

Se la pasaba a Torcuato que era el analista, el que sabía manejar los tiempos de la defenestración de Arias Navarro. El viaje del Rey a EE. UU. lo organiza Torcuato.

¿El Rey no participaba en toda aquella estrategia para quitarse de en medio a Arias Navarro?

El Rey no tenía talento para todo aquello. El Rey tiene un talento borbónico, es decir: muy limitado. Lo ha demostrado reiteradamente, no es una calumnia. Además de que históricamente no hubo ningún Borbón con talento. Se les dieron bien —porque eran reyes— las mujeres, la caza, etc… El dinero incluso. Pero para la política nunca tuvieron mucho talento.

He leído en varios libros sobre Suárez la expresión «si Graullera hablara».

José Luis Graullera se llevó muchos secretos a la tumba. Era el hombre de los secretos. En aquellos años la impunidad era mayor. Si alguien hubiera insinuado entonces que Graullera tenía que pasar por los tribunales, seguro que Adolfo hubiera dicho: pero bueno, y para qué están los tribunales. Acto seguido habría encargado a Pérez Llorca, «el zorro plateado», que se encargara del asunto.

José Luis Graullera se vio implicado en el juicio contra Mario Conde.

Lo que hundió a Conde fue su intención de echar un pulso al Estado. En la escalada de ambición de este tipo de personaje hay un momento que pierden la noción de los espacios. Y el Estado es una mierda, sí, pero como enemigo es implacable.

Gregorio Morán para Jot Down 3

Hay una famosa carta que usted reproduce íntegra y en castellano en su biografía de Suárez de 2009. Me refiero a la que presuntamente envió el Rey al Sha de Persia pidiendo diez millones de dólares para la UCD, el nuevo partido de Adolfo Suárez. Esta carta aparece citada también en Los que le llamábamos Adolfo, el libro del periodista Luis Herrero (La esfera de los libros, 2007). ¿Se financió de este modo la creación de UCD?

Según Suárez en su partido no entró ni un duro proveniente de esa fuente. Tuve que comprar el libro —The Sha and I de Asadollah Alam, un antiguo ministro de Reza Pahlevi— en el que aparece esa carta. lo compré en EE. UU. Y gracias a mi mujer, que traduce del inglés, realicé la transcripción en castellano.

Pero hay diferentes versiones sobre las fuentes de financiación de la UCD. Se habla de Irán, de Arabia Saudí, de los bancos españoles, de la CIA…

Hay un nombre importante en este asunto, el de Prado y Colón de Carvajal, el amigo del Rey. Este señor, que era un personaje absolutamente increíble, es otro que se ha llevado muchos secretos a la tumba. En mi libro cuento que se aprovecha de que Suárez no habla inglés para confundirlo con los millones y los miles.

Es muy importante, hablando de la financiación, el dinero que se pone para liquidar a Suárez. Llega un momento en que la CEOE, y a su cabeza Ferrer Salat, piensa que Adolfo Suárez es un peligroso izquierdista, que es capaz de pactar con el PSOE, o peor, con el PCE. Recuerdo haber hablado de este tema con Ferrer Salat en el 79, cuando preparaba el primer libro sobre Suárez. Entonces estaban muy amedrentados porque Adolfo Suárez había ganado las elecciones. Ahí se monta la conspiración para acabar con Suárez desde dentro del partido. Comenzaron a decir que los iba a llevar a la ruina. Curiosamente se decían entonces de Suárez cosas parecidas a las que hoy se dicen de Mariano Rajoy. Pero con la diferencia de que Rajoy tiene mayoría absoluta y es gallego —que eso es importante— y no les hace ni puto caso.

Entonces Suárez no dimite, sino que lo hacen dimitir. ¿Es así?

Absolutamente. Entre la derecha, el ejército y el Rey, se lo cargan.

La historia de que los generales le ponen a Suárez las pistolas encima de la mesa ¿es verdad o una leyenda?

Es verdad, pero no literalmente. No hay pistolas. No es exactamente así. Eso de las pistolas forma parte del guión tipo Hollywood de la Transición. Se celebra una comida en el Palacio de la Zarzuela. Adolfo Suárez no sabe que se va a celebrar. El Rey lo invita a última hora y se encuentra allí con la cúpula militar. Suárez se mosquea mucho. En un momento dado el Rey se levanta y dice: voy un momento al lavabo. Y los deja solos. A los militares y a Suárez. Entonces los militares le dicen que no están dispuestos a consentir que la cosa continúe así. En ese momento sí hay alguno que hace metáforas con la palabra pistola. Pero no llegan a sacarlas, no era necesario. Hubiera sido algo absurdo. Hay que decir —haciendo un inciso— que Suárez tiene tropecientos defectos, pero hay que reconocerle algo que demostró siempre: una valentía inigualable. Muy superior a la de esos mando militares. Si es algo referente a la inteligencia o al talento, se le puede cuestionar. Pero la cuestión testicular la tenía muy bien colocada. Cuando el Rey volvió, el almuerzo continuó. Pero Suárez tenía ya bastante claro que había llegado a un punto de no retorno.

¿Eran conscientes el Rey y Torcuato Fernández Miranda de que tenían poco tiempo para llevar a cabo la Transición? Lo digo porque si se analiza una cronología de aquel periodo todo transcurre con mucha rapidez.

La Transición empieza con la muerte de Franco, en noviembre del 75, y termina con la victoria en la elecciones generales del PSOE de octubre del 82. Es verdad que, sobre todo en su primera parte, la Transición va bastante rápido. Había que contentar a los diferentes sectores, principalmente a la izquierda. Una de las cosas más curiosas que ocurren entonces es lo que podíamos calificar de los engañadores engañados. Es decir: Adolfo Suárez y la derecha pensaban que el poder de la izquierda era acojonante. Carrillo tiene el talento de convencer a Suárez de que él puede poner en la calle a miles y miles de activistas. También le ofrece —en aquella primera reunión clandestina— que a partir de la legalización, el PCE será capaz de frenar cualquier movimiento desestabilizador. Pero, le dice, siempre que ocurra algo tendrás que avisarme a mí. Fíjese qué astucia la de Carrillo. De ese modo se convierte en un interlocutor privilegiado. Suárez terminará dándose cuenta de que a la postre dicho intermediario no le sirve para nada. Porque Carrillo controlaba poca cosa. Y sobre todo después de las elecciones generales de junio del 77, en las que el PCE pasa a ser un partido más (veinte diputados y un nueve por ciento de votos). Entonces todo cambia.

¿En qué consistió el llamado «El pacto de los editores», ese acuerdo para no publicar informaciones que podían comprometer o perjudicar al Rey y a la monarquía que tuvo vigencia durante la Transición? ¿Continúa en vigor ese pacto?

Yo no creo que, como parece indicar la expresión, los editores de los medios de comunicación más importantes de la época se reunieran y acordaran nada. Sencillamente se produciría en algunos casos una llamada de Zarzuela para decir a un editor (o dueño de medio de comunicación) lo que tenía que hacer en un momento determinado. Era obvio que el Rey era una figura intocable. Por lo tanto no se podían sacar informaciones sobre él. En una medida semejante a lo que ocurre ahora. Es decir: que si hay un reportaje en el que el Rey aparece en una situación no decorosa o comprometida, llamaran desde Zarzuela a un millonario para que simplemente compre esas fotos. Así se arreglan las cosas.

Hablemos del papel de la prensa y el resto de medios durante la Transición. ¿Hasta qué punto cumplió con su función de control al poder?

Visto desde la perspectiva de hoy, diciembre de 2013, la prensa de la Transición era lo más audaz y temerario que uno se puede imaginar. Porque ahora ya no se puede decir absolutamente nada. En la Transición hay varios periodos. El anterior a las elecciones de junio del 77 es un periodo interesante. No porque se pudiera decir de todo, sino porque todo era muy raro. Por ejemplo: a mí me detienen por aquel asunto del comisario Conesa. Y la detención ocurre en la misma redacción del periódico, Diario 16. Nunca tuve del todo claro por qué me habían detenido. Luego supe que el general Milans del Bosch estaba detrás. Me llevaron a la calle del Reloj número cinco, donde había entonces un famoso sitio de torturas. Pero no ocurrió nada. Había un policía que me hizo los papeles y allí me quedé. Luego, delante del juez, pregunté que por qué había tenido que pasar allí la noche. «Mire, yo no lo sé —me dijo el militar togado— yo lo único que le puedo decir es que mi general Milans del Bosch me dijo: “quiero a ese chaval (que no debió decir chaval sino ‘ese hijo de la gran puta’) aquí mañana a las nueve”». A las nueve del día siguiente firmé y me marché.

Gregorio Morán para Jot Down 4

En la página web de la Fundación March se puede consultar el Archivo Linz de la Transición española. En ese archivo se guarda la noticia que el diario El Alcázar publicó el 21 de mayo de 1977 sobre su detención. Le leo, por lo curioso que hoy resulta, el final de la noticia: «El tribunal que entiende el caso planteado abrió proceso contra Gregorio Morán el pasado 10 de mayo que se encuentra en estos momentos en libertad condicional, tras haber pagado una fianza de doscientas mil pesetas. El señor Conesa pide una indemnización de veinte millones de pesetas, pues estima que la publicación le ha perjudicado una operación que mantenía con la editorial Planeta». Parece que con su reportaje en Diario 16 fastidió el negocio de este señor para publicar algo en Planeta.

Sí, claro, seguro que tenía ya hablado con la editorial la publicación de un libro. Puede que para contar la liberación de los generales secuestrados por el GRAPO, el grupo terrorista. No lo sé. El periodismo durante la Transición no se puede afirmar de forma categórica que fuera más libre. Sí que fue más caótico. Había más posibilidades. Por ejemplo me acuerdo de lo que entonces era ser fotógrafo de prensa. Entonces había una cantera magnífica de fotógrafos. Es verdad que luego la trayectoria que han seguido algunos de esos fotógrafos fue curiosa. Por ejemplo yo me acuerdo de que el fotógrafo más audaz —no el mejor técnicamente, pero sí el más valiente— era Alfonso Rojo. Entonces Alfonso era mi fotógrafo y además era el representante de la CNT. Vete a recordárselo ahora. Y nos metimos en unos líos tremendos. Porque entonces investigaba yo las tramas ultraderechistas y ese es un tema delicado.

¿Eran los GRAPO un grupo terrorista organizado por la ultraderecha? Se argumenta esta posibilidad en El zorro Rojo (una biografía de Santiago Carrillo recientemente publicada por Paul Preston). Dice Preston (Página 298) que tres ministros (Gutiérrez Mellado, Martín Villa y De la Mata Gorostizaga) estaban convencidos de ello. Los secuestros de Antonio María de Oriol y Urquijo y de Emilio Villaescusa, que fueron reivindicados por el GRAPO, serían junto con los asesinatos de los abogados laboralistas del despacho de la calle Atocha, y siempre según esa teoría, esfuerzos de la ultraderecha para desbaratar la Transición.

Hombre, después de lo de Pio Moa… El que redactaba los comunicados del GRAPO era el hoy escritor Pio Moa. Hay historias paralelas muy interesantes. ¿Sabía usted que los archivos del Movimiento Nacional se quemaron? Pues esta es una de esas cosas interesantes que poca gente sabe. Martín Villa ordenó en 1977 que se prendiera fuego a todos aquellos papeles. Con lo que, por ejemplo, toda la información sobre confidentes e infiltrados se la llevaron las llamas. En Barcelona se conoce la fábrica en la que se quemó todo. Eran mucho kilos de papel. Yo he trabajado (investigado) en los archivos de la administración que hay en la calle Alcalá, pero lo más interesante no está allí. Uno de los rasgos más característicos de la Transición es que se amnistiaron a sí mismos. Yo fui militante clandestino durante un montón de años. A mí me hubiera gustado saber qué confidente tenía yo. Yo sabía que había alguien de mi entorno que pasaba información sobre mí. Si esos archivos no se hubieran quemado, habría sabido quién fue. Pero siempre me quedaré con la duda. El GRAPO no fue una invención policial. Lo que si hubo fue lo que podríamos llamar una instrumentalización del GRAPO. Los integrantes del GRAPO venían de Galicia y eran claramente unos pringados a los que manipularon.

¿Infiltró la extrema derecha a alguien en los GRAPO?

No se podía meter a un agente de extrema derecha en un grupo como aquel. En los movimientos subversivos se puede infiltrar un agente, pero debe ser alguien que en apariencia sea más radical que los que ya están dentro. Recuerdo el caso del Lobo, el famoso infiltrado en ETA. Recuerdo que en aquella época había muchas detenciones y a mí se me había encargado por el partido que documentara aquellos arrestos. Hoy lo de ETA parece una leyenda viva, pero las situaciones que se daban entonces eran para partirse de risa. Al comando en el que estaba infiltrado el Lobo, después de cometer varios atentados, no se le ocurre otra genialidad que convocar al infiltrado a una reunión en el Paseo Rosales de Madrid. Van y le dicen: «Oye, estamos sospechando que tú eres un confidente», el Lobo va y responde como ofendido: «¿Cómo? ¿Que sospecháis de mí? Pues a partir de ahora estoy fuera. Vosotros decidiréis qué vais a hacer conmigo. Yo con esa sospecha no estoy dispuesto a seguir. Quedo a la espera de vuestra decisión». Esa noche no quedó ninguno, los detuvieron a todos. La policía se los llevó a todos ellos a comisaría. Claro. Por gilipollas.

En el reciente libro del historiador Paul Preston sobre Santiago Carrillo, El zorro Rojo, su último capítulo lleva el llamativo título de «De enemigo público número uno a tesoro nacional 1970-2012». Carrillo, en 1974, decía cosas como que «Juan Carlos es una criatura de Franco…» y que no había más salida que la República. Entonces decía públicamente que era necesaria la ruptura democrática. «¿Qué realismo es ese que se imagina el paso de una dictadura fascista a una democracia sin que medie una verdadera revolución política?» es otra de sus frases de la época. ¿Cómo cambió tanto en tan poco tiempo para aceptar la petición de un enviado de Juan Carlos de Borbón (Nicolás Franco) de mantener la calma cuando se produjera el «hecho sucesorio» y luego para aceptar la propuesta de Suárez de renunciar a la bandera y a la República a cambio de la legalización?

Es una cuestión bastante compleja porque ahí se mezclan, como en todo, elementos personales. Cuando éramos jóvenes dábamos poca importancia a los elementos personales y pensábamos que las coyunturas, las crisis, los contextos, etc… tenían más trascendencia. Vamos a ver: la legalización del PCE es un acuerdo al que llegan Adolfo Suárez y Santiago Carrillo solos. Sin el Rey y sin Torcuato. Para entender la legalización del PCE los elementos personales son fundamentales.

¿Entonces no es cierto que el Rey habló con Ceaucescu, el Presidente de Rumanía, que tenía buena relación con Carrillo?

Eso es verdad, pero había ocurrido mucho antes. Es verdad que el Rey mandó a Prado y Colón de Carvajal a hablar con Ceaucescu. Lo que el Rey quería durante todo aquel periodo previo a la legalización era que el PCE aceptara un cambio de nombre, que se hiciera la legalización a la griega. En Grecia el partido comunista había participado en la Guerra Civil y se le dejó luego participar en política, pero con otro nombre. Algo así como Agrupación Democrática de Izquierdas. Esa fórmula al Rey le gustaba mucho porque de ese modo, quitándose de encima la palabra comunista, eliminaba la presión de los militares. Además a los EE. UU. también le hubiera gustado mucho que se hiciera así. Es decir: había muchas opiniones que coincidían en que había que legalizar el Partido Comunista pero sin que fuera el Partido Comunista. Ahora —treinta y cinco años después—, cuando analizo estos asuntos, me doy cuenta de la importancia de los aspectos personales. Carrillo, entonces, cuando vuelve a España, tenía ya una edad, casi setenta años. Aquel que pasa por delante de él es el último vagón del último tren. En mi libro Miseria y grandeza del Partido Comunista de España cuento que Carrillo, al morir Franco, sabe que ese tren se ha puesto en marcha. Entonces reúne en París a su cúpula, la del PCE en el exilio —catorce personas— y les dice: « Todos tenéis que volver a España». Les dice que él también va a volver. Le sugieren un debate, pero él dice que no hay nada que discutir, que «a volver todos». Recuerdo que yo tuve que recoger desde dentro de España a muchos de ellos, modestos funcionarios de la revolución, que venían acojonados. Treinta o cuarenta años sin pisar España y regresaban con mucho miedo. Entonces Carrillo fuerza las situaciones. Monta una rueda de prensa en la calle Atocha de Madrid (noviembre de 1976) con muchos periodistas presentes. Rueda de prensa con la que busca ser detenido. Quiere que lo detengan porque si eso no ocurre sabe que va a quedar en ridículo. Si no lo detienen significa que no es peligroso, que no tiene poder. La detención es pura parodia. Martin Villa, entonces ministro de Interior («de Gobernación» se llamaba entonces al cargo), le ofrece un pasaporte para volver a París. Carrillo se niega y, claro, lo meten en la cárcel. Pero no pasa fin de año en la cárcel. Entonces viene la negociación con Suárez.

La negociación se tuvo que realizar en el más absoluto secreto. El Rey no se podía enterar porque estaba en contra de la legalización tal y como se hizo. No solo era contrario el Rey, sino todo el gobierno y por supuesto los militares.

Y Torcuato Fernández Miranda también era contrario a la legalización, ¿no?

Lo de Torcuato es curioso. Torcuato —me lo dice a mí en las conversaciones que mantuvimos para la biografía de Suárez— era partidario de la legalización del Partido Comunista, pero a su ritmo. Y quiere ser él el que se entreviste con Carrillo en Madrid. Le sentó mal que Suárez se le adelantara. Su argumento era que un presidente del Gobierno no debe encontrarse con un dirigente de un partido ilegal, pero que él sí hubiera podido hacerlo. Entonces él era el presidente de las Cortes, con lo que opino que su argumento era bastante débil, pues él también era el representante de una institución del Estado. De ahí el cabreo de Torcuato cuando se entera de la reunión secreta de Suárez con Carrillo. Aquí entra José Mario Armero como intermediario entre Suárez y Carrillo. José Mario Armero era un informador de los Estados Unidos.

Se dijo que José Mario Armero era un agente de la CIA.

No. Un simple agente de la CIA puede ser un pringado. José Mario Armero era alguien más importante, informaba directamente al Departamento de Estado de los Estados unidos.

Vernon Walters fue entre 1972 y 1976 director adjunto de la CIA y llegó a entrevistarse con Franco. ¿Tuvo Armero relación con él?

Claro. José Mario Armero era amigo de Vernon Walters. Armero es el que monta el encuentro de Carrillo y Suárez. Y visto desde hoy podríamos decir que fue como una reunión de Anna Magnani con Sophia Loren. Dos actrices soberbias, dos vedettes. La conversación duró muchas horas. Me contó José Mario Armero que tuvo que mandar a su mujer a comprar algo para que comieran porque la cosa se alargaba. Ellos estaban a lo suyo, contándose su vida, sus batallas. Amor a primera vista.

Gregorio Morán para Jot Down 4 b

Parece ser que Suárez, en aquella primera reunión, ejercitando su capacidad de seducción, le dice a Carrillo: «En España hay dos políticos: usted y yo».

Hay que decir que pasaron al tuteo a la primera de cambio. Allí nació una amistad. El pacto fue muy sencillo. Carrillo le dijo a Suárez que no podía cambiar el nombre del partido, pero que si le legalizaba el PCE, podía aceptar la monarquía y la bandera y comprometerse a controlarle cualquier movilización o revuelta callejera. Fíjate si Carrillo cumplió lo pactado con Suárez que recuerdo un mitin del PCE en la plaza de toros de Las Ventas, durante los primeros años de la democracia, en que a unos chicos se les ocurrió sacar una bandera republicana. Pues llegó la seguridad del propio PCE y los forró a hostias. Había órdenes estrictas.

¿Y es verdad eso de que Carrillo llegó a decir al resto del Comité Central del PCE que no les podía contar lo que había hablado con Suárez porque era secreto de Estado?

Sí, eso es así. Pero no era la primera vez que actuaba de ese modo. Carrillo le cuenta la reunión con Suárez solo a dos militantes. Pero se la cuenta a su manera. Carrillo, veinticuatro horas después de hablar con Suárez, convocó al Comité Central y les comunicó los cambios (bandera, monarquía…). Aquello fue una demostración impresionante de poder para Suárez. Carrillo estaba cambiando cincuenta años de historia del PCE en un día. Con el miedo que se tenía a los comunistas, Suárez quedó encantado al ver cómo Carrillo manejaba aquello. Carrillo liquidó en aquel momento el partido, claro, pero eso a Suárez le importaba un comino. Suárez y Carrillo pactaron hasta las fechas. Buscaron una fecha idónea, la Semana Santa. Y en ese día pactado, Suárez hace exactamente lo mismo que Carrillo: no se lo comunican a nadie. Suárez solo avisa, pero sin desvelar de qué. Pide que el viernes por la noche haya alguien de guardia en información para que todos los medios de comunicación puedan recibir una noticia por si acaso ocurre algo. A Martín Villa, como ministro de interior, se lo cuenta una hora antes. No consulta con nadie. Hace lo mismo que Carrillo.

El Rey se pilló un cabreo monumental. Porque tampoco sabía nada. A partir de ese momento comienza la caída de Adolfo Suárez. Fernández Miranda tampoco tenía ni idea. Y tres años después, cuando me entrevistaba con él para el libro de Suárez, me hizo gracia que, argumentando a favor de que debía haber sido él quién se entrevistase con Carrillo, utilizase además el hecho de que Carrillo y él eran de Gijón. Como si fuera importante para el éxito de la negociación el que los dos fueran de la misma ciudad. Es curiosa la ingenuidad que a veces muestran las personas más inteligentes y calculadoras.

En la página cuatrocientos ochenta de las memorias de Teodulfo Lagunero (Umbriel) cuenta que él concertaba los contactos de Carrillo con políticos del franquismo. Fue Lagunero quien le presentó a José Mario Armero en París. Carrillo le pidió a Lagunero que en un viaje a Londres contactara con Fraga Iribarne, que entonces era embajador allí (lo fue en el periodo 73-75). Parece ser que Fernando Morán, que luego fue ministro de exteriores con Felipe González y entonces era cónsul en la misma embajada de Londres, le quitó la idea de la cabeza. Le dijo que Fraga quería ser quien liderase —dentro del respeto a las ideas franquistas— el proceso «democratizador» después de Franco y que no estaría interesado en ver a Carrillo. ¿Sería este un buen ejemplo del poco interés que los líderes del franquismo reformista tenían entonces, al principio, de escuchar a los líderes de la oposición demócrata?

Yo del inefable Lagunero me lo tomaría todo entre comillas. El papel de Lagunero fue absolutamente residual. No fue él quien puso en contacto a Carrillo con José Mario Armero. Si este último se entera de que el primero lo fue contando, se levanta de la tumba y lo mata. Lagunero era un señor del sur que ganó mucho dinero. Carrillo lo utilizó para la intendencia. La casa donde veraneaba Lagunero en Cannes era un sitio idóneo para celebrar reuniones al más alto nivel. Lagunero, políticamente hablando, no hace absolutamente nada más que servir de palanganero. Fraga no quiso ver a Carrillo porque le daba miedo. Pero, mucho antes, en el periodo de Arias Navarro como presidente del Gobierno, se celebró una reunión entre la gente de Fraga y algunos representantes del PCE. Se celebra esa reunión en la librería Turner, en la calle Génova. Representando al PCE acuden Armando López Salinas y otro que no recuerdo. Y por parte de lo que empezaba a ser Alianza Popular estuvo presente Pérez Escolar entre otros.

En referencia a Fernando Morán hay que decir que el que quería ser la gran figura era él mismo. La ambición de Fernando Morán era ilimitada.

Y el problema de Fraga era el concepto tan alto que tenía de sí mismo. Igual que Suárez tenía un concepto muy pobre de su persona, Fraga era lo contrario. Fraga era Fraga. Yo nunca conseguí hablar con Fraga sobre Suárez. No quería. Suárez (como presidente de Gobierno) era una humillación para Fraga. Que no lo hubieran escogido a él y sí a Suárez —al que despreciaba intelectual y profesionalmente— era algo que no podía soportar.

[En un momento de la entrevista Gregorio Morán apunta un nombre en mayúsculas sobre una servilleta. Pasada casi una hora interrumpe al entrevistador].

Hace un rato he apuntado un nombre que me parece clave para entender la Transición. Me refiero a Navalón, Antonio Navalón.

¿Por qué le parece que Antonio Navalón es un personaje clave de la Transición?

Yo tengo el único libro que escribió Antonio Navalón de verdad. Me refiero al primero, que es una especie de homenaje a Suárez publicado cuando es presidente. Es un libro alucinante. Debió vender tres ejemplares y uno de ellos es el que tengo en casa. Navalón es clave porque estuvo en todo. Estuvo primero con Suárez. Es luego el hombre clave de Boyer en la liquidación de Rumasa. Además —tome nota— trabajaba para Ruiz Mateos cuando aquello se produce. Es pieza clave de aquella expropiación. Navalón entra luego como subsecretario en el BOE cuando Solchaga es ministro de Economía. Es el hombre de Mario Conde en algunos asuntos muy polémicos. Ahora es el representante del grupo PRISA en México. Y lo último que ha descubierto es que es judío. Lo que le faltaba a Navalón acaba de ocurrir: ¡ahora ha descubierto que es judío! La verdad es que Navalón es un apellido judío. Resulta que su hermano es un rabino influyente en la comunidad judía de Nueva York. Navalón ha estado en todo: la UCD, el PSOE, el PP. Navalón es puro sistema.

Gregorio Morán para Jot Down 5

En 1984, en Toledo, en un lugar llamado San Juan de la Penitencia y promovido por la Fundación José Ortega y Gasset, la clase política y algunos historiadores se reunieron para definir —según dices en un artículo— cómo debía pasar a la historia la Transición. En 2007 se funda la Asociación para la defensa de la Transición que comienza presidiendo el teniente general Andrés Casinello. Los firmantes de la escritura fundacional son Andrés Cassinello, Rafael Ansón, Aurelio Delgado, Ignacio García López, José Luis Graullera, Ernesto Jiménez Astorga, Eduardo Navarro y Manuel Ortiz, los más cercanos a Suárez. En 2000 (veinticinco aniversario), el congreso concedió cuatrocientos millones de pesetas y se creó una comisión para estudiar históricamente la Transición. ¿Por qué hace falta defender tanto la Transición?

Hombre, porque la Transición fue un negocio fabuloso. Lo que pasa ahora es que la empresa ha quebrado, pero entonces fue un gran negocio. La Transición es una operación que se realiza entre muy pocas personas. Y todos ganan. Unos ganan más que otros, pero todos ganan. Ganan todos los que participaron, no me refiero a la población. Y ganan mucho. Por ejemplo Carrillo. En sus últimos años Carrillo parece un senador romano. La gente iba a verle como si fuera a ver a san Pablo. Todos se quedaban admirados ante él: «qué señor, qué bien se expresa, que humildad, que sencillez». Eso exclamaban al verlo. Cuando en los últimos años veía a Carrillo se me revolvían las tripas. Ver a un señor que conoces muy bien, que sabes que es capaz de lo peor y verlo convertido en un abuelo encantador. Pues imagínese lo que pasaba por mi cabeza.

¿Por qué siempre que se ha intentado debatir sobre la Transición a lo largo de estos años se ha acabado en los insultos? Por ejemplo Javier Tusell y Javier Pradera contra Viçenc Navarro en El País y en Claves de la Razón Práctica en 2010. O Fernando Savater en su artículo «¿El final de la cordura?» de 3 de noviembre de 2008, en El País, donde termina escribiendo: «Ahora veo derribar la cárcel de Carabanchel, en la que hace cuarenta años pasé una breve y no diré que feliz temporada. La despido sin tanta nostalgia como muestran por ella los que no la conocieron por dentro. Y así me gustaría ver irse también al olvido a los hunos y los otros, como diría don Miguel, a quienes no olvidan porque su memoria viene de la ideología y no de la experiencia. Son el peor cáncer de la España actual, la de la crisis, el paro y la hostilidad centrífuga».

Esto se debe a su propia mala conciencia. Yo ahora publicaré un libro, un folleto de unas ochocientas páginas o cosa así, en el cual cuento la Transición exclusivamente desde el punto de vista de los intelectuales. Es un libro que abarca desde el 62 hasta el 96. Ahí aparecerán muchas de estas manifestaciones. Todos estos eran más que radicales al comienzo y durante la Transición. Es el golpe de estado del 23 de febrero de 1981 lo que los conmociona y los convierte a todos en simpatizantes del PSOE. No se quiere revisar ese periodo histórico, lo que se llamaría el tardofranquismo, los últimos años de Franco y los primeros de la democracia, porque las cosas que se dijeron eran una bestialidad. Bestialidad en el sentido de que, por ejemplo, había algunos que eran partidarios de la lucha armada. Todo eso hasta que llega el 23-F. Después del golpe se les baja la adrenalina, todos se acojonan e ingresan en masa en el PSOE. Pero es que revisar la Transición, para muchos, es revisar su propia vida. Ahí tienes a Martín Villa. Acaba de entrar en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas un tipo que es un fascista.

De ese asunto quería yo también preguntarle. El discurso de entrada de Rodolfo Martín Villa en la citada Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, que fue pronunciado el 26 de noviembre de 2013, y que se puede leer en internet , tuvo como título «Claves de la Transición, El cambio de la sociedad, la reforma en la política y la reconciliación entre los españoles». En ese discurso utiliza Martín Villa un párrafo del libro de Raymond Carr y Juan Pablo Fusi, España, de la dictadura a la democracia, para definirse a él mismo y a los que como él trajeron la democracia: «El factor generacional fue un componente decididamente importante del aperturismo. Se trataba de jóvenes procedentes del falangismo universitario, de la ACNP, o del monarquismo, nacidos hacia 1930-1940 y que por tanto no habían luchado en la Guerra Civil… Era una generación liberal, dialogante y europeísta, convencida de que la nueva y modernizada sociedad española de los sesenta exigía un sistema político igualmente moderno y nuevo equiparable a las democracias occidentales. Esto no era obstáculo para que muchos de ellos ocupasen cargos públicos, aceptasen la legalidad del sistema y, en suma, asumiesen las responsabilidades que se derivaban de su integración política en el Régimen. Creían en la reforma desde dentro, no en la revolución desde fuera». ¿Qué opina de esto?

Esto es un olvido absoluto de un fascista medular. Me afecta a las neuronas. Si eso es así, si ellos eran demócratas ya en el franquismo, entonces los demás, los que vivíamos en la clandestinidad, éramos gilipollas integrales. Porque según eso lo que teníamos que haber hecho era hacernos de Falange y esperar. Claro. Es que esto que dice Martín Villa es una auténtica ofensa generacional. Porque es verdad que les salió bien y por eso pueden seguir escribiendo estas cosas. Pero esto sigue siendo una mentira absoluta y escandalosa.

¿Les salió bien? No todo el mundo está de acuerdo en que les saliera bien la Transición. En el año 1991 se emitió un debate especial en el programa La Clave (dirigido por el periodista José Luis Balbín) que entonces se podía ver en Antena 3. Se tituló «500 claves de la transición» y en él se contiene una muy valiosa intervención de Antonio García Trevijano, que a la afirmación de José Mario Armero en el sentido de que en España sí hay democracia, argumenta que en España lo que hay son libertades pero no una democracia auténtica y completa. Apoya su afirmación en dos realidades: primero, el elector (por haber en España un sistema electoral proporcional en lugar de mayoritario) no elige realmente al representante que él quiere. «El sistema proporcional termina inevitablemente en el gobierno de una oligarquía» dice García Trevijano. Y segundo porque «igual que con Franco, hay un solo poder, que es el ejecutivo, que es el que manda sobre el judicial y el legislativo». Concluye García Trevijano manifestando que «la Transición fue un pacto y de algo así solo puede derivar corrupción».

Les ha salido bien a los que les ha salido bien. Les ha salido bien a los bancos y a aquellos que capitanearon la Transición. Incluso a aquellos que tenían serias dudas de que la Transición fuera a funcionar y temían por sus intereses. A esos les salió que ni bordado. Fue la operación perfecta. El PSOE de la primera etapa, por ejemplo. ¿Cómo Solchaga no va a decir que la Transición fue modélica? Si cuando yo lo conocí era asesor de la UGT en Bilbao donde ganaba una mierda de dinero y ahora es multimillonario. Les ha salido como Dios. Lo que ocurre ahora con la infanta y con Urdangarin es una herencia de la Transición. En el comienzo de la Transición hubo cosas como estas, pero no se sabían. Vamos, las sabían solo los que las sabían, punto.

Se publica en 2013 La Transición contada a nuestros padres de Juan Carlos Monedero (Editorial Catarata). Según Monedero, la corrupción que sufrimos en España viene de la Transición porque seguimos teniendo una sociedad franquista. No hemos tenido el «antifascismo» que según Monedero «es una reclamación radical del republicanismo democrático caracterizado por virtudes públicas que hacen, por ejemplo, que los políticos dimitan cuando se ven inmersos en casos de corrupción». Según Monedero ese antifascismo opera en Alemania, pero no en Italia y en España ¿Está de acuerdo con esa visión de la Transición?

Si, si, por supuesto. En Alemania hay una expresión acerca del nazismo que generó mucha polémica: «El pasado que no quiere pasar». Aquí, el pasado, no es que no quiera pasar, es que ni ha pasado. Se ha borrado incluso de la historia. Se ha quemado.


Fuente. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178811


_______________________________________________________________________________________


MANIFIESTO 14 DE ABRIL DE 2015 DE LA ASOCIACION DE CIUDADANOS POR LA REPUBLICA DE CUENCA
Hoy, 14 de abril, celebramos nuevamente el aniversario de la proclamación de la Segunda República española. Es para nosotros,  en Cuenca,  el octavo año consecutivo que nos reunimos  los movimientos sociales en torno a esta fecha.

 El 14 de abril fue hace 84 años-  y sigue siéndolo hoy con la misma fuerza, -. la   reivindicación  , la reclamación y la expresión de la   misma esperanza de cumplimiento  de  un orden social, económico, político y constitucional republicano frente a todas las monarquías. El 14 de abril de 1931 fue la fiesta de una nación  que comenzaba a encaminarse por la vía de la equidad, la igualdad, la fraternidad y el gobierno del pueblo.

Esa inmensa esperanza solo fue frustrada por las fuerzas de las oligarquías, de las potencias del capital y los intereses de los poderosos. Todos ellos  creían  que basta  un sangriento genocidio  para acabar con  el viento del pueblo. No lo han conseguido.  Esta inmensa esperanza tampoco pudo frustrarse con engaños de pactos y maniobras en torno a inventadas transiciones llamadas hipócritamente ejemplares cuando no eran sino acuerdos de camarillas, ejemplares sí, pero para sus privilegios.  La reclamación de la dignidad de las clases trabajadoras  no podrá nunca apagarse  por muy  protegida que esté la injusticia y la indignidad  con  una desinformacion sistemática  y por muchas restauraciones que se disfracen  de modernidad. La reclamación de Republica siempre se levantara  frente el orden explotador que siempre sufre la clase trabajadora   

Ni ochenta y cuatro años han podido borrar la aspiración popular, ni ninguna otra falsificación, ni otra cara en ese  trono creado por Franco y las oligarquías de los poderes fácticos lo lograran nunca. Constantemente, cualquier nuevo acontecimiento, cualquier nueva crisis vuelve a sacar a la luz la necesidad del orden republicano que reclamábamos. Al contrario, el capitalismo saca cada vez de manera mas franca su odioso rostro de explotación, y las oligarquías sus odiosos manejos de corruptos. Todos ellos muestran su incapacidad por resolver  los problemas  si no es añadiendo sufrimiento a sufrimiento y privilegio a privilegio hasta límites que ya son dramáticos e indecentes.   Necesitan, cada vez con mayor descaro e intensidad,  sin ningún disimulo ya, servirse de explotación y corrupción. El  símbolo por excelencia de ese  sistema desigual y privilegiado – y en muchos casos no solamente símbolo sino también realidad sórdida- es la Corona. En estas circunstancias sociales agravadas hoy día, en España , burla macabra,  tenemos dos reyes, por si uno solo no hubiera sido suficiente.

Compañeras y compañeros,   mujeres y hombres republicanas y republicaoas, frente al privilegio y la desigualdad, hoy  volvemos a salir a la calle y tenazmente volvemos a conmemorar a los que siempre han estado en esta lucha, y con tantos y tantos  que perdieron la vida en el empeño continuamos con orgullo  su justa aspiración  y su esperanza

 Viva la República.
_____________________________________________________
Con nosotros

Blas de Otero 

En este Café
Se sentaba don Antonio
Machado.
                   Silencioso
y misterioso, se incorporó
al pueblo,
blandió la pluma,
sacudió,
la ceniza,
y se fue…

 ______________________________________________________________________________

Anales

Jose Maria Alvarez 

Si muere en el Poder sin que lo hayamos
Juzgado, si su cuerpo
No puede ser colgado en las murallas
Como advertencia,
                                   Invicta
Esa espantosa Sombra habrá de perseguirnos.
 Oscuras fuerzas que tras siglos
Para poder vvir el hombre sometiera
El liberó con su gobierno, celebrando
Corrupción y crueldad, bellaquería,
Ignorancia. Y la vileza
De su mundo, es y será la nuestra.

Pues cuanto más noble hubo en nosotros
Secó hasta la raiz, substituyendo
La fuerza bruta de sus partidarios.
Su abyección e incultura, a la Ley y norma

Y esos abismos
Del Mal, no mueren con su muerte.
Habrán  de perseguirnos largos años
Como una dolorosa, una terrible
Expiación









______________________________________________________________________________















LAS MISIONES PEDAGÓGICAS DE LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1934-1936)

ver vídeo en enlace:



________________________________________________________________________________


LA NUEVE



https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=RBDxOePswng


_____________________________________________________________________________

Mary Harris Mother Jones

La fotografía de la viejecita de cabello de nieve y rostro angelical se contradice con la descripción que hizo de ella un fiscal norteamericano que, en 1902, la tildó de ser “la mujer más peligrosa en Estados Unidos”. Las exageraciones del letrado, faldero de los patrones mineros que prohibían las reuniones sindicales, remiten a la vida plena de jornadas heroicas y trágicas que transformaron a la maestra irlandesa Mary Harris en Mother (Madre) Jones, llamada también por el Senado  de  USA  “ la abuela de todos los agitadores”

Mary nació en 1830, en un hogar de militantes irlandeses; conoció el exilio muy joven, cuando su familia huyó al Canadá, donde obtuvo su título de maestra. Ya en Estados Unidos, luego de unos pocos meses de trabajo, renuncia al estricto convento donde dictaba clases, porque “prefería zurcir que mandonear a niños pequeños” y se mudó a Chicago, donde trabajó como costurera. En 1861 se casó con George Jones, un obrero fundidor, con quien tuvo cuatro hijos. Junto a su compañero dará sus primeros pasos en la lucha proletaria. Pero seis años después, su marido y sus hijos mueren en una epidemia de fiebre amarilla y, en 1871, un incendio destruye su casa y la fábrica donde trabajaba. Esta tragedia, sin embargo, no hizo más que seguir moldeando su aguerrida personalidad: Mother Jones, organizadora sindical, oradora electrizante y, como la describió la socialista Elizabeth Gurley Flynn, “la mejor agitadora de nuestra época”.
Mother Jones se incorpora a la organización semiclandestina Caballeros del Trabajo, que reunía a los sectores más explotados del movimiento obrero -entre ellos mujeres, negros e inmigrantes. A partir de 1890, se suma a los esfuerzos de los mineros para fundar su propio sindicato. En 1904, ingresó al Partido Socialista y, al año siguiente, sería la única mujer entre los veintisiete firmantes del manifiesto fundador de la Industrial Workers of the World (IWW), que llamaba a organizar a todos los obreros y obreras industriales.
Los cambios sociales y económicos que sufría EE.UU. alentaban la lucha obrera. Los empresarios se llevaban millones de dólares a costa de la explotación más descarnada de hombres, mujeres y niños. Las condiciones laborales imponían mutilaciones, enfermedades crónicas y muerte. La voz de Mother Jones repicaba en las minas y las fábricas, se amplificaba en las luchas por la jornada de ocho horas. Cuando le preguntaban dónde vivía, decía “en cualquier parte, allí donde haya una pelea”. Solía compartir las precarias viviendas con los trabajadores, las carpas cerca de las minas, sin contar las estadías en comisarías, juzgados y cárceles.

Mother Jones fue una gran admiradora de la Revolución Mexicana de 1910 y, desde entonces, una de sus principales actividades fue la recaudación de fondos para esa lucha y la defensa de los revolucionarios mexicanos arrestados en EE.UU. En 1912, en medio de una violenta huelga minera, organizó un gran movimiento solidario, que incluía movilizaciones de esposas, hijos e hijas de los huelguistas, para rodear y presionar a los carneros. Luego de ser arrestada, en 1913, por denunciar las duras condiciones de trabajo en las minas, fue sentenciada a veinte años de cárcel por conspiración. Pero su firmeza hizo que el senado del estado de West Virginia investigara las condiciones de las minas. Finalmente, fue liberada y absuelta para evitar mayores repercusiones. Mother Jones murió a los 100 años. Su último pedido fue que su cuerpo fuera enterrado en el cementerio del sindicato minero, al que le dedicó su apasionada vida de militancia obrera. El revolucionario León Trotsky, cuando leyó su autobiografía expresó: “¡Qué indefectible devoción hacia los trabajadores, y qué elemental desprecio hacia los traidores y arribistas que se encuentran entre los ‘jefes’ obreros!”.




TERESA CLARAMUNT


Teresa Claramunt Creus (Sabadell, 1862 - Barcelona, 1931) fue una dirigente anarcosindicalista catalana. Era una trabajadora del ramo textil y fundó un grupo anarquista en Sabadell influida por Fernando Tarrida del Mármol, con quien participó en la Huelga de las Siete Semanas de 1883, en la que se reivindicaba la jornada de 8 horas. En octubre de 1884 fue una de las fundadoras de la Sección Varia de Trabajadores Anarco-colectivistas de Sabadell, con Ángeles López de Ayala y Amàlia Domingo impulsó en 1892 la primera sociedad feminista española, la Sociedad Autónoma de Mujeres de Barcelona.
Fue detenida después de la explosión de unas bombas en el Liceo de Barcelona en 1893, y de nuevo fue arrestada durante la represión del Proceso de Montjuic (1896), durante el cual fue golpeada brutalmente, lo que le dejará secuelas para el resto de su vida. A pesar de no ser condenada por ningún delito, después del juicio fue desterrada en Inglaterra hasta el año 1898. Fundó la revista El Productor (1901) y participó activamente en las reivindicaciones sociales de principios del siglo XX. Colaboró en La Tramuntana, en La Revista Blanca y dirigió el diario El Rebelde durante 1907-1908.

En 1902 tomó parte en los mítings en solidaridad con los huelguistas del metal y con los de la huelga general de febrero de 1902. Fue nuevamente detenida después de los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona en agosto de 1909 y confinada en Zaragoza, donde en 1911 impulsaría la adhesión de los sindicatos locales a la CNT y también la huelga general de 1911, lo que le supuso un nuevo encarcelamiento. Ya muy enferma, la policía registró su piso tras el atentado contra el Cardenal Juan Soldevila y Romero en Zaragoza, obra de Los Solidarios, el 4 de junio de 1923, buscando pruebas que la comprometiesen. En 1924 regresó a Barcelona, pero la parálisis progresiva la alejó de las actividades públicas. La madrugada del 11 de abril de 1931, un día antes de que ciudadanos de toda España acudieran a las urnas para elegir nuevos representantes municipales, fallece Teresa Claramunt. Fue enterrada el mismo 14 de abril, el día de la proclamación de la República.



________________________________________________________________________________

 Los republicanos españoles de la Novena compañia 

Homenaje en el Ayuntamiento de Paris a  los luchadores republicanos españoles contra el nazismo : la Noivena Compañia
Ver video completo

____________________________________________________________________________


HOY COMO AYER , HOY MAS QUE AYER


__________________________________________________________________________


  La Cabaña de Babeuf recomienda:

ASOCIACIÓN  DE HIJOS Y NIETOS DEL EXILIO REPUBLICANO
Acceder a su página en :




____________________________________________________________________




 IMAGEN DE UNA COLECCION DE CROMOS EN EL INTERIOR DE LOS CHICLES  DISTRIBUIDA EN  ESTADOS UNIDOS EN 1939

 Nª 167.- Women Fighter in spain  1939

____________________________________________________________________________

ENTREVISTA A JOSE LUIS MARTIN RAMOS
A PROPOSITO DE SU LIBRO: " LA RETAGUARDIA EN GUERRA , CATALUÑA 1936-1937

“Las políticas de memoria habrían de incidir mucho más en el recuerdo de la aportación republicana a las transformaciones sociales y culturales”


Codirector de la revista de historia L’Avenç entre 1993 y 1999, director del Arxiu d’Història del Socialisme de la Fundació Rafael Campanals y catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona, José Luis Martín Ramos se ha especializado en la historia del movimiento obrero, centrando su investigación en los movimientos socialista y comunista del siglo XX en Cataluña y España. Coordinó una Historia del socialismo español dirigida por el inolvidable historiador Manuel Tuñón de Lara (redactó el volumen cuarto) y publicó igualmente una Historia de la Unión General de los Trabajadores (1998 y 2008).

Sobre la historia del PSUC ha publicado hasta el momento, además del libro comentado en esta entrevista, Los orígenes del PSUC en Cataluña, 1930-1936 (1977) y Rojos contra Franco. Historia del PSUC, 1939-1947 (2002).

Su publicación más reciente, de 2011, es Ordre públic i violència a Catalunya (1936-1937).
Nuestra conversación, como se señaló, se centra básicamente en su última publicación: La reraguarda en guerra. Catalunya, 1936-1937, La retaguardia en guerra, casi 500 páginas de densa prosa publicadas por la editorial L’Avenç, Barcelona, 2012.

P: Déjeme felicitarle en primer lugar por su magnífico y, ciertamente, voluminoso ensayo (¡462 páginas de densa y documentada prosa!). Carles Santacana señalaba en un “Quadern” de El País que, aunque pareciese imposible, un período tan atractivo y clave como los primeres meses de la guerra civil en Catalunya no disponían todavía de un libro que sintetizase los hechos, las interpretaciones más fundamentales”. ¿Su libro, “La retaguardia en guerra. Catalunya, 1936-1937”, pretende llenar ese vacío? ¿Este ha sido el objetivo fundamental de su trabajo?


Nunca me lo había planteado así. En realidad yo pretendía responder a la reiteración de tópicos e interpretaciones sesgadas que dominan en el discurso mediático sobre la guerra civil y también, aunque parezca mentira, en el discurso historiográfico. Más que a un vacío yo siempre quise enfrentarme a un espacio repleto de basura cultural. Los tópicos de Bollotten, que se parecen mucho a los tópicos que ya escribiera Brasillach sobre la supuesta traición de los comunistas a la verdadera revolución; los tópicos de Payne; el tópico nacionalista de “la guerra contra Cataluña”. Y quería enfrentarme a él con la mayor cantidad que pudiera de, por así decirlo, “argumentos de archivo”.

P:¿Y cuáles son los tópicos de Payne?

En esencia no son diferentes a los de Bolloten, el papel satánico y taimado del comunismo en España. No querría darles demasiada publicidad. Ya lo hacen otros.

P:¿Podía resumir los nudos básicos del tópico nacionalista sobre la guerra contra Cataluña?


La tesis básica es que en Cataluña no se producía la fractura social y política que en el resto de España. Que los catalanes habrían resuelto pacíficamente sus diferencias, si los hubieran dejado. Que en Cataluña no había fascismo ni fascistas, de importancia. Y que la guerra civil fue impuesta a Cataluña. Porque era una guerra contra Cataluña como nación. Y en este punto hay un cierto desdoblamiento. Guerra contra Cataluña desencadenada desde luego por la reacción española, por los rebeldes, por Franco, uno de cuyos primeros objetivos habría sido precisamente ese: la liquidación de nuestra identidad nacional. Pero guerra impuesta a Cataluña y también en parte contra Cataluña, contra la identidad nacional, por parte del Gobierno de la República, de Negrín en particular. Así Carles Pi i Sunyer, alcalde de Barcelona y luego Conseller de Cultura, en sus memorias reflexiona sobre los errores de las batallas de Teruel y del Ebro y por qué habrían atraído sobre Cataluña, de manera directa, las invasiones rebeldes! Marià Rubió i Tudurí, diputado de ERC en las Cortes españolas, clamará en 1937 que aún ganando la República la guerra, Cataluña la puede haber perdido, etc, etc. De manera que en 1939 la derrotada fue toda Cataluña; si claro, también la de Valls i Taberner, la de la patronal textil, la del “Vichy catalán”….

P:Por lo demás, si me permite una pregunta casi de primero de ESO, ¿cuándo una interpretación histórica es un tópico desteñido e infundado?


A mis alumnos les digo que un tópico lo es cuando se trata de una idea, una tesis, que se mantiene por reiteración sin ningún argumento demostrativo objetivable y por ello también criticable. En el caso de la historia, cuando se mantiene por la fuerza de las hegemonías culturales y no por su sustento documental.

P:¿Qué nuevas fuentes ha usado para realizar su investigación? ¿Qué importancia tienen estas nuevas fuentes?

He utilizado las fuentes que están al alcance de todos. Las que están en los archivos españoles: el Archivo Histórico Nacional, el Centro de la Memoria Histórica de Salamanca, el Archivo Histórico Militar de Ávila; el del Partido Comunista de España, y otros. Los de Cataluña, entre otros el Arxiu Nacional de Catalunya, el Arxiu Montserrat Tarradellas Macià. Los Archives Nationales de Paris. El Instituto de Historial Social de Amsterdam. No sé ruso y no he podido consultar los archivos de la antigua Unión Soviética, pero he podido aprovechar los trabajos de Llibert Ferri y Josep Puigsech. He utilizado también historiografía local. No es que haya encontrado exactamente una nueva fuente, si no que he intentado trabajar a partir de la consulta directa de todos los archivos fundamentales, que están disponibles para el investigador. Con eso ya hay material suficiente para impugnar y superar el relato tópico. Un caso singular es el del Instituto de Historia Social de Amsterdam; en él están los archivos de la CNT, que casi nadie utiliza. Es más cómodo leerse a Federica Montseny, a Abad de Santillán, a Borkenau, y repetir cansinamente sus argumentos. En las historias de la guerra civil en Cataluña hay un exceso de utilización de “memorias” – muchas veces desmemorias o simples textos de polémica ideológica – y un déficit clamoroso de trabajo de archivo.

P:¿Y por qué cree que es así o que ha sido así hasta el momento? ¿Por qué no se consultan apenas, como usted mismo dice, los archivos de la CNT que están ubicados en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam? ¿Pereza, comodidad, son “explicaciones” suficientes?


No se por qué no se consultan. No hay ningún problema para hacerlo. Lo único que puedo es aventurar algunas interpretaciones: no se consultan por que, en un tema histórico tan abultado de escritos polémicos y de memorias, resulta más cómodo no hacer el trabajo de archivo, que siempre es más fatigoso; y además obliga a replantearte conocimientos incompletos, ideas preconcebidas… En nuestro país es más potente la divulgación histórica que la investigación histórica y eso también se refleja en una menor inversión en el trabajo de archivo.

P:Por curiosidad laboral e intelectual, ¿cuánto tiempo le ha llevado su investigación y la escritura del libro?

En el trabajo previo – investigación y maduración del análisis– he trabajado desde que acabé “Rojos contra Franco”, unos diez años; en la redacción final de esta primera parte año y medio largo. Durante ese tiempo he ido publicando algún artículo, sobre las patrullas del control, el frentepopulismo del PSUC, la política de Esquerra republicana, que me han servido como “trabajos sonda”. Y un elemento fundamental para contrastar lo que estaba haciendo y las conclusiones a que iba llegando han sido mis alumnos de la licenciatura de Historia, de la asignatura de Movimientos Sociales, a los que vengo explicando –en una parte del programa, que representa una cuarta del total– la guerra civil.

P:¿Y a sus alumnos de Historia, de la asignatura de movimientos sociales, les interesa sus indagaciones sobre la retaguardia en Cataluña en 1936-1939? Curiosos y singulares alumnos los suyos. ¿De dónde han salido?

Son los alumnos de segundo ciclo de la licenciatura de Historia de la UAB. Nuestra universidad es la única que ha tenido y mantenido, desde prácticamente su fundación, un ciclo de asignaturas de Historia del Movimiento Obrero, que por razones formales fue rebautizada como Historia de los Movimientos Sociales. La asignatura, que vengo impartiendo desde hace una veintena de años es la correspondiente a la primera mitad del siglo XX y en ella es evidente que tiene una presencia importante la guerra de España.
P:El ensayo lleva un subtítulo “Catalunya, 1936-1937”. Pero la guerra, no le hablo ya de la dramática y criminal posguerra, finalizó dos años después. ¿Prepara otro volumen acaso? ¿Qué nos va a contar en él?


Si. Mi proyecto es sobre toda la guerra civil. Por razones logísticas decidí –fue un gran consejo de Giaime Pala– dividirlo en dos volúmenes. El segundo, hasta la caída de Catalunya, en febrero de 1939, espero tenerlo listo en 2013; estoy ya en su fase de redacción. Es la etapa en la que la guerra “entra” definitivamente en Cataluña, primero con las movilizaciones de las levas, los bombardeos, el agravamiento de la escasez, el “retorno” de los muertos en el frente y, finalmente, la invasión del territorio por los rebeldes; la etapa de la instalación del Gobierno de la República en Barcelona; la etapa de la disyuntiva entre la persecución de una salida negociada, imposible, a la guerra y la resistencia; de las conspiraciones políticas, también.

P:Componen el libro un prólogo y trece capítulos (mal número aparentemente, como recordó Andreu Mayayo el día de la presentación del libro en Barcelona). Déjeme preguntarle por algún tema de filosofía de la historia que usted apunta en la presentación: la historia, afirma, es un proceso de reconstrucción constante para el que siempre hay una perspectiva nueva. Así, pues, ¿nada puede ser dicho de forma definitiva en asuntos históricos? ¿Qué alimenta esas nuevas perspectivas?

No hago una afirmación de relativismo histórico. Hay algunas cuestiones que si van siendo definitivas, de la misma manera que una reconstrucción no es una creación. Pero para mí el historiador es, siempre, incluso aunque se encerrase en una torre, un hombre de su tiempo y por tanto su mirada a la historia es una mirada de su tiempo; es la mirada de su ideología. El historiador no reproduce la historia, eso es obviamente imposible; la construye, la reconstruye, la representa, con sus conocimientos, o la selección de sus conocimientos, con su pensamiento, con sus identidad social, incluso, en el sentido más amplio de esa identidad.

P: ¿Por qué cree que sigue teniendo tanto interés y para tantas personas, y no sólo para los expertos, lo sucedido en la guerra civil española?

Es el gran tema de la historia contemporánea de España. El período de máxima aceleración histórica, que ilumina cien años anteriores y cuyo desenlace condiciona no sé si cien años posteriores. Como la guerra de Secesión de los Estados Unidos, el Rissorgimento italiano o la Revolución francesa. Fue el gran movimiento sísmico de la onda larga de la historia española reciente. Y, para más abundancia, buena parte de sus secuelas humanas, culturales, morales y políticas no se han superado todavía. Y como muestra un Garzón.

P:Un Garzón es una muestra pero sólo una muestra. ¿No hay más pruebas de esa afirmación gruesa que acaba de trazar? ¿Tan hacia atrás estamos?


Hay muestras a diario. El desprecio hacia las políticas de memoria; por ejemplo el manifestado por el actual Gobierno de la Generalitat. La exagerada importancia que se les ha dado a publicistas mentirosos como Pío Moa, el autor que más libros ha vendido sobre la guerra civil. Pero también y para no hacer el trazo tan grueso, el error – en mi opinión – de la mayoría de las políticas de memoria, que se han centrado sobre todo en la memoria del trauma, quizás por mimesis con las políticas de memoria del Holocausto; en la memoria de la violencia, de las víctimas y de los victimarios. Las políticas de memoria habrían de incidir mucho más en el recuerdo de la aportación republicana a las transformaciones sociales y culturales. No sólo hemos de recordar nuestros muertos; les haremos un mayor homenaje si recordamos la reforma del magisterio, el CENU, las políticas asistenciales y sanitarias… No se si estamos muy atrás, o es que todavía no arrancamos para adelante.

P¿Se puede hacer una historia de Cataluña durante la guerra civil, separada de la historia de España en su conjunto?

Categóricamente, no. Pero se puede hacer la historia de la guerra civil, de la guerra de España, en Cataluña.

P:Discute usted algunos de los lugares más asentados en la historiografía de aquellos años. Le pregunto por algunos de ellos. ¿Hubo una revolución y una contrarrevolución como a veces se ha afirmado?

Hubo una contrarrevolución: la que empieza el 17 de julio en Marruecos, la de la sublevación, que fue mucho más que una militarada. La sublevación que catalizó al fascismo español. Sólo esa. Contra ella no se produjo exactamente una revolución sino la eclosión de diversos discursos, que todos ellos se consideraron revolucionarios, que quisieron responder a la grave desestabilización del estado republicano y, al mismo tiempo, a la defensa ante la sublevación. Profundizar más en esta cuestión nos llevaría a un debate sobre el concepto y el hecho de la revolución; un concepto que es siempre polisémico y un hecho que es siempre singular – y por tanto difícilmente preconcebido-. Y al análisis del proceso histórico concreto, que es lo que explico en el libro y que yo no me atrevería a resumir/simplificar. Lo que sí quiero precisar es que resulta una sandez, por decirlo suave, considerar que sólo había un discurso “verdadero” de la revolución y que, en todo caso, el discurso, la política del PSUC era “contrarrevolucionario, porque no coincidía con aquel supuestamente “verdadero” discurso de la revolución.

P:¿ Y quiénes han mantenido eso que usted ha llamado sandez?

No me hagas dar nombres de colegas. Es algo demasiado extendido en la literatura histórica como para señalar a alguien de manera individualmente. Si me lo permites, para irme del gremio citaré la novela que pretende escribir Lluís Llach.

P:¿Hubo o no en Cataluña una situación revolucionaria de doble poder?


Nunca hubo una situación de doble poder. Desde Pierre Broué ese doble poder se identificó en la supuesta confrontación antagónica entre el Gobierno de la Generalitat y el Comité Central de Milicias Antifascistas. En primer lugar el Comité fue el producto de un pacto político ofrecido a las organizaciones obreras, y no solo a la CNT, por el Presidente de la Generalitat, Lluís Companys; significó, precisamente, la alternativa a la “revolución social” que pretendieron proclamar muy contados dirigentes de la CNT, García Oliver y casi nadie más. A partir de ese pacto se produjo una dualidad de funciones. Lo que si sucedió es que en el ejercicio de esa dualidad funcional hubo invasiones parciales de territorio y tensiones, sobre todo en el control de la violencia; y también, y sobre todo, una creciente incapacidad de ambos organismos, por razones diferentes que explico en el libro, por controlar sus propios ámbitos. Por ello, finalmente, desde finales de agosto ya se empieza a plantear la renovación del pacto político mediante la formación de un nuevo Gobierno de la Generalitat, integrado por todos los que formaban parte del Comité, y la disolución de éste. No creo que ese sea el proceso lógico de una situación de doble poder.

P: Un tema controvertido: la violencia en la retaguardia republicana en los primeros momentos de la guerra. Te pregunto a continuación sobre ello. ¿De acuerdo?

De acuerdo, el tema fue y sigue siendo muy importante.


(1).-Fuente: http://www.kaosenlared.net/especiales/item/21317-entrevista-a-jos%C3%A9-luis-mart%C3%ADn-ramos-sobre-%E2%80%9Cla-retaguardia-en-guerra-catalunya-1936-1937%E2%80%B3.html





__________________________________________________________________________


VIRGILIO LERET
Una vida al servicio de la República


Virgilio Leret goza del dramático honor de haber sido el primer ejecutado por los militares golpistas que se levantaron en África el 17 de julio de 1936. Estaba entonces al mando de la base de hidroaviones de El Atalayón, en las inmediaciones de Melilla, cuando fue atacada por los sublevados. Leret la defendió. Hecho prisionero, fue fusilado el 17 de julio de 1936.
Pero Leret no fue solo un oficial ejemplar, leal a la República, de talante progresista y carácter abierto y familiar: además de escribir novelas, que firmaba con el pseudónimo “El Caballero del Azul”, también fue el inventor del primer motor a reacción, un avance que después revolucionaría la aeronáutica y que él no pudo desarrollar, pues estaba a punto de hacerlo –su motor había interesado al propio Azaña– cuando se produjo el golpe de estado. Su ejecución dio al traste con el proyecto, aunque su esposa logró conservar los planos y hacerlos llegar al gobierno inglés; a partir de ahí se perdió su rastro, si bien no puede ignorarse que Gran Bretaña logró el motor a reacción en 1941. Tal vez los planos de Leret ayudaron a ello.
Tras el fusilamiento de Leret su esposa Carlota O’Neill, que había desarrollado su trayectoria feminista como dramaturga y como directora del periódico Nosotras, fue detenida y separada de sus hijas, Carlota y Mariela. Fue juzgada por un tribunal militar dieciocho meses después de su detención y condenada a seis años de prisión, por saber ruso, por subversiva y por su responsabilidad en los actos de su marido. Finalmente, al salir de la cárcel, la esposa y las hijas de Leret consiguieron partir hacia su exilio.

___________________________________________________________________________

LA GESTA DE LOS GUERRILLEROS ESPAÑOLES EN FRANCIA:



VER TEXTO INTEGRO DE  JEAN ORTIZ EN EL SIGUIENTE ENLACE:



___________________________________________________________________________

Los guerrilleros españoles en Francia:  (* )


Los chantiers de preguerra y Vichy: Solidaridad y conscripción (1939-1941).
 Tras la caída de Cataluña, en enero de 1939, miles de combatientes españoles fueron internados en los campos de concentración del sur de Francia. Durante los meses de la primavera y el verano, y ante los problemas derivados de la saturación de las instalaciones, las autoridades francesas ofrecieron a los internos la posibilidad de salir de ellas para emplearse como jornaleros en las explotaciones agrícolas vecinas[1].

Cuando se produjo la ruptura de hostilidades entre Francia y la Alemania nazi, en septiembre de 1939, la administración gala instó a los extranjeros útiles para las armas a integrarse en los Batallones de Marcha de Voluntarios o en la Legión Extranjera. Los hombres de edades comprendidas entre los 20 y los 48 años que no contrajeron voluntariamente un compromiso militar se convirtieron en “prestatarios extranjeros”, obligados a contribuir a la defensa de Francia en los recién creados Cuerpos de Trabajadores Extranjeros (CTE), en actividades agrícolas o industriales a criterio del Ministerio de Trabajo, o en tareas de fortificación de la “línea Maginot”. Según Sixto Agudo, de los 380.000 españoles que se encontraban en tierra francesa cuando estalló la guerra, unos 55.000 fueron enviados a las CTE, agregados a las unidades de Ingenieros Militares, grandes obras públicas e industrias de guerra, y unos 6.000 se enrolaron en los Batallones de Marcha y la Legión, unos de forma voluntaria, y otros, forzados[2].

Los trabajadores asignados a las CTE tenían estipulado un salario de 0,50 francos diarios y unas condiciones laborales reguladas por el Ministerio de Trabajo, pero no siempre se cumplía la reglamentación al respecto. Una veces, porque los contingentes eran considerados “comandos de trabajo” bajo vigilancia, en aplicación de la legislación vigente sobre “extranjeros indeseables”, como ocurría, según relata Victorio Vicuña, con los trabajadores recluidos en el campo de Vernet[3]; otras, porque los empresarios imponían sus propias condiciones[4].


Entre los destinos a los que fueron adscritos los refugiados españoles destacaron los chantiers, lugares donde se llevaban a cabo obras de construcción, demolición o minería, y que abarcaban actividades que iban desde la tala de bosques para la venta de madera y la fabricación de carbón vegetal hasta la construcción de pequeñas centrales hidroeléctricas, pasando por la explotación de canteras.

Hubo chantiers que fueron creados por militantes o simpatizantes del Partido Comunista Francés (PCF) para prestar acogida a sus camaradas españoles y, en algunos casos, para contribuir solidariamente a la financiación de las actividades del Partido Comunista de España (PCE): En Manjou, en el departamento de Aude, funcionó una explotación cuyo titular, el doctor Delteil, pagaba de su bolsillo los salarios de los españoles empleados, a los que cedió el producto de la venta de todo el carbón que pudieran fabricar a fin de que lo destinaran al sostenimiento del aparato del PCE y, posteriormente, del XIV Cuerpo de guerrilleros. En Varilhes (Ariége), un propietario de bosques llamado Benazet cedió a los españoles el uso de una pequeña explotación y de un garaje. En otros casos, ciudadanos franceses, como un tal Valisou, aceptaron figurar nominalmente como titulares de explotaciones que, en realidad, pertenecían a comunistas españoles[5]. Estos fueron haciéndose progresivamente con el control de un mayor número de enclaves, cuyos réditos se destinaban, en su mayoría, al sostenimiento de los gastos del partido. Los chantiers fueron adquiridos en unos casos con la reinversión de los beneficios obtenidos en los ya existentes, y en otros mediante el producto de operaciones –eufemísticamente denominadas “recuperaciones”- como la que relata en sus memorias Vicente López Tovar:

“Un día nos informan que los contrabandistas van a hacer un pasaje con bastante tabaco desde Andorra, en ese momento el tabaco costaba caro, como conocíamos el itinerario preparamos una recuperación. Nos emboscamos y cuando los vimos cargados con mulos, en un sitio que no les quedaba más remedio que recular, tiramos algunos disparos con los fusiles, echaron la carga por tierra y pies para qué te quiero. La venta de este tabaco nos produjo mucho dinero, y creo que Vallador [sic] pagó el chantier de Prayols con este dinero, este lugar nos era de gran utilidad, pues era uno de nuestros pasajes para ir a España” [6].

Otros chantiers, como los gestionados por el ingeniero George Thomas, servían de refugio estacional –una vez iniciada la ocupación- para los refugiados sobre los que recaían sospechas o para los amenazados de deportación. Estos chantiers, abiertos en septiembre de 1940, se repartían entre Saint Nicoulau, cerca de Foix ; la Peyregade, en Montferrier –ambos en el departamento de Ariège- ; y Mont Fourcat y Saint-Hilaire –en el departamento de Aude-. En invierno, el equipo de la Peyregade bajaba a Saint-Hilaire, y en primavera, los carboneros de Saint-Hilaire retornaban a Ariège, movimientos estacionales que resultaban útiles para obstaculizar las pesquisas policiales.

Sin embargo, no faltaban los chantiers explotados por oportunistas que veían en el aprovechamiento de una mano de obra que no podía revelar su estancia ilegal la oportunidad para la obtención de elevados beneficios. A cambio de esconder a los refugiados españoles, los satisfechos propietarios obtenían una sustancial plusvalía de la producción aportada por los trabajadores realmente existentes, cuyo número superaba sustancialmente al de operarios legalmente registrados:

“Existían otros también que, sin ser comunistas, nos dejaban hacer carbón, estaban encantados, pues declaraban tres obreros, y tenían el producto de diez o doce que teníamos allí escondidos, todos estábamos convertidos en leñadores”[7].
Por último, existieron chantiers de reclutamiento obligatorio, surgidos tras la instauración por el gobierno colaboracionista de Vichy de los Grupos de Trabajadores Extranjeros (GTE) en octubre de 1940. Obligado a entregar a Alemania buena parte de su producción industrial y agrícola para alimentar la máquina de guerra germana, el gobierno de la “zona libre” intentó paliar la falta de mano de obra -los prisioneros franceses continuaban aún cautivos- con la movilización de todos los extranjeros entre 18 y 55 años, y su adscripción a los GTE. Los trabajadores encuadrados mediante este sistema de conscripción eran entregados a las empresas que los precisaban o enviados a las fábricas alemanas y, a diferencia de los pertenecientes a las Compañías del periodo anterior a la rendición, no percibían retribución alguna. Muchos fueron destinados a la construcción del “Muro del Atlántico”, en las costas de Normandía; otros hubieron de trabajar en las bases de submarinos próximas a Burdeos o en el campo de aviación de La Rochelle, bajos los continuos bombardeos de la Royal Air Force (RAF) británica. Decenas de miles, por último, fueron remitidos a Alemania y, posteriormente, a Austria, donde un gran número dejaría sus vidas en los tristemente célebres campos de exterminio de Mauthausen, Gusen, Dachau, Buchenwald y Orianemburg [8]

Los aún balbucientes grupos de la resistencia procuraron infiltrar a sus simpatizantes en las dependencias administrativas territoriales del los GTE, a fin de obtener información acerca de las necesidades de mano de obra de los alemanes y de sus movimientos para reclutarla –especialmente tras la instauración del Servicio de Trabajo Obligatorio (STO) en febrero de 1943-, dando aviso a los refugiados para que se pusieran a salvo:
“En San Juan de Verges, de donde dependíamos administrativamente, se encontraban las oficinas de un Grupo de Trabajadores Extranjeros, estaba empleado un camarada que se llamaba Aniceto Pérez, y nos facilitaba documentaciones, informándonos de todo aquello que nos interesaba, cuando los alemanes pedían obreros para ir a trabajar a Alemania podíamos evitar que los camaradas que se ocupaban de la organización fueran deportados” [9].

De todos los tipos de chantiers, los dedicados a la fabricación de carbón vegetal, que proliferaron en las regiones pirenaicas (en particular en Aude –Languedoc-Rosellón-, Ariége y Alto Garona –Midi Pyrénées), adquirieron una importancia significativa a medida que la escasez de hidrocarburos hizo aumentar la demanda de este combustible para los vehículos a gasógeno. El Estado Francés decidió enviar a ellos a una parte importante de los trabajadores extranjeros que aún esperaban destino en los campos de internamiento. Pero lo que las autoridades contemplaron como una oportunidad para rentabilizar y controlar al “número excesivo de extranjeros para la economía nacional” se convirtió, en virtud de la estructura dispersa y recóndita de los chantiers,  en un factor crucial para el surgimiento y desarrollo de la actividad de los maquis. Los numerosos grupos de leñadores y carboneros, que en un principio resultaron excelentes refugios para los perseguidos por la Gestapo alemana y sus colaboradores de Vichy,  acabaron por erigirse en la base de la organización armada contra los ocupantes nazis.

2. Los chantiers y la Resistencia (1941-1944).
 Durante los primeros tiempos de la guerra mundial, los chantiers funcionaron fundamentalmente como refugio[10]. Los activistas internados en los depósitos creados por las autoridades del nuevo Estado Francés para albergar a los miembros dispersos de las compañías de trabajo difundían la consigna de solicitar “trabajos de bosque” para evitar la entrega a la policía franquista o eludir el envío a las obras de fortificación o a las factorías y campos de Alemania[11]. Los comunistas, tanto franceses como españoles, se encontraban en la clandestinidad, pero aún se abstenían de participar activamente en la resistencia en virtud del seguimiento del pacto germano-soviético. Sin embargo, el hostigamiento al que fueron sometidos tanto por los alemanes como por la administración colaboracionista francesa llevó a los leñadores y carboneros a albergar a perseguidos por la Gestapo o por la policía de Petain, a los que ayudaban a pasar a España para que, desde allí, alcanzaran Londres[12]. Los refugiados comunistas españoles, acostumbrados a la militancia en condiciones de ilegalidad y fogueados por la experiencia de la guerra de España, fueron pioneros en activar las redes de solidaridad que ya habían entretejido desde la época de su internamiento en los campos del sudoeste francés. Es en este periodo cuando se dieron los primeros pasos desde la improvisación y las acciones aisladas a formas de resistencia que implicaban el surgimiento de un cierto nivel de organización[13]. En concreto, se crearon tanto el aparato de pasos, denominado “de cara a España”, como el de falsificación de documentos[14]. Los carboneros también se dedicaron a ocultar armas y explosivos de los que los aliados lanzaban en paracaídas sobre el territorio ocupado. Las armas iban destinadas, en principio, a la Armée Sécrete (AS) que obedecía órdenes de De Gaulle. Los militantes de la AS se ocupaban de ocultarlas hasta que pudiesen ser empleadas en apoyo de los aliados. Cuando los comunistas, tras la invasión alemana de la URSS en junio de 1941, se implicaron en los combates contra la ocupación, se originaron enfrentamientos entre la AS y los maquis españoles, que “recuperaron” algunas partidas con la intención de emplearlas de inmediato:


“[En febrero de 1944] me traen información de que se va a efectuar un aterrizaje de armas y que es la AS la que va a recibirlo, y esconderlo como de costumbre. Esperando el día X. Nos informamos del día, hora y lugar, y preparamos la recuperación de esas armas que nos hacían mucha falta. Llegó el día esperado y bien escondidos, dejamos que cargaran el  camión y empezamos a tirar tiros al aire, cogimos el camión y lo escondimos en el bosque”[15].

Entre  las primitivas acciones de resistencia se encontraba la práctica del sabotaje. Muchos chantiers de los GTE se dedicaban casi en exclusiva a la producción de carbón vegetal para los vehículos alemanes, lo que motivó que grandes cantidades del combustible destinado a los gasógenos se entregasen húmedas y mezcladas con piedras. A Valledor, en concreto, los alemanes acabaron pagándole el carbón a mitad de precio, e incluso le amenazaron con la deportación, debido a la mala calidad del material que suministraba [16].

A medida que aumentaba la presión sobre los trabajadores extranjeros, los chantiers fueron llenándose de huidos y hubo problemas para mantenerlos. No resultaba fácil conseguir recursos para alimentar a una población laboral muy por encima de la legalmente declarada sin delatar su presencia, lo que dio lugar, en ocasiones, a episodios insólitos:

“La llegada de nuevos camaradas aumentaba y estábamos un poco justos, cuestión comida, teníamos hambre y decidimos comprar un cerdo. Estábamos en una casita y solo circulábamos de noche, para que los campesinos no nos vieran, por esta causa decidimos matar el cerdo por la noche. Vaya problema para matar al pobre cerdo, aquello fue peor que la inquisición, golpe de martillo por aquí, golpe de hacha por allí, cuchillazos por todos lados, a tal extremo que el animal lleno de sangre y enloquecido se nos escapa. Quince o veinte de nosotros detrás del cerdo, en plena noche, los campesinos que encienden las luces; en fin, una verdadera catástrofe. Al día siguiente se dio la orden de evacuar, por si a los campesinos se les ocurría comentar esta famosa noche y llegaba a malas orejas, vale más prevenir lo que pueda ocurrir”[17].

A finales de 1941 los refugiados comunistas españoles decidieron pasar a la resistencia armada. En agosto de ese año el Comité Central del PCE  había lanzado el manifiesto de “Unión Nacional”. El objetivo, de cara al interior de España, era unir a toda la nación -desde la clase obrera a la “burguesía nacional”- para evitar que Franco entrara en la guerra al lado de Hitler; y, en el exilio, contribuir a la lucha activa para la derrota del nazismo en el marco de la alianza con las potencias occidentales.

En una reunión convocada en Carcassonne por Jaime Nieto, miembro de la delegación del PCE en Francia, se decidió la organización de los guerrilleros en la zona sur, que tomó el nombre de “XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles” en homenaje a la unidad homónima creada por el Ejército Popular de la República Española en 1937.  La lucha de los republicanos aparecía así enlazada, sin solución de continuidad, con la guerra de España, conforme a la línea mantenida por los comunistas bajo los “gobiernos de la resistencia” del doctor Negrín. Nieto celebró otra reunión en la presa en construcción de Larroquebrou (Cantal), en la que se acordó organizar los primeros núcleos de guerrilleros de la zona central. Entre noviembre de 1942 y mayo de 1943 el PCE impulsó las guerrillas de Pirineos Orientales, Altos y Bajos Pirineos, y la consolidación de sus organizaciones urbanas en Toulouse, Foix, Pamiers, Tarascón y  Lavelanet[18].

El principal teatro de operaciones de los guerrilleros españoles estuvo comprendido en el territorio de los departamentos de Ariège y Aude, y entre sus responsables se encontraban Jesús Ríos, Cristino García, Luis Walter (a) “Manolo el mecánico”, Luis Fernández, Vicente López Tovar y José Antonio Valledor [19].Las primeras acciones se llevaron a cabo en mayo de 1942, y consistieron en “recuperaciones” de dinero y armas lanzadas por los aliados, y en el sabotaje de vías férreas. Al mismo tiempo se produjo el lanzamiento de un órgano de expresión propio, “Reconquista de España”, editado con una pequeña imprenta “Minerva” por un grupo de carboneros en el departamento de Vaucluse[20].


Valledor y López Tovar fueron encargados de visitar los chantiers existentes para unificar la acción de los maquis residentes en ellos. Se trataba de combinar el mantenimiento de la vida legal de los leñadores, carboneros, mineros y constructores de presas, cuya integración con la población francesa no planteaba problema alguno, con las actividad clandestina, que exigía una ejecución rápida de las misiones asignadas y el retorno al lugar de trabajo antes de que la ausencia fuera percibida. Al contrario que sus camaradas franceses, que incurrieron en ocasiones en el error de formar grandes unidades partisanas para buscar la confrontación frontal con el enemigo, los españoles, según Sixto Agudo, cultivaron “el arte de reunirse y de dispersarse. Reunirse, condensarse, para caer como la lluvia sobre un objetivo dado. Dispersarse, desparramarse, para escapar a la persecución”[21]. La preocupación por preservar al máximo tanto la integridad de los grupos de combatientes como su independencia orgánica no era ajena a la concepción de la resistencia que tenían los comunistas españoles, para quienes la lucha contra el ocupante nazi era no solo una continuación de su combate anterior en España, sino un episodio que presagiaba la lucha por la liberación de su propio país que habría de producirse en el porvenir[22].

La estructura de los maquis españoles en del Midi francés antes de 1944, era sumamente flexible y aticulada en tres niveles:

- Los maquis “de primer nivel”, “maquis blancos” o “maquis del llano”, que, dispersos por los chantiers, aún no habían participado abiertamente en acciones de la resistencia. Entre ellos se encontraban los capataces de las explotaciones, que aparecían como la cara legal del entramado, encargados de la contratación de las obras y de la administración de los recursos.

- Los maquis “de segundo nivel” o “de nivel intermedio”, que eran los amenazados o puestos bajo sospecha que debían cambiar frecuentemente de localización.

- Los maquis “de tercer nivel” o “maquis verdadero”, guerrilleros móviles que se mantenían habitualmente aljados de los chantiers para llevar a cabo sus acciones[23].

El paso de un nivel a otro era dinámico, pero procurando no romper nunca el cordón umbilical que unía a los guerrilleros con el centro de trabajo de procedencia. Como afirma Victorio Vicuña, “en cualquier momento un destacamento guerrillero podía verse obligado a dispersarse. Entonces escondíamos las armas y la ropa, y cada guerrillero se fundía con leñadores, los mineros o los constructores de embalses” [24].

Con la creación del Comité Militar de la Mano de Obra Inmigrada (MOI) a finales de 1943[25], y sobre todo a partir de la formación de la Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE) en mayo de 1944, la mayor parte de los maquis pasó a integrase en el tercer nivel, el del “maquis verdadero”, jugando un papel fundamental en la liberación del sur de Francia, desde Oloron, en los Pirineos Atlánticos, a Dordogne, el Ariége y Aude[26].

Una empresa para la “Reconquista de España”: la Enterprise Forestier du Sud-Ouest (1946-1950).

Tras la liberación del Mediodía francés y la fallida intentona de invasión del valle de Arán, en octubre de 1944, el PCE se encontró con miles de militantes en Francia que, una vez desmovilizadas las unidades de la resistencia, carecían de recursos propios. El partido adquirió bosques en la zona pirenaica, con el objetivo de financiarse y de proporcionar, al mismo tiempo, entrenamiento a los militantes cuyo destino era engrosar las filas de la guerrilla antifranquista en el interior de España.

En 1946 se fundó la Enterprise Forestier du Sud-Ouest, conocida por la policía franquista como “Fernández, Valledor y Cía”[27]. Su origen se encontraba en la empresa forestal abierta el 20 de diciembre de 1940 por José Antonio Valledor en Saint Hilaire (Aude), y que desde 1942 se había convertido en el primer centro político militar del maquis español. La política de adquisición de propiedades forestales había continuado durante la guerra, favorecida por la galopante devaluación del franco, cuya cotización se aproximaba cada vez más a la sardónica definición dada por Goering: una divisa que “no tenía más valor que un cierto papel reservado para cierto uso”.
La empresa había adquirido unas importantes dimensiones y, a la finalización del conflicto, sus tajos se situaban en diferentes municipios (Mirepoix, Quillan, Brassac, Millau, Izaut, Pamiers,…) de los departamentos de Aude,  Ariège, Alto Garona, Altos y Bajos Pirineos. Contaba, además de con los chantiers propiamente dichos, con depósitos, almacenes, serrerías y garajes, donde trabajaban unos doscientos cincuenta encargados y mil empleados[28].
La actividad de la empresa, en sus inicios, se repartió entre la corta de pinos, el carboneo y el aprovechamiento de pastos. De hecho, la primera contrata la obtuvo del ayuntamiento de Toulouse para la provisión de carbón destinado a la calefacción de sus dependencias[29]. Pero el verdadero empuje lo recibió con la obtención del contrato para suministro de traviesas de ferrocarril por parte de la Société Nationale des Chemins de Fer (SNCF), que precisaba reconstruir los miles de kilómetros de vías férreas destruidas por las acciones de sabotaje y los bombardeos. La competitividad de los chantiers administrados por Valledor le permitió convertirse en la proveedora prácticamente en exclusiva, merced al bajo precio ofertado por sus traviesas, consecuencia a su vez de los bajos salarios que pagaba a sus empleados, la mayoría militantes comunistas españoles.

Pero, evidentemente, los chantiers de Valledor no constituían una empresa fabril al uso. Se trataba de la cobertura legal para la consolidación de un aparato de entrenamiento y apoyo a la penetración guerrillera en España desde territorio francés. Miembros del Comité Central del PCE con responsabilidades sobre el aparato de pasos, como Antonio Beltrán (a) “El Esquinazau” –a cuyo control estaba encomendada la región fronteriza del Pirineo Central- aparecían como empleados de la Enterprise Forestier du Sud-Ouest[30]. Amparándose en ella, el PCE abrió una escuela de capacitación guerrillera, donde se instruían durante uno o dos meses los militantes que iban a ser enviados a España. Los alumnos recibían instrucción de campo -topografía, aprovechamiento del terreno y táctica-, ejercicios de tiro, manejo de explosivos -las municiones y explosivos provenían de depósitos ubicados en Toulouse, Pau, Nimes y Perpignan-, y técnicas de sabotaje[31]. La formación política consistía en teoría (historia del Partido Comunista de la Unión Soviética) y actualidad de España (donde no se descuidaban temas relativos a la vida cotidiana extraídos de la lectura de la prensa[32]), y las clases corrían a cargo de Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri, Ignacio Gallego, Fernando Claudín, Modesto, Líster, Luis Fernández y Manuel Azcárate[33].

Los chantiers de Valledor ocultaban también una cara menos épica: eran los lugares donde se llevaban a cabo las depuraciones –y, en ocasiones, la ejecución- de quienes en aquel periodo de paranoia estalinista, liquidación de disidentes y obsesión por la infiltración policial eran juzgados y condenados por el partido. La segunda mitad de la década de los 40 conoció un rebrote de las purgas en el campo comunista. La guerra fría se desplegaba en toda su intensidad (bloqueo de Berlín en 1948, imposición del rechazo al Plan Marshall en Europa oriental, “golpe de Praga” e instauración de los gobiernos de partido único en las “democracias populares”, revolución en China y guerra entre las dos Coreas…) con el telón de fondo de un conflicto nuclear. Bajo el pretexto de garantizar el monolitismo en el campo socialista, se desencadenó una redistribución brutal del poder en el interior de los partidos comunistas, con la purga de los dirigentes que habían encabezado la resistencia antifascista, y su sustitución por funcionarios de acreditada fidelidad estalinista. Lo que algunos militantes desengañados bautizaron como “espionitis” y los dirigentes más conspicuos calificaban como “vigilancia revolucionaria” llevó al enjuiciamiento y a la liquidación física de camaradas a los que se consideraba –especialmente tras la ruptura entre Tito y Stalin- como “esbirros del imperialismo”, “perros titistas”, o simplemente “agentes provocadores enviados a nuestra filas por el enemigo”[34]. En sus memorias, Enrique Lister hace alusión en varias ocasiones a sucesos de esta índole, llevados a cabo en los chantiers fronterizos: eliminaciones de antiguos resistentes y ex deportados de los campos nazis, como Luis Montero; de guías del aparato de pasos, entre quienes cita a los conocidos como Lino y José el Valenciano; o de militantes caídos en desgracia, como José San José (a) Juanchu, antiguo alumno de la escuela del partido enviado desde México en misión especial. Él mismo, según cuenta, recibió de Vicente Uribe la confidencia de que en 1948 se manejó la posibilidad de su liquidación, junto con Modesto, durante una visita de inspección –como responsables del aparato militar – a uno de los chantiers, so pretexto de un accidente durante el examen de algún arma o explosivo[35].

Los historiadores franquistas se empeñaron en presentar a la “Valledor y cía.” como un boyante emporio del “terrorismo comunista”[36], pero lo cierto es que la empresa, regida por criterios políticos mucho antes que económicos, se encontraba  sumida en una gravísima crisis, económica y política, mucho antes de que la ilegalización del PCE en Francia, en 1950, le asestara el golpe de gracia. Crisis económica derivada de que el excesivo tamaño de la red de chantiers –motivado por la voluntad política de cubrir la mayor extensión posible de frontera- llegó a suponer una pesada carga económica para el PCE. Se enviaban numerosos militantes a trabajar en las explotaciones, pero la carencia de buenas vías de comunicación y de sistemas eficaces de transporte del material producido contribuyó a su falta de rentabilidad[37].  Asimismo, según Tovar, se extendió el descontento entre los empleados debido a las numerosas cotizaciones que se deducían de las mensualidades, y al elevado número de liberados del partido que había que mantener:

“Esta empresa no fue ni mucho menos un ejemplo de administración socialista (…) Los obreros no estaban contentos, los sueldos no eran en relación con el esfuerzo consentido, es verdad que en ese momento era difícil encontrar trabajo, pero a medida que el tiempo pasaba los obreros desaparecían, pues estaban mejor pagados al exterior. Cuando llegaba el momento de cobrar era un escándalo: la cotización al Partido, al Socorro Rojo, ayuda a la Juventud, a la Unión de Mujeres, a los presos de las cárceles en España, a las Guerrillas, etc. […] Esta empresa murió falta de mano de obra, malos salarios, y muchas cotizaciones a pagar, y sobre todo la mucha gente que comía de ellos sin trabajar” [38].

Los beneficios, sin embargo, apenas daban para mantener a los propios gerentes de la empresa. Según el propio Tovar, “Valledor y yo teníamos una miserable habitación, y cada semana estábamos cada uno de cocina, pues no teníamos bastante dinero para ir al restaurant, esto ocurría en los años 1946, 1947 y 1948”[39]. Como en otros casos, el entramado diseñado para la captación de recursos no sirvió para el objetivo de nutrir económicamente a la guerrilla, sino para subvenir a los gastos de sostenimiento del aparato político del partido[40]. Cuando en 1948 Valledor fue trasladado a Checoslovaquia, Tovar apenas podía sostener a su familia con su salario de supervisor de la Enterprise Forestier, y hubo de agenciarse una cámara fotográfica de ocasión para completar sus parcos ingresos haciendo retratos por calles y ferias. A medida que la caída del franquismo se postergaba en el horizonte, los chantiers fueron vaciándose de hombres que buscaban, a partir de ese momento, integrarse en la vida civil en el que suponían iba a ser durante mucho tiempo su país de acogida.

La otra cara de la crisis de los chantiers fue política. Desde que la agudización de la guerra fría dejó constancia de la nula voluntad de las potencias occidentales por derribar a Franco, muchos dirigentes y cuadros comunistas atisbaron la evidencia del fracaso de la táctica guerrillera en el interior de España. Beltrán “el Esquinazau”, responsable de pasos del Pirineo central, constataría desde 1946 la fragilidad de un movimiento guerrillero erróneamente orientado, falto de apoyo y arrasado por  la represión de las fuerzas policiales franquistas. Ello le costaría la marginación dentro del partido y hasta un frustrado intento de liquidación[41]. No sería el único desengañado: Vicente López Tovar daba un paso más y culpó a la dirección del partido de enviar a un sacrificio inútil a decenas de los militantes más valiosos por desconocimiento culposo de las verdaderas condiciones políticas en el interior de España:

“Era la desaparición sistemática de todos los Jefes y responsables que se habían distinguido en Francia. Faltos de puntos de apoyo, sin dinero, sin enlace con otras fuerzas, que no existían nada más que en los papeles de Carrillo. Así murieron atacando estancos, almacenes, pagadores y otras operaciones de ese género para poder subsistir, porque de Francia no recibían nada”[42].

A esta situación de marasmo habría que sumar las depuraciones que los responsables del PCE, encabezados por Santiago Carrillo y Fernando Claudín, llevaron a cabo con quienes habían liderado la delegación en Francia durante la época de la Resistencia. El aterrizaje de los dirigentes procedentes de Sudamérica y la URSS tuvo como consecuencia el desplazamiento de quienes habían sido los impulsores de la “Unión Nacional” y de la resistencia española contra el nazismo, materializado en la desautorización y expulsión de Jesús Monzón, la liquidación de Gabriel León Trilla, la penitencia impuesta a Manuel Azcárate  y la marginación de Vicente López Tovar.

La salida del PCF del gobierno francés, en 1947, dejó desprotegida a la organización del PCE en el país galo. Arruinada, desmoralizada y debilitada por las purgas, la estructura política y económica del PCE en Francia sería desmantelada en julio de 1950, mediante un operativo en el que no faltaron los ingredientes (oscuros ajustes de cuentas, inspectores de policía narcotizados y armas escondidas obedeciendo a un supuesto plan de apoyo a la toma de los Pirineos por tropas paracaidistas soviéticas…)  de una paradigmática historia ambientada en la guerra fría[43].

BIBLIOGRAFÍA
·         AGUADO SÁNCHEZ, Francisco: El maquis en España, San Martín, Madrid, 1975.
·         AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa. Memorias. Anubar Ediciones, Zaragoza, 1985.
·         COMÍN COLOMER, Eduardo: La República en el exilio, AHR, Barcelona, 1957.
·         DELPLA, Claude : « Les Guérilleros Espagnols  (dans la Zone Pyrénéenne) », http://www.ceibm.org/claudedelpla1111.html
·         DOUZOU, Laurent : « Organisations et modes de fonctionnement de la Résistance », Les cahiers de l´Institut d´Histoire du Temps Présent, nº 37, Paris, 1997.
·         GASCÓN, Antonio: Beltrán, el Esquinazau. Pirineum Editorial, Zaragoza, 2002.
·         LISTER, Enrique: Así destruyó Carrillo el PCE, Planeta, Barcelona, 1983.
·         LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía de Vicente López Tovar, coronel de los guerrilleros españoles en Francia. Manuscrito inédito,  mecanografiado, Toulouse, 1986.
·         MORENO GÓMEZ, Francisco: “Huidos, maquis y guerrilla: una década de rebeldía contra la dictadura”,  Ayer, número 43, Marcial Pons, Madrid, 2001.·  
      RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis, la guerrilla vasca (1938-1962), Txalaparta, Navarra, 2001.
·         PESCHANSKI, Denis: Des étrangers dans la résistance. Les éditions de l´Atelier, Paris, 2002.
·         PIKE, D.W: Journes de gloire, journes de honte. Le Parti Communiste d´Espagne en France depuis son arrivée en 1939 jusqu´à son départ en 1950. Sedes, Paris, 1984.
·         VICUÑA, Victorio: Combates por la libertad, Ayuntamiento de Lasarte-Oria, 1995.

[1] “Casi todos los días –relata el dirigente comunista Sixto Agudo- visitaban nuestro islote [en el campo de Gurs] patronos de diferentes localidades vecinas en busca de mano de obra. Era un espectáculo vergonzoso; más que como un contrato entre personas humanas, parecía un mercado de bestias. Los patronos, antes de dar la conformidad, examinaban detenidamente la boca, la musculatura  la características del obrero”. AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa. Memorias. Anubar Ediciones, Zaragoza, 1985, p. 24.[2] Otras fuentes coinciden en los 55.000 españoles adscritos a los CTE, pero señalan el destino de unos 40.000 a la agricultura y la industria de guerra, y cifran entre 8.000 y 9.000 los enviados a la fortificación del frente. PESCHANSKI, Denis: Des étrangers dans la résistance. Les éditions de l´Atelier, Pari, 2002, p. 32.[3] VICUÑA, Victorio: Combates por la libertad, Ayuntamiento de Lasarte-Oria, 1995, p. 165. La ley sobre “extranjeros indeseables”, que preveía su reclusión en campos de detención, había sido promulgada por el gobierno de Daladier el 12 de abril de 1938.[4] “Llegamos a Clerac, departamento de Charente Marítima, el 10 de mayo de 1940. El patrón nos había preparado una vivienda de su propiedad con dos habitaciones y cocina-comedor. El mobiliario se reducía a cuatro camas, una mesa y cuatro sillas. La vivienda estaba situada fuera del pueblo, en medio de un prado salpicado de árboles, cerca de la fábrica y yacimientos de la empresa de arcillas y minerales Argirec. Al día siguiente visitamos el tajo. A la pareja más joven nos asignaron el trabajo más duro: descubrir la cantera. A la otra pareja, uno de los dos era minero, el arranque de la piedra. El trabajo era adestajo. La experiencia de dos semanas no nos cubrió ni el 60% del salario establecido”. AGUDO, Sixto: En la Resistencia…. p. 27[5] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía de Vicente López Tovar, coronel de los guerrilleros españoles en Francia. Manuscrito inédito,  mecanografiado, Toulouse, 1986,  p. 69. El chantier de Valisou fue le origen de la “Sociedad Valledor”, una de las principales bases del maquis,  denominada así por figurar a su frente José Antonio Valledor, uno de los responsables de la organización de los guerrilleros comunistas españoles en el sudeste francés.[6] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 80.[7] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía …, p. 69.[8] Solamente en Mautahusen perecieron 4.854. También hay que destacar que los conscriptos españoles desarrollaron iniciativas de resistencia allí donde fueron recluidos: los enviados a las islas anglo-normandas, por ejemplo, construyeron  una antena para captar las emisiones de la BBC  y de Radio Moscú, e incluso editaron un periódico clandestino, Acero. PIKE, D.W: Journes de gloire, journes de honte. Le Parti Communiste d´Espagne en France depuis son arrivée en 1939 jusqu´à son départ en 1950. Sedes, Paris, 1984, 12-13.[9] Íbid., p. 71.[10] “Noviembre de 1942. Traslado a Ariége. El punto de destino, dado por Vallador, estaba situado en plena montaña, en un pueblecito abandonado, llamado San Nicoleau, allá vivía escondido un comandante del ejército francés, no nos fiábamos de nadie, y no entablamos ninguna relación con él. Estábamos a 7 kilómetros de Foix, y me puse a fabricar carbón de madera con dos o tres camaradas, yo no conocía en absoluto este trabajo, poco a poco llegaban más, y se fabricaba mucho carbón para los pocos que estábamos declarados”. LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 77.[11] VICUÑA, Victorio: Combates…, p. 153-154.[12] En el País Vasco francés actuaba la red Comète, que recogía y escondía a pilotos británicos derribados sobre Bélgica y Francia, ayudándolos a cruzar los Pirineos clandestinamente y, una vez en España, llegar al territorio británico de Gibraltar. Su primer impulso se lo dio una joven belga, miembro de la Cruz Roja, Andrée de Jongh, cuyo nombre de guerra era Dédée. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=5767[13] DOUZOU, Laurent : « Organisations et modes de fonctionnement de la Résistance », Les cahiers de l´Institut d´Histoire du Temps Présent, nº 37, Paris, 1997, págs. 110-111.[14] El aparato de pasos se localizaba en la región de los Altos Pirineos. Según Agudo, “el paso de numerosos resistentes a España [se realizaba] en contacto con las organizaciones de la Resistencia francesa. El lugar de recepción era Tarbes, que les llevaba a Bagneres y, de aquí, a la Cruzette, en el Col de Aspin, donde eran recogidos por Jimeno, conductor de uno de los camiones de la empresa de Saint Lary, que los transportaba escodidos entre materiales de las obras, ante las propias narices de los ocupantes nazis”. AGUDO, Sixto: En la Resistencia…. p. 65.[15] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 99. Sixto Agudo también refleja en sus memorias la competencia establecida con los otros grupos de resistentes por el acceso al escaso armamento disponible: “En este periodo continuaba siendo un serio obstáculo para nuestro crecimiento la escasez de armamento. Disponíamos ya de una cantidad respetable cogida al enemigo; pero era insuficiente para cubrir los efectivos humanos que teníamos. No había otra solución que conseguirlo de la forma que fuera, incluso apoderándose de los depósitos precedentes de los parachutajes aliados, retenidos para la hora H”. AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa…, p. 85.[16] El propio Valledor intentó poner coto a la escalada del sabotaje para evitar poner en peligro la coordinación de los maquis en el área pirenaica, pero la adulteración del carbón vegetal continuó de forma espontánea. LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 78-79.[17] Ibíd., p. 80-81.[18] AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa…, p. 49 y 56.[19] Ríos había sido comandante de la 234 Brigada durante la guerra de España; Walter, profesor de instituto, había dado clases sobre el  uso de explosivos en la escuela de capacitación del XIV Cuerpo en Valencia; Cristino García, héroe de la Resistencia, moriría fusilado en España en 1946, tras el infructuoso intento de crear en Madrid un núcleo de “guerrilleros de ciudad”; Luis Fernández y López Tovar se encontrarían en octubre de 1944 al frente de la fracasada invasión del valle de Arán; y Valledor, como se verá después, figuró hasta 1948 como el principal encargado de las empresas-tapadera que encubrían los campamentos de formación y entrenamiento de guerrilleros destinados a España.[20] AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa…, p. 64.[21] AGUDO, Sixto: En la Resistencia francesa…, p. 85.[22] DOUZOU, Laurent : « Organisations et modes de fonctionnement… », p. 114.[23] DELPLA, Claude : « Les Guérilleros Espagnols  (dans la Zone Pyrénéenne) », http://www.ceibm.org/claudedelpla1111.html[24] VICUÑA, Victorio: Combates por la libertad,…, p. 175.[25] La MOI constituía la sección de extranjeros del PCF, creada para encuadrar a los inmigrados laborales llegados a Francia durante la reconstrucción posterior a la primera guerra mundial. Los españoles mantuvieron unas difíciles relaciones con la MOI, al negarse en repetidas ocasiones a integrarse en ella, prefiriendo mantener sus propias organizaciones independientes. DELPLA, Claude: “Les Guérrilleros…”.[26] Poblaciones liberadas por los maquis españoles comandados por Vicuña fueron Arudy, Louvie-Jucon, Vielle, Laruns, Gavas, Eaux-Bonnes, Bedos, Lées-Athes, Sarrance, Escot, Castet, Iceste Pau. RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis, la guerrilla vasca (1938-1962), Txalaparta, Navarra, 2001, p. 37-38.[27] El policía franquista Comín Colomer fecha la fundación de la “Valledor” en 1948, cuando su domicilio social se traslada a Paris, 10 rue de la Trousseau, con un capital social de un millón de francos (antiguos). COMÍN COLOMER, Eduardo: La República en el exilio, AHR, Barcelona, 1957, p. 417. Pero su funcionamiento es, al menos, dos años anterior, pues en mayo de 1946 el diario The Daily Worker le había dedicado una portada. RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis, la guerilla vasca (1938-1962), Txalaparta, Navarra, 2001, p. 120. En 1948, Valledor fue relevado al frente de la Enterprise Forestier y enviado por el PCE a Checoslovaquia. LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 181.[28] COMÍN COLOMER, Eduardo: La República…, p. 422.[29] AGUADO SÁNCHEZ, Francisco: El maquis en España, San Martín, Madrid, 1975,  p.169.[30] GASCÓN, Antonio: Beltrán, el Esquinazau. Pirineum Editorial, Zaragoza, 2002, p. 240.[31] Según el coronel de la Guardia Civil , Francisco Aguado, la capacitación “práctica (militar) era [muy] intensa.  En cuanto a los explosivos disponían en abundancia, entre los que destacaban el “Nobel 808”, el “plástic” y la tolita. Con ellos preparaban artefactos entonces desconocidos en España, como los lápices de tracción, el “clam” o carga magnética, el “popeye” a base de cargas de plástico, manera de hacer volar locomotoras, vías férreas, puentes, minas contra personal en terreno de bosques, utilización de la pinza encendedor, etc. Se convertían en consumados expertos en el manejo de explosivos, cuyas cargas por artefacto oscilaban entre quinientos gramos y kilo y medio” AGUADO SÁNCHEZ, Francisco: El maquis en España, San Martín, Madrid, 1975, p. 169.[32] “Se daban lecciones de Actualidad Española con informaciones sobre la Liga de balompié, el cine, la música o forma de vestir, para que los exiliados no se delatasen llevando el cuello de la camisa por fuera de la americana o ignorando las glorias de Quincoces y Juanito Valderrama. Algo que se recalcaba para Navarra era no cambiar la boina por el sombrero hasta abandonar los valles pirenaicos, porque esa prenda llamaba poderosamente la atención”. RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis…,  p. 120 y 123.[33] Según recuerda alguno de los que participaron en ellas, como Eduardo Aparicio, “en nuestro tiempo libre jugábamos a balonvolea con Carrillo, Núñez, Zoroa… todos menos Líster, que siempre estaba muy serio”. Íbid, p. 123[34]  “La vista de los procesos contra los espías y agentes policíacos descubiertos en las democracias populares, así como el desenmascaramiento del verdugo del pueblo yugoslavo, el repugnante Tito, como viejo provocador al servicio de la burguesía imperialista, ponen sobre el tapete, ante la clase obrera, y especialmente ante los comunistas, el problema siempre actual y candente de la vigilancia política de la lucha contra la provocación (…) De cada uno de estos miserables y de otros parecidos que hoy, por orden de los servicios policíacos de quienes dependen, se cobijan bajo la bandera pirata del titismo, dignos cofrades del despreciable provocador que tan arteramente engañó al pueblo yugoslavo, iremos dando algunos de sus rasgos característicos y de sus actividades, que conocemos muy de cerca.” Comentario escrito por Santiago Carrillo para Radio España Independiente y publicado en Mundo Obrero del 15 de septiembre de 1951;  LISTER, Enrique: Así destruyó Carrillo el PCE, Planeta, Barcelona, 1983, p. 75.[35] LISTER, Enrique: Así destruyó Carrillo…, , págs.  58-59 y 86-93. Victorio Vicuña argumenta: “Esto es difícil de entender ahora, pero en esta época, otra manifestación del estalinismo era que a las gentes que venían huidas de España no se les admitía directamente en el partido, había que estudiar cada caso, interrogando la fugitivo y pidiendo informes. Había miedo de que se infiltrasen agentes de la policía franquista, provocadores. Sin querer justificarlo, hay que decir que vivíamos en la clandestinidad, en la represión, jugándonos la vida a cada instante y que eso provocaba excesos”. RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis…, p. 209-210.[36] COMÍN COLOMER, Eduardo: La República…,  p. 417-422;  y AGUADO SÁNCHEZ, Francisco: El maquis…, p. 169.[37] “En el verano de 1945 en Saint Engrace operaban sólo tres pasadores, cuando los supuestos leñadores pasaban de la docena. El Partido calculaba que en Drepel sobraban doce trabajadores. En San Maitin d”Arrose, 20 kilómetros al norte, ocho y en Retharran, once”. RODRÍGUEZ, Mikel: Maquis… p.121.[38]  LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 177.[39] Íbid, p. 178.[40] Cuando refuta la supuesta financiación extranjera de la guerrilla antifranquista, Francisco Moreno sostiene que “no sólo es irreal [dicha financiación], sino que ni siquiera la dirección del PCE envió financiación digna de mención, sino todo lo contrario. Fue la guerrilla la que a menudo envió dinero para las necesidades de la dirección de Madrid o de otros comités clandestinos”. MORENO GÓMEZ, Francisco: “Huidos, maquis y guerrilla: una década de rebeldía contra la dictadura”,  Ayer, número 43, Marcial Pons, Madrid, 2001,  p. 133.[41] GASCÓN, Antonio: Beltrán…, págs. 258-260.[42] LÓPEZ TOVAR, Vicente: Biografía…, p. 175.[43] COMÍN COLOMER, Eduardo: La República…, p. 421-422; y PIKE, D.W: Journes de gloire…, p. 238 y siguientes.Fuente: http://laestaciondefinlandia.wordpress.com/2014/01/15/carboneros-lenadores-y-maquis-los-guerrilleros-espanoles-en-francia-1939-1950/

____________________________________________________________________________


27/9/2012. 35 ANIVERSARIO DE LOS ÚLTIMOS ASESINATOS DE FRANCO

27 de septiembre de 1975: Cinco revolucionarios asesinados por el franquismo

A Jon Paredes Manot “Txiki”, preso en la prisión Modelo de Barcelona, lo fusilaron junto al cementerio de Collserolla, en las afueras de la ciudad. Nacido en Extremadura y crecido en la gipuzkoana localidad de Zarautz, tan sólo contaba con 21 años. Ángel Otaegi, de 33 años y natural de Nuarbe, Gipuzkoa, fue fusilado a las nueve menos veinte de la mañana, en la prisión de Burgos. Los tres militantes del FRAP fueron fusilados en Hoyo de Manzanares, Madrid. José Luís Sánchez Bravo contaba con 22 años y murió a las nueve y media; Ramón García Sanz, con 27, a las nueve y diez, y José Humberto Baena Alonso, de 24, a las diez y cinco.

El 27 de septiembre de 1975 cinco hombres fueron asesinados. Y decimos asesinados, no ejecutados ni ajusticiados, porque la Justicia no tuvo nada que ver con este crimen. Cuando nos negamos a llamar Justicia a la legalidad española del franquismo, no la contraponemos a ningún modelo ideal de lo que debe ser la Justicia sino, simplemente, al derecho positivo ya existente en aquel momento en los países que podían considerarse democráticos y en el seno de la comunidad internacional. El Estado español no cumplía ninguno de los estándares en materia de Derechos Humanos. Incluso hoy, 36 años después de aquellos crímenes, la legalidad española sigue estando, en la práctica, muy alejada de lo que exige el derecho internacional, aunque éste Estado suscriba, sobre el papel, todos los convenios sobre Derechos Humanos habidos y por haber.
Jon Paredes “Txiki”, Ángel Otaegi, José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz fueron juzgados y condenados por unos tribunales cuya única “fuente de legitimidad” era la victoria de los sublevados en la rebelión militar del 18 de julio de 1936. La nueva legalidad se había construido en base al aniquilamiento físico o a la anulación y sometimiento de todos aquellos que no encajaban en el proyecto de la “España Una, Grande y Libre”. Los fascistas mataron para arrogarse el “derecho” de poder seguir matando.

La farsa de juicio a la que fueron sometidos aquellos cinco hombres no tenía las mínimas garantías procesales y, a día de hoy, se sabe a ciencia cierta que varios de ellos ni siquiera eran responsables de los hechos por los que fueron juzgados. El régimen franquista ya lo sabía entonces, pero necesitaba matar para someter a cualquier disidencia. Había nacido matando y se había perpetuado matando. El baile de muertos se había iniciado el mismo día del alzamiento militar. Las cunetas y las tapias de los cementerios fueron sus primeros escenarios. Los tribunales que se fueron creando después solo serían una escenificación para justificar los crímenes.

Los cinco asesinados habían emprendido el camino de la lucha armada como forma de enfrentarse a una dictadura que, para vencer y mantenerse en el poder, había causado la muerte de centenares de miles de personas. Las distintas formas de lucha, en un contexto de falta absoluta de libertades, era apoyadas, justificadas o, al menos, comprendidas, con todos los matices que se pudieran establecer, por el conjunto de la oposición antifascista. Clara prueba de ello es la respuesta a la noticia de las sentencias de muerte y a la “ejecución” de las mismas. Una oleada de protestas sacudió el Mundo, primero para intentar evitar los asesinatos y más tarde para servir como condena de los mismos.

Quienes, en su día, compartieron la militancia antifascista con los cinco asesinados aquel 27 de septiembre han evolucionado en direcciones muy distintas: algunos continuaron con las mismas formas de lucha, otros las cambiarían pero mantendrían los mismos objetivos políticos. Algunos no tuvieron presencia destacada en la vida pública en los años posteriores. Hubo quienes, incluso, acabaron situándose en posiciones que, al menos a nuestro entender, son diametralmente opuestas a las que mantenían en 1975, y como consecuencia de este profundo cambio, ahora se encuentran entre quienes niegan la condición de víctimas a sus antiguos compañeros de lucha.

Claros ejemplos de todos estos caminos por los que transitaron los que un día participaron en la lucha antifascista lo encontramos entre otras personas que fueron condenadas a muerte, en el conocido como “Proceso de Burgos”, de 1970. En este caso, las sentencias no se llevaron a efecto. Estos condenados tuvieron la posibilidad de evolucionar, de cambiar, incluso de venderse a cambio de un cargo público. Tuvieron la opción de ser coherentes con su pasado o de dejar de serlo.

Los asesinados el 27 de septiembre de 1975 no tuvieron la posibilidad de seguir caminando en ninguna de estas direcciones. Su imagen quedó congelada en el momento de su muerte. El fascismo les negó cualquier posibilidad de futuro, tanto en lo personal como en lo político, en la realización de los proyectos por los que luchaban. Sus verdugos quisieron, también, arrebatarles su condición de luchadores por la libertad y la justicia social, pero la sociedad vasca, haciendo de ello su bandera, recuerda a toda esta generación de militantes antifascistas, en la coherencia de su lucha, ante la actual monarquía constitucional, hija maquillada de franquismo, cuyas responsabilidades continúan impunes.




___________________________________________________________________________


 Monarquía, democracia y memoria.

Por Cesar Castañon Ares




El pasado 2 de octubre del presente 2013 la Sra. García Cuevas, diputada del Partido Popular en el Parlament de Catalunya, (1) se permitió el lujo de lanzar -en el marco de un pleno de la Comisión d’Afers Institucionals- una diatriba sobre la memoria histórica del siglo XX en España y Cataluña de esas que, aunque escuchemos poco, ilustran con claridad el fondo político sobre el que se construye el PP. Habiendo comprobado que nadie en la sala respondió debidamente a tales declaraciones, y como no estoy dispuesto a concederle el beneficio que siempre otorga tener la última palabra, aquí va mi respuesta:

1) Sra. García Cuevas, debe usted saber, que de acuerdo con la legislación franquista, España es un Reino -y por tanto, una monarquía- desde al menos 1947, año en que se promulga la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado. Y es en espíritu a esa ley, no a ninguna voluntad democratizadora, que el entonces Jefe del Estado, Francisco Franco, proclama en 1969 al actual Rey, Juan Carlos de Borbón y Borbón, su heredero. A partir de este hecho, frecuentemente omitido por su partido, deberíamos tener en cuenta al menos una cosa: que ese pasar página -al que aluden continuamente los apologetas de la transición- es muy fácil para quienes mantuvieron sus cargos en las instituciones del Estado o para quienes habían levantado grandes emporios económicos durante la dictadura; sin embargo, se cuentan por miles los que, en la “página” siguiente, mantienen a sus familiares perdidos en alguna cuneta; o los que, como mucho, consiguieron recuperar la libertad después de haber sido encarcelados por luchar contra una dictadura. Francamente, treinta y ocho años después de la muerte de Franco, las páginas de unos y otros siguen sin ser las mismas.

2) Se equivoca usted al afirmar que la oposición política al franquismo fue “militante, más activa al principio del régimen que en sus últimos años”. Como sabe toda la comunidad historiográfica, y cualquier persona que haya querido leer un poco sobre el tema, la oposición social y política fue mucho más fuerte en los últimos años de dictadura; lo que nos permite hablar, al menos desde 1969, de un régimen político en crisis. Pero su error no acaba aquí, porque fue precisamente 1976 el año en el que se produjo una mayor conflictividad; el año en el que el presidente honorífico de su partido, Manuel Fraga, tuvo que afirmar, rabioso, que la calle era suya. No debemos olvidar que bajo la dictadura hacer huelga era considerado un delito de rebelión militar, y a pesar de todo, en 1976 se estima que se llevaron a cabo 110.000.000 de horas de huelga en todo el territorio del Estado. Fue esa oposición -seguramente junto a algunos otros factores de interés económico- la que obligó a las instituciones del Estado, en las postrimerías del citado año, a intentar una solución reformista. El régimen no acabó, por tanto, “con Franco”, como usted afirma. Pasaron dos años antes de que se llevara a cabo el primer movimiento de las instituciones del Estado, y ni siquiera este tuvo un sentido claramente democrático.

3) No debe usted olvidar -estoy seguro de que no lo olvida-, que la tan aireada Ley para la Reforma Política es un texto de página y media, impulsado por quien hasta la fecha había sido Secretario General del Movimiento [Nacional Fascista], y que dejaba muy poco clara cual sería la naturaleza de ese régimen “reformado”. No debemos olvidar que la Ley de marras fue una más de las Fundamentales del Reino con las que se gobernaba la dictadura, perfectamente compatible -y así lo sabían Suarez, Fraga, Martín Villa o Fernández Miranda-, por tanto, con el mantenimiento de la norma jurídica franquista. Y es que es difícil afirmar, aunque fácil sospechar, que cuando Fernández Miranda hablaba de llevar el cambio “de la Ley a la Ley”, no tenía en mente más que la voluntad de mantener cuantos principios fundamentales del Movimiento Nacional fuese posible.

4) Es importante recordar que la convocatoria de las elecciones a cortes de 1977 se produjeron en un clima lejano a lo que podríamos definir como libre, en el que muchos partidos políticos seguían ilegalizados, y en el que las posibilidades de los que se presentaron de hacer campaña fueron notablemente limitadas -el PCE fue finalmente legalizado el 9 de abril y las elecciones fueron el 15 de junio. Sin embargo, el resultado electoral sorprendió a propios y extraños, otorgando a los partidos claramente alineados con el movimiento antifranquista un 43% de los votos, en un mapa que recuerda curiosamente a los de las elecciones republicanas. Es este un factor definitivo, imposible de explicar sin la existencia de una movilización de masas y una desafección soterrada y permanente a la dictadura, para entender las particularidades -sus virtudes y también sus limitaciones- de la Constitución elaborada posteriormente. Los derechos sociales y laborales garantizados por esa Constitución, que su partido está pisoteando sin piedad, son el mayor de los tesoros de esa Constitución. Las limitaciones en los derechos de las diferentes naciones del Estado se demuestran hoy una de sus mayores taras.

5) Quienes hemos nacido en Europa en los siglos XX o XXI no debemos olvidar nunca nuestro pasado, porque éste nos recuerda qué, en la medianoche del pasado siglo, hubo personas que defendieron con su vida la vieja triada republicana -libertad, igualdad, fraternidad-, hubo personas que lucharon por el progreso y la emancipación de la humanidad independientemente de cual fuera su sexo, su raza o su religión. Pero también hubo quienes humillaron esos principios, quienes oprimieron y exterminaron sistemáticamente a las personas diferentes, quienes afirmaron la superioridad de su esencia nacional frente al resto. Hubo -y hay- fascistas, y las fuerzas sociales que se levantaron el 18 de julio de 1936 contra la República, defendieron con su vida la particular forma del fascismo español, y ejercieron el “revanchismo” que usted menciona durante, al menos, los 38 años que duró la dictadura. Obvio debería ser decir -pasados los años y moderadas las pasiones- que la transición no “restituyó” la memoria de todas las víctimas, y que esta es la principal necesidad de nuestra memoria pública hoy día.

6) A pesar de lo que pueda parecer entre los estrechos muros del Parlament de Catalunya o del Congreso de los Diputados, nuestras Universidades públicas están llenas -cada vez menos llenas, después de los recortes que su partido, y el gobierno de CiU y ERC en Catalunya, aplica a los presupuestos universitarios- de buenos investigadores sobre la historia más reciente. Los debates historiográficos respecto de los temas que aquí he ido señalando son ricos y complejos. Lo que aquí he expuesto son sólo algunas posiciones, refrendadas por una parte de las investigaciones publicadas. Su intervención parlamentaria, Sra. García Cuevas, no es más que una nueva muestra del autoritarismo que caracteriza la política de su partido, queriendo establecer una única memoria pública, ante la que el resto debemos asentir y obedecer. Una sola forma de pensar y de actuar, aunque esta signifique miseria, paro y exclusión para la mayoría. Aquí se nota que ustedes, en el fondo y en la forma, no son muy diferentes de los “reformadores” franquistas.

@CastAres

Compártelo:


Nota (1) 
El vídeo con las declaraciones que se citan  (4 min. 21s.) está aquí: http://www.parlament.cat/web/actualitat/canal-parlament/sequencia/videos?p_cp1=6766165&p_cp2=6766735&p_cp3=6766698.
No obstante , es ocioso escucharlas puesto que es el argumento tipico y topiuco de la derecha española ante este asunto, escuchado hasta la saciedad.

________________________________________________________________________________

MUSSOLINI, HITLER, PIO XII Y JUAN DE BORBON FELICITANDO A FRANCO


A las felicitaciones de Hitler y de Musolini por la victoria de Franco al entrar en Madrid en marzo de 1939 deben unirse las felicitaciones de Juan de Borbón, padre de Juan Carlos ,

"Uno mi voz nuevamente a la de tantos españoles, para felicitar entusiasta y emocionadamente a V.E. por liberación capital España. La sangre generosa derramada por nuestra mejor juventud será prenda segura del glorioso porvenir de España. Una, Grande y Libre ¡Arriba España!",


 Y los parabienes que compartía el papa Pio XII en su felicitación por el mismo hecho:



"Levantado nuestro corazón al Señor, agradecemos sinceramente con V.E. deseada victoria católica España, hacemos votos porqué este queridísimo Madrid, alcanzada la paz, emprenda con nuevo vigor sus antiguas cristianas tradiciones, que tan grande le hicieron. Con estos sentimientos efusivamente enviamos a V.E. y a todo el pueblo español nuestra apostólica bendición"


 ___________________________________________________________________________


EL GENOCIDIO FRANQUISTA Por Rafael Narbona (1)

España es una anomalía histórica. Es el único país europeo con 200.000 desaparecidos y unas leyes que garantizan la impunidad de sus verdugos. Naciones Unidas reclama al Estado español que elabore un “plan nacional de búsqueda de desaparecidos”, anule la ley de Amnistía de 1977 y enjuicie a los autores e implicados en el exterminio sistemático de fuerzas políticas de izquierdas perpetrado entre julio de 1936 y noviembre de 1975. Ante la pasividad del gobierno español, la justicia argentina prepara una querella contra 300 responsables de la represión franquista. Entre los imputados, se encuentran Rodolfo Martín Villa, que ordenó la masacre de Vitoria-Gasteiz, José Utrera Molina, ministro franquista y uno de los firmantes de la condena a muerte de Salvador Puig Antich, Juan Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, brutal agente de la Brigada Político-Social, Jesús Muñecas Aguilar, guardia civil golpista y notable torturador, y Fernando Suárez, que participó en el consejo de ministros que firmó las últimas ejecuciones del régimen en septiembre de 1975. Es improbable que estos criminales acaben en un tribunal, pues el gobierno español –neoliberal o socialdemócrata- se inventará cualquier argucia legal para evitar su extradición. La Transición española no fue una ruptura con el franquismo, sino una Reforma del franquismo, que agravió nuevamente a sus víctimas, condenándolas a ser polvo y olvido en algunas de las 2.500 fosas clandestinas excavadas por falangistas, requetés, guardias civiles, católicos devotos, aristócratas y militares.

El principio de jurisdicción universal reconoce la competencia de cualquier tribunal para encausar a los responsables de delitos contra la humanidad. Son crímenes que nunca prescriben por su especial gravedad. La España de la Transición no mostró ninguna preocupación por las víctimas de la dictadura. Los asesinos y torturadores continuaron en sus puestos, a veces condecorados y homenajeados. Rodolfo Martín Villa concedió en 1977 a Juan Antonio González Pacheco la Medalla de Plata del Mérito Policial y organizó una cena en su honor, alegando que su iniciativa constituía un “desagravio a la persecución de la que es objeto por parte de algunos medios de comunicación”. Actualmente, Pacheco trabaja en empresas privadas de seguridad y Martín Villa es un próspero empresario. No se trata de casos aislados, sino de un fenómeno generalizado. Los comisarios Manuel Ballesteros y Roberto Conesa, dos policías que adquirieron una siniestra fama por su ferocidad durante los interrogatorios, prosiguieron tranquilamente sus carreras, participando en las operaciones de “guerra sucia” contra ETA. Los asesinos del estudiante Enrique Ruano (los inspectores Celso Galván, Francisco Luis Colino y Jesús Simón) escalaron posiciones con el PSOE, obteniendo condecoraciones y altos cargos. Algo semejante sucedió con José Antonio Gil Rubiales y Juan Antonio González García, ambos implicados en las salvajes torturas que acabaron con la vida de Joxe Arregi, presunto militante de ETA. En 2005, Gil Rubiales fue nombrado Comisario del Cuerpo Nacional de Policía de Santa Cruz de Tenerife. Un año antes, el PSOE había otorgado a González García el cargo de comisario general de la Policía Judicial. José Matute y José Martínez Torres también pertenecían a la Brigada Político-Social. Matute torturó y mató en 1975 a Antonio González Ramos, militante del Partido de Unificación Comunista de Canarias. En 1983, José Barrionuevo, Ministro del Interior del primer gobierno del PSOE, requirió su colaboración para rastrear el Barrio del Pilar, buscando a un comando de ETA. Barrionuevo también recurrió a Martínez Torres. Le situó al frente de la Brigada Central de Información, sin inquietarse por los innumerables testimonios que le responsabilizaban de crueles torturas físicas y psíquicas. En las Fuerzas Armadas, se actuó con los mismos criterios. El general José Antonio Sáenz de Santamaría, que había combatido al maquis en los años de la posguerra, y se había encargado de organizar los últimos fusilamientos del franquismo en septiembre de 1975, fue designado director general de la Guardia Civil por el gabinete de Felipe González. Se le atribuyen muchos éxitos en su lucha contra el maquis, empleando pequeñas dosis de pentotal sódico, que inducen un estado de aturdimiento y favorecen las confesiones. La Gestapo utilizó habitualmente este procedimiento. El fervor de Sáenz de Santamaría por los métodos de la guerra sucia se plasmó en una frase sobrecogedora: “Prefiero la guerra a la independencia de Euskadi”. El teniente general Andrés Casinello se movió en la misma línea. Se le considera el fundador del GAL verde y el cerebro del Plan ZEN (Zona Especial Norte), que incluían las técnicas clásicas de contrainsurgencia: torturas, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales. Casinello se limitó a poner en práctica los conocimientos adquiridos en la base militar norteamericana de Fort Bragg. El Plan ZEN obedecía a la filosofía de combatir la subversión, aplastando sus diferentes focos territoriales. De esta forma, el Estado español se sumó a la doctrina de la seguridad nacional, copiando en Euskal Herria la actitud norteamericana con su “patio trasero” (América Latina) y con los países asiáticos y africanos situados bajo su esfera de influencia.
Las aguas turbias de la Transición proceden del ánimo genocida de los sublevados en 1936. Mola, Franco y sus conmilitones ordenaron que se fusilara sistemáticamente a todos los desafectos al Movimiento. En una nota del 19 de julio de 1936, Mola afirma que el propósito de la rebelión es “sembrar el terror… eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”. La brutalidad de Mola no conocía límites. Es famosa la frase que le espetó a su secretario personal: “Yo veo a mi padre en las filas enemigas y lo fusilo”. Franco obraba de acuerdo con la misma filosofía. En julio de 1937 declaró al periodista norteamericano Jay Allen: “No puede haber ningún acuerdo, ninguna tregua. Salvaré a España del marxismo a cualquier precio”. “¿Significa eso que tendrá que fusilar a media España?”, preguntó el corresponsal. “He dicho a cualquier precio”, contestó el general, con su frialdad característica. El capitán Aguilera, jefe de prensa de Franco y décimo séptimo conde de Alba de Yeltes, se muestra más explícito  y displicente: “En épocas más sanas… las plagas y las pestes solían causar una mortandad masiva entre los españoles… Son una raza de esclavos… Son como animales, ¿sabe?, y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste… Nuestro programa consiste en exterminar a un tercio de la población masculina de España. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado”. Gabriel Jackson estima que la represión franquista causó 400.000 víctimas. En La República española y la guerra civil (1931-1939), un clásico de la historiografía contemporánea, menciona la visita de Heinrich Himmler a Madrid en 1941. Himmler, que aportó su experiencia para mejorar el entrenamiento de la policía política española, “desaprobó, por razones tácticas, el promedio de ejecuciones”, pues lo consideró excesivo. Después de examinar rigurosamente varias fuentes, Gabriel Jackson desglosa el número total de víctimas: “100.000 muertos en los campos de batalla; 10.000 por las incursiones aéreas; 50.000 por enfermedades y desnutrición (durante la guerra civil); 20.000 por represalias políticas en la zona republicana; 200.000 por represalias nacionalistas durante la guerra; 200.000 prisioneros rojos muertos por ejecución o enfermedades de 1939 a 1943”.

Se afirmó que las cifras de Gabriel Jackson eran una exageración incapaz de soportar el contraste con la realidad. Sin embargo, hace pocos años Paul Preston calculó que había 180.000 desaparecidos en fosas clandestinas. A esta cifra espeluznante, hay que sumar las ejecuciones con sentencia y las muertes en la cárcel por torturas, enfermedad o malos tratos. El periodista norteamericano Charles Foltz, corresponsal de la Associated Press en Madrid durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, publicó en 1948 una obra titulada The masquerade in Spain. Foltz sostiene que el número de ejecutados o muertos en prisión entre el 1 de abril de 1939 y el 30 de junio de 1944, según datos oficiales facilitados por el Ministerio de Justicia, asciende a 192.684. Esta cifra, que se ha considerado improbable y desorbitada, coincide con las impresiones del conde Galezzo Ciano, yerno de Mussolini y ministro de Asuntos Exteriores de la Italia fascista. Tras recorrer diferentes regiones de España en julio de 1939, escribe: “Sería inútil negar que sobre España pesa todavía un sombrío aire de tragedia. Las ejecuciones son aún muy numerosas; sólo en Madrid, de 200 a 250 diarias; en Barcelona, 150 y 80 en Sevilla, que en ningún momento estuvo en manos de los rojos”. No me atrevo a dar una cifra total, pero entre las víctimas del franquismo hay que incluir a 30.000 niños y niñas separados forzosamente de sus familias, la mayoría hijos de presas republicanas. Hay otros 6.000 casos de bebés robados durante el tardofranquismo y la primera mitad de la actual democracia, casi siempre por motivos de “higiene social” (hijos de madres solteras o de familias con un perfil marginal). En La guerra civil española, Antony Beevor especula que “la represión franquista durante la guerra y la posguerra podría situarse alrededor de las 200.000 víctimas”. Beevor apunta que esta estimación –para muchos, inferior a la realidad- confirma las amenazas del el general Gonzalo Queipo de Llano: “juro por mi palabra de honor y de caballero que por cada víctima que hagáis, he de hacer por lo menos diez”. Las cifras de Gabriel Jackson han sido avaladas por los hallazgos de nuevas fosas clandestinas. Hace dos años, se calculaba que existían 1.000 fosas sin exhumar. En ese tiempo, se han descubierto otras 1.500. Con estos datos, no se puede negar que el franquismo cometió un genocidio.
La exhumación de las fosas y la imputación de los culpables son tan importantes como un relato objetivo de los hechos. El sentido de la justicia exige una perspectiva ética, que permita dilucidar la posición moral de los contendientes. Por ejemplo, ¿cuál es el punto de vista más adecuado para hablar de la lucha del maquis? El maquis actuó entre 1939 y 1965. Su ofensiva de más envergadura fue la invasión del Valle de Arán en octubre de 1944, donde 4.000 guerrilleros se enfrentaron a un contingente de tropas franquistas compuesto 50.000 hombres bajo el mando de los generales Juan Yagüe y José Moscardó. La ofensiva fracasó. Los maquis sufrieron 588 bajas y los franquistas 248. Este descalabro no evitó que el maquis mantuviera su desafío, pero a una escala más pequeña, empleando la táctica de guerra de guerrillas. En el artículo publicado en el diario YA el 12 de octubre de 1971, el teniente coronel José María Gárate, adscrito al Servicio Histórico Militar, publicó un artículo titulado “Veinte años del hundimiento del maquis”. Gárate escribe: “No hay un balance completo de bajas, pero la Guardia Civil tuvo 276 muertos. Los muertos y heridos de los bandoleros fueron más de 5.500 en unas 8.000 acciones terroristas”. En un reportaje publicado en el ABC en 1994 para conmemorar el ciento cincuenta aniversario de la Guardia Civil, se proporcionan cifras más precisas: “Bajas de bandoleros, 5.548. Bajas del Cuerpo, 624. Detenidos como enlaces, cómplices y encubridores, 19.407”. ¿Eran los maquis bandoleros, terroristas? ¿Se puede considerar a los guardias civiles abatidos víctimas del terrorismo? En mi opinión, el maquis fue un ejemplo de resistencia y dignidad. La represión ejercida por el Ejército y la Guardia Civil sólo puede interpretarse como una prolongación del genocidio perpetrado por el régimen franquista. Sin embargo, el partidista y vergonzoso Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia llama “terroristas” y “bandoleros” a los combatientes del maquis. Al mismo tiempo, elogia la figura de los generales golpistas y el “Glorioso Alzamiento Militar”. Semejante planteamiento sería inaceptable en Francia, que honra los héroes de la Resistencia, o incluso en Alemania, que prohíbe cualquier forma de exaltación de la dictadura nazi.
En España, se considera “enaltecimiento del terrorismo” homenajear a José Miguel Beñarán Ordeñana, “Argala”, pero Luis Utrera Molina, suegro de Alberto Ruiz-Gallardón y ex ministro de Franco, puede escribir tranquilamente: “Franco murió cristianamente en la cama de un hospital público, después de 40 años de buen gobierno rodeado del cariño de su pueblo y fue ensalzado y homenajeado por su sucesor, el hoy Rey de España”. Imagino que entre los logros y cimas de ese “buen gobierno” hay que incluir las fosas clandestinas que albergan aún los restos de un número creciente de desaparecidos, pues cada vez que se realizan trabajos de exhumación aparecen más víctimas de las esperadas. José María Pemán, en una arenga que retransmitió Radio Jerez el 24 de julio de 1936, expresó inmejorablemente el espíritu de la sublevación: “La guerra, con su luz de fusilería, nos ha abierto los ojos a todos. La idea de turno o juego político ha sido sustituida para siempre por la idea de exterminio y de expulsión”. Desgraciadamente, este espíritu no se ha extinguido y sigue impidiendo que España se convierta en un país realmente democrático, donde se prohíba el ensalzamiento o justificación de la dictadura franquista, se borren definitivamente sus símbolos, se enjuicie a los responsables de sus crímenes y se exhumen los restos de los miles de hombres y mujeres asesinados por su compromiso con una sociedad más libre e igualitaria. Hasta entonces, España será una anomalía, una estructura opresiva que no cesa de inventar leyes para criminalizar las protestas sociales, amordazar a los disidentes, frustrar los anhelos independentistas y pisotear la memoria de los que perdieron la vida ante un pelotón de ejecución o en el infame garrote vil. Tal vez la muerte del joven anarquista Salvador Puig Antich, lentamente estrangulado por un verdugo ebrio y esmirriado un lúgubre 2 de marzo de 1974, simboliza de forma particularmente trágica la brutalidad de una dictadura que aún contamina el presente, recordándonos que los canallas duermen tranquilos y las víctimas aún claman justicia desde las entrañas de la tierra.

(1).-Fuente: http://rafaelnarbona.es/?p=5981

____-------------_____________________________________________________

El héroe valenciano que liberó París



El capitan Raymond Dronne y Amado Granell preparando el ataque en Paris. / ARCHIVO EVELYN MESQUIDA
Su tenacidad lideró uno de los episodios clave de la Segunda Guerra Mundial. El 24 de agosto de 1944, el teniente Amado Granell fue el primer oficial del Ejército francés en llegar al Ayuntamiento de París para liberarla del dominio de las tropas alemanas. Siete décadas después de aquel hecho heroico, símbolo de la liberación de Francia, la asociación 24 août 1944, presidida por la periodista alicantina Evelyn Mesquida, homenajeará en París a los soldados españoles de la Novena Compañía integrada en la Segunda División Blindada del general Leclerc, conocida como La Nueve, con unas jornadas divulgativas del 22 al 24 de agosto que culminarán con la primera marcha en memoria de los combatientes y republicanos españoles.
Aunque la instrucción de los aliados dictaba rodear París, Leclerc, por orden de De Gaulle, decidió obviarla y asignar en su lugar la entrada en la capital a una de sus secciones de soldados españoles, cuyos carros de combate, que llevaban por nombre las principales victorias republicanas en la guerra civil española, acababan de derrotar a los alemanes en la población cercana de Longjumeau. El teniente Granell, al mando de la unidad, recibió la consigna de estudiar la posición germana en la ciudad sin otra orden que la de avanzar.
Acostumbrado a estar siempre en la primera línea, Granell no se limitó a inspeccionar la situación del ejército alemán en París, cuyo despliegue superaba los 12.000 soldados. Al atardecer del 24 de agosto, desde la Puerta de Italia, su centenar de hombres se adentró en la capital con la decisión de liberarla, sin mapas y con carros Sherman y half-tracks, orientados hasta el Ayuntamiento por una guía Michelin y la ayuda espontánea de un ciudadano. En un trayecto que no levantó violencia ni oposición, La Nueve fue recibida por una marea humana enloquecida de emoción al ver a sus salvadores.
Bajo el mítico titular de Ils sont arrivés, el diario Libération publicó el 25 de agosto la fotografía histórica del encuentro en la Alcaldía de Granell, el presidente del Comité Nacional de la Resistencia, Georges Bidault, y el prefecto del Sena. Pero el texto nunca mencionó al teniente castellonense, al asumirlo “oficial francés”. “Se publicó que el primero en llegar fue Bronne, refiriéndose al capitán Raymond Dronne. De manera deliberada, le habían dejado de lado al borrar su nombre”, sostiene Evelyn Mesquida, autora de La Nueve, obra de referencia de la compañía española del Ejército de la Francia Libre, y una de las organizadoras de los actos conmemorativos de La Nueve en París. “Este año celebramos por primera vez el 24 de agosto para homenajear a los españoles. Esperamos que el discurso del Presidente de la República el 25 por la noche reconozca su presencia enorme durante el combate francés contra los nazis”.


El teniente del ejército francés Amado Granell. / ARCHIVO EVELYN MESQUIDA
Tras 10 años de investigación, a Mesquida le costó meses localizar aquella portada, que vio por primera vez reproducida en la única entrevista a Granell en España publicada en el diario Pueblo en 1970, en la que el teniente, de 71 años y retirado en Alicante, declaraba no extrañarle el silencio de su hazaña: “Si me hubiese nacionalizado francés, mi lugar en los episodios del 24 de agosto estaría claro, pero como español no es extraño que me han hayan pospuesto y olvidado. No reivindico nada, si acaso el respeto a tantos españoles heroicos y desconocidos. De la guerra mundial me ha quedado el dolor de tantos millares de vidas españolas truncadas”.
Aquel oficial español, que De Gaulle invitó a liderar el desfile de la Victoria, había nacido en 1898 en Burriana, principal enclave de la exportación de naranja. Criado en Valencia, a los 21 años se enroló, aún menor de edad, en el tercio español de la Legión Extranjera. En el desastre de Annual, en Marruecos, donde se graduó de sargento, vivió como legionario su primera experiencia con las armas.
Instalado en Orihuela, donde regentó una tienda de bicicletas, se afilió a la UGT y fue concejal por Izquierda Republicana. Hombre de acción y luchador por la libertad, al estallar la guerra civil se alistó en el bando republicano, con el que llegaría a combatir en las principales batallas, fraguándose en un auténtico líder al mando de la 49ª Brigada Mixta del Ejército Popular como comandante, responsabilidad equivalente al actual general de brigada. “Con la liberación de París, todos han olvidado su relevancia en la guerra civil, cuando su actuación fue muy importante”, señala Ricardo Pardo, coronel retirado y director del Museo Militar de Castellón, el primero en exponer material del oficial castellonense.
Aficionado a la historia, el coronel Pardo ha sido el único militar español en reconocer en público la figura de Granell. “Es una obligación cuando España no tiene ningún problema en olvidar su historia y vive feliz en la ignorancia. Granell fue decisivo, pero estoy convencido de que si De Gaulle hubiese podido, nunca habría elegido a un español para liberar París”, sostiene.
Aurora Granell, la mayor de los tres hijos del oficial, destaca “la gran vocación militar” de su padre, quien prefirió la trinchera a la vida tranquila del comerciante, explica. De 83 años, tenía nueve cuando su padre partió al acabar la contienda como pasajero del carguero Stanbrook rumbo a Orán. “Mi madre lloraba, y mi padre no quería marcharse, pero unos amigos le obligaron. Nunca dejó de escribirnos cartas, y no lo volví a ver hasta 1948, cuando fui a verlo a París”, evoca su hija. “Fue un hombre de un encanto especial, pero para muchos sigue siendo un desconocido”.


Portada del periódico 'Libération' del 25 de agosto de 1944. / ARCHIVO EVELYN MESQUIDA
Desde su ingreso en el Cuerpo Franco de África en 1942, luchando en la guerra de Túnez contra las tropas del general Rommel, hasta su simbólica despedida de la guerra lavándose la cara y las manos con agua del Rin al abandonar las trincheras en Estrasburgo para ser hospitalizado por sus heridas, la persistencia del teniente de La Nueve fue calificada por el Ejército francés de “valentía temeraria” y laureada con la Cruz de Guerra con palmas y la Legión de Honor francesa.
De carácter sereno y reservado, Granell también destacó como hombre político. Al final de la gran guerra, cuando trabajaba de gerente en una agencia de noticias en París, inició contactos con personalidades como Largo Caballero, Indalecio Prieto y Don Juan de Borbón, para formar un gobierno de oposición que devolviera la libertad a España. Frustrado en su intento, volvió en 1952, primero instalándose en Santander y después en Alicante, donde abrió un comercio de electrodomésticos.
Superviviente de tres guerras y con el mérito de haber ganado galones desde abajo del escalafón, Granell perdió la vida en 1972 en un accidente de tráfico, cuando se dirigía al Consulado francés en Valencia para tramitar su pensión de excombatiente. Enterrado en Sueca, su lápida fue sufragada por el Gobierno francés, a modo de reconocimiento a su heroica contribución. Su muerte dejó pendiente un esbozo de memorias que tituló La guerra hecha por un civil: Recuerdos de un combatiente, un enunciado que atestigua la vocación por la libertad de este héroe de la liberación de París, que en septiembre contará con la primera plaza en su nombre, ubicada en el Instituto Francés de Valencia.





_____________________________________________________________________________




ESTE BLOG CONTINUA MÁS ABAJO















SEGUIR HASTA EL FINAL: 

Rincón real
Rincon irreal
Antiguas historias fantásticas
Historia reciente
Rincon del pueblo
Rincón de humor
Rincón anticlerical,..y peor aún
Cine de la cabaña
Espacio grafiti

...............


y muchas otras





Leer más...

No hay comentarios: